

La ciudad de Guadix se ha volcado, un año más, en la celebración de la solemnidad de la Inmaculada, como viene haciendo desde hace siglos para honrar a la Virgen. Incluso antes de que la Inmaculada Concepción fuera declarado oficialmente dogma mariano. Una Vigilia de oración, en la víspera, y una Misa Pontifical, en el día de la fiesta, han sido los dos momentos más importantes de esta celebración. Y los dos han estado presididos por el obispo de Guadix, D. Francisco Jesús Orozco. Además, hay que sumar la serenata a «La Sola», en la víspera, y el baile de Seises, en la Misa Pontifical.
La Vigilia de la Inmaculada, organizada por los jóvenes de la Pastoral Juvenil, tuvo dos momentos: primero la celebración de la Eucaristía y, después, un tiempo de adoración del Santísimo. Todo terminó en la calle, en la fachada norte de la Catedral, para cantar la serenata a «La Sola», que es una imagen de la Virgen Inmaculada del siglo XVII. Allí, el obispo ofreció un ramo de flores.
En la homilía, Mons. Orozco presentó a la Virgen Inmaculada como signo de «la pureza del amor» entre Dios y el ser humano, un amor que sana, levanta y ofrece siempre nuevas oportunidades frente al egoísmo que corrompe el verdadero amor. E interpeló de modo especial a los jóvenes, recordando que María era de su edad y que «Dios confió en una muchacha humilde… y con ella quiso cambiar la historia». Los invitó a atreverse a «decir sí a Dios, no al pecado; sí al amor, no al egoísmo; sí a la verdad, no a las mentiras del mundo».
Antes de terminar, D. Francisco Jesús habló de la Virgen Inmaculada como medicina frente a las esclavitudes actuales —redes sociales mal usadas, relativismo, vacío afectivo, desesperanza— y animó a los jóvenes a no conformarse «con una vida pequeñita», sino a vivir una fe fresca: «Yo quiero ser como María, libre, limpio, valiente», les dijo.
Misa Pontifical
Ya en al solemnidad de la fiesta, el 8 de diciembre, la celebración más importante del día fue la Misa Pontifical que convocó a numerosos fieles y a las autoridades de la ciudad y que terminó con la bendición apostólica. En la Misa, antes de la bendición final, los Seises, como ya es tradición, danzaron ante la imagen de la Virgen Inmaculada. Unos Seises que en el año 2025 han cumplido 75 años desde su fundación y lo han celebrado con numerosos actos en los últimos meses. Al final de la Misa, además, el obispo bendijo un azulejo conmemorativo de este aniversario, que ha quedado colocado en la calle Ramón Gámez.
En la homilía de esta celebración, el obispo recordó lo que la Iglesia celebra el día de la Inmaculada, un dogma que, aunque proclamado en el siglo XIX, ya latía en el corazón de la Iglesia, como atestigua la placa que existe en la catedral de Guadix, de 1654, dos siglos antes de la proclamación oficial del dogma.
Una fiesta de la Inmaculada que es una invitación a «ser inmaculados hoy en medio de un mundo tan pesimista y tan encerrado en sí mismo», dijo Mons. Orozco en su predicación. Y continuó: «Necesitamos una mirada limpia, no pensar siempre mal de las buenas intenciones de los demás, no vivir en la eterna sospecha y en el constante chisme de quien no piensa como yo o no sigue la inercia de mis planes… tener un corazón verdadero, sin doblez, ser hombres y mujeres de palabra que buscan la verdad, que no se venden ni se disfrazan en las caretas de lo políticamente correcto, de lo que es más seguro, para tener éxito social, empresarial o incluso cultural… tener una palabra veraz, una fe íntegra». En definitiva, vino a decir, «como la Virgen Inmaculada, estamos llamados a vivir con alma pura».
Y terminó felicitando a los Seises, que celebraban el 75 aniversario de su fundación: «Estos niños, estos infantes accitanos que, con sus danzas azules ante la Virgen y encarnadas ante el Santísimo, representan la alegría pura, la inocencia y la belleza de una fe que se hace oración en nuestra catedral. Su danza es oración, oración que se hace movimiento, testimonio de fe que se canta con el cuerpo, que quiere ennoblecer a Dios a través de la danza.»
Terminó la celebración con el baile de los Seises y con la bendición apostólica.
Antonio Gómez
Delegado diocesano de MCS. Guadix

