La relación del hombre con el mundo es un elemento constitutivo de la identidad humana. Se trata de una relación que nace como fruto de la unión, todavía más profunda, del hombre con Dios. Dios, al crear al hombre, le dio la responsabilidad de cuidar de la naturaleza y le confió la tarea de contribuir a llevar a la plenitud la creación mediante su trabajo (Cfr. Gn 1, 26-29)
La antropología cristiana nos lleva a comprender el origen de la degradación ecológica: a raíz del pecado original, la relación del hombre con la naturaleza se ha visto dañada, ya que la experiencia demuestra que el desarrollo del progreso técnico puede tener consecuencias negativas para la naturaleza. Por eso, la Iglesia ve en la crisis ecológica, además de un desafío a nivel técnico-científico, un problema moral: el hombre olvida el respeto debido a la creación y al Creador. Los cristianos estamos llamados a trabajar por el Reino de los Cielos desde las realidades temporales, convencidos de que cuanto más se acrecienta nuestro poder, mayor es nuestra responsabilidad individual y colectiva.
El pasado día 22 de marzo la ONU celebraba el Día Mundial del Agua y, desde el secretariado diocesano para el Cuidado de la Creación, de la diócesis de Guadix, aprovechando esta celebración, queremos animar a todos a reflexionar sobre la importancia de este regalo de Dios, esencial para la vida en nuestro planeta y tan importante en nuestra vida cotidiana.
Estamos sufriendo una época de sequía y debemos cuidar el uso de este preciado bien. Hay que evitar el mal uso que hacemos del líquido elemento, su derroche y contaminación, es prioritario el cuidado de nuestros ríos, mares y océanos, y la fauna que en torno a ellos se desarrolla. La severa sequía que nos asola, nos recuerda dos cosas, una, que no estamos haciendo todo lo que debemos por cuidar la «Casa Común»; y la otra que debemos rogar a Dios que nos envíe copiosa la lluvia para nuestros campos y pantanos. Pero también, recemos para que tomemos conciencia moral de que medio ambiente y ser humano forman un ecosistema intrínsecamente unidos y que, si no somos responsables, la degradación de la naturaleza, por nuestra irresponsabilidad, es un pecado que nos arruina como individuos, como especie y como planeta.
Coincidiendo, por tanto, con el Día Mundial del Agua, además de hacer un llamamiento público a la responsabilidad, mediante un manifiesto, tuvimos, junto a la Hermandad Sacramental de san Miguel y Pontificia del Santísimo Rosario de Guadix, una jornada de oración y adoración al Santísimo, pidiendo, en este tiempo cuaresmal, la conversión de nuestros corazones a una mayor responsabilidad con el planeta y sus recursos, regalo gratuito de Dios.
José Manuel Martos Segura
director del secretariado para el Cuidado de la Creación