Devociones y espiritualidad de Doña María de Luna, esposa de Enrique Enríquez

Diócesis de Guadix
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La diócesis de Guadix es una sede episcopal sufragánea de la archidiócesis de Granada, erigida en 1492 y, según la tradición, procedente de la diócesis de Acci, fundada por San Torcuato en el siglo I. Su sede es la catedral de Guadix.

Sobre Baza estaba el rey, lunes, después de yantar.

Miraba las ricas tiendas que estaban en su real…

No hace mucho tiempo, viendo la extraordinaria serie de TVE, «Isabel», pudimos ver en una escena, algo que nos llamó poderosamente la atención: «los Reyes Católicos ofrecían en matrimonio a doña María Enríquez Luna, prima de don Fernando II de Aragón, para que se casase con don Juan Borja, hijo del Papa Alejandro VI». Hasta aquí todo perfecto. Pero… ¿quién era doña María Enríquez Luna?

Hasta donde sabemos, era la segunda hija de doña María de Luna y de don Enrique Enríquez de Quiñones, también llamado el de la Fortuna, tío carnal del Rey Católico y mayordomo del mismo. Pocos datos tenemos acerca de doña María Enríquez Luna, el personaje que ha introducido nuestro artículo. Sabemos que casó en primeras nupcias con don Pedro Luis de Borja y en segundas con su cuñado, don Juan de Borja, ambos hijos de don Rodrigo Borja, el Papa Alejandro VI. Su mecenazgo religioso fue encomiable y, al enviudar por segunda vez, a poco más de contar con treinta y tres años, profesó como monja en el convento franciscano de Santa Clara de Gandía, al igual que su hija Isabel.

No obstante, uno de los personajes que más poderosamente despierta nuestra curiosidad, es su madre, doña María de Luna. Por supuesto, no es nuestra pretensión, escribir una biografía sobre esta gran mecenas y señora, de hecho ya la hay, la que escribió, de una magistral forma, doña Soledad Lázaro Damas. En estas líneas, pretendemos acercarnos a uno de los aspectos más íntimos de la persona, y a la vez más visible, nos estamos refiriendo al perfil devocional y a las razones espirituales que le llevaron a ello.

Una de las primeras devociones que se introdujeron en Baza fue hacia los Santos Médicos: San Cosme y San Damián. La causa de tal implantación fue la pronta recuperación que tuvo don Enrique Enríquez, esposo de nuestra protagonista, de una herida producida por una saeta árabe en una escaramuza que realizó contra los moros bastetanos. Sin embargo, el máximo exponente de esta devoción no fue una ermita que se construyó en honor a los Santos Médicos, situada en el arrabal de «Hidar», donde actualmente se encuentra el parque de la «Alameda de Cervantes». Sino que el máximo exponente fue la ermita de Cortes de Baza, en aquellos tiempos perteneciente a los Enríquez Luna, dedicada a San Cosme y San Damián, llegaron a ser y son, en la actualidad, los Santos patrones de la localidad.

Otra de las devociones, quizás la más importante, de doña María de Luna fue su especial veneración hacia la Virgen de la Piedad. Bajo esta advocación de la Virgen María −siguiendo a la profesora Lázaro Damas−, el matrimonio Enríquez Luna fundó el monasterio dominico de Villada, el monasterio jerónimo de Baza y también el de San Francisco de la misma ciudad. El culto a la Stma. Virgen de la Piedad más antiguo conocido se dio en los conventos femeninos del valle del Rhin, concretamente en Namburg, hacia 1320. El máximo exponente de la imaginería pietística lo encontramos en la Pietat del célebre Miguel Ángel. Para la segunda mitad del s. XV, esta devoción se había extendido por toda Castilla, siendo tema muy recurrido por los imagineros y retablistas de la época. La devoción pietística floreció en Baza al mismo compás que su repoblación. El ejemplo más claro que podemos poner es el de la creación de una ermita dedicada a la Virgen de la Piedad, sufragada por don Luis de Acuña, que fue el origen del antiguo convento de la Merced de la ciudad y del actual santuario donde se venera a la co-patrona.

La última de las grandes devociones de la gran señora de la ciudad de la Dama fue hacia Santa Bárbara, patrona de Baza, cuyo patronazgo había sido impuesto por los Reyes Católicos en 1489, por ser el día de su festividad, 4 de diciembre, cuando Yahia al-Nayar, más conocido como Cid Hiaya y posteriormente bautizado con el nombre de don Pedro Granada Venegas, entregó la ciudad de Madinat al Basta a sus católicas Majestades. Como bien nos dice la profesora Lázaro Damas: «La importancia de los valores militares y el recuerdo vivo de la ideología conquistadora quedó expresada en la festividad oficial bajo el patronazgo de Santa Bárbara». Pues bien, resulta que hasta 1519, no hubo imagen de Santa Bárbara en Baza. Fue doña María de Luna, quien donó a Baza una escultura de Santa Bárbara que fue ubicada en la capilla del salón principal de las casas de Cabildo, muy probablemente fuera don Francisco Hernández el escultor que la realizó. A día de hoy, esta sala es la dedicada a la Edad Moderna en el museo municipal de Baza, y dicha capilla está presidida por una pequeña imagen de Santa Bárbara.

Por último, para ir concluyendo este pequeño artículo, debemos de tener en cuenta que a finales del s. XV, este matrimonio realizó una impresionante labor fundacional de conventos para facilitar la instalación de órdenes religiosas en la ciudad, sintiendo una especial predilección por las órdenes franciscana, dominica y jerónima. Fundaron el monasterio de Santa Isabel de los Ángeles, el de San Francisco y el jerónimo de Santa María de la Piedad y el hospital de Santiago, bajo el patrocinio del Apóstol. Hay una reflexión que hace la insigne doctora Lázaro Damas muy sugerente: «…la actividad fundacional llevada a cabo debe de entenderse como una muestra irrefutable del poder e influencia alcanzados por este matrimonio en el Reino de Granada…». Esto nos pone de manifiesto que, aparte de la labor evangelizadora que tenían dichos monasterios, que era la principal, puesto que se fundaron en una tierra que acababa de ser Reconquistada y donde comenzaba su periodo de cristianización, servirían como demostración de poder y mecenazgo en la ciudad de Baza, una actitud muy renacentista ésta, llevada a cabo, fundamentalmente, por una gran señora del Renacimiento en el Reino de Granada, doña María de Luna.

Sirva el presente artículo como homenaje a esa gran mujer del Renacimiento que fue doña María de Luna y, como reconocimiento y agradecimiento, por parte de estos dos jóvenes escritores, a su biógrafa, doña Soledad Lázaro Damas.

JUAN ANTONIO DÍAZ SÁNCHEZ

(Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino)

MARÍA CASTAÑO JIMÉNEZ

(Diplomada en Magisterio Musical. Universidad de Granada)

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