Dibujo de Miguel Redondo, para acercarse al Evangelio del domingo, Día del Señor.
Comentario al Evangelio del sacerdote José María Tortosa. Y preguntas para la reflexión.
DIOS ESTÁ CON NOSOTROS
Lo vuelvo a decir, y ahora ya, con la festividad de la Natividad del Señor mucho más cerca, casi a las puertas, Dios está con nosotros, es el Emmanuel, y no quiere desentenderse de lo que ha creado por amor. Está entre nosotros alentando nuestra vida, manteniendo la esperanza, dignificando las relaciones humanas, acompañando al que sufre, denunciando las injusticias, protegiendo al pobre, acogiendo al inmigrante y refugiado, rehabilitando al drogadicto, cuidando al anciano, curando al enfermo, vistiendo al desnudo, levantando al caído, manteniendo la paz, dando juicio al que gobierna, consolando al triste, a la mujer maltratada, al niño abandonado, a las víctimas de cualquier guerra o terrorismo. ¡Sí! Dios no nos ha dejado solos ni un momento, sino que, más bien, hemos sido nosotros quienes lo hemos dejado solo. Al principio de su vida (nace en un establo a las afueras del pueblo, porque no había sitio para él en la posada) y, al final de su vida muere en una cruz, afuera de la ciudad abandonado de sus discípulos. A lo largo de su vida se queda solo muchas veces, teniendo que huir para que no lo maten o sufriendo tempestades porque sus discípulos se duermen o no entienden lo que dice y hace.
Pero él sigue empeñado en ser Dios con nosotros. Ya lo dice el profeta Isaías en momentos difíciles que hacían peligrar la dinastía davídica. “Mirad: la virgen está en cinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa Dios-con-nosotros” (Is 7,10-14). También el apóstol Pablo afirma que todo hombre y toda mujer, amados de Dios, entramos en el proyecto del Padre, que nos llama en Cristo a ser santos y a cumplir la misión de evangelizadores. “Por él hemos recibido este don y esta misión: hacer que todos los gentiles respondan a la fe, para gloria de su nombre. Entre ellos estáis también vosotros, llamados por Cristo Jesús” (Rm 1,1-7). Y, gracias a José, que era justo, que no puso obstáculos al plan de Dios, que escuchó a Dios y estaba a su servicio, que caminó aun en el desconcierto y el no entender lo que pasaba, que no intentó ser protagonista, que respetó a la mujer –María- con la que estaba desposado (pensó repudiarla en secreto), que creyó en un Dios encarnado y aceptó su salvación; que caminó en humildad y se retiró a tiempo; gracias a él, Dios está entre nosotros: “Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer” (Mt 1,18-24). Por supuesto, gracias a María, la joven mujer, que se hizo esclava del Señor y aceptó su palabra, que se puso a su servicio y le ofreció lo mejor que tenía, que estuvo cercana a las necesidades de los demás, que se sintió persona agraciada, que cantó y dio gracias a Dios por lo que hizo en ella, por ella y por su pueblo, que acompañó a los discípulos y fue testigo de la Resurrección, Dios está con nosotros. Aún más, cuando acogemos a Jesús y le hacemos sitio, preparando nuestra vida, nuestra casa, nuestra Iglesia, Dios está con nosotros y se queda definitivamente con nosotros cuando hacemos efectiva la solidaridad de Dios entrando en su casa con manos inocentes y puro corazón no confiando en falsos ídolos (Salmo 23).
Con esta esperanza caminamos dando a luz entre nosotros a signos de la presencia permanente del Emmanuel. No nos sentimos abandonados ni queremos que otros se sientan abandonados, por eso nos comprometemos en múltiples tareas que van a provocar el que Dios siga estando entre nosotros y pueda repetirse la Navidad: anuncio del Evangelio, celebraciones vivas de la fe, oración constante, obras de solidaridad, participación en Caritas y ONGs, visita a enfermos, defensa de los derechos humanos, apoyo al mundo de los trabajadores, acogida a refugiados, vivencia de la fe en grupos y comunidades de base, colaboración de todo tipo en misiones, en actividades parroquiales, anuncio del Evangelio, catequesis, etc.
José Mª Tortosa Alarcón. Párroco de Jérez del Marquesado y Albuñán
PREGUNTAS:
1. ¿Cómo anuncio y vivo que Dios está entre nosotros?
2. ¿Qué aprendo de María y José según el Evangelio?