

TÚ TAMBIÉN PUEDES SER SANTO
Queridos hermanos y hermanas en el Señor: En el Día de la Iglesia Diocesana, recordamos que todos estamos llamados a la santidad. No es algo reservado a unos pocos escogidos, sino el camino ordinario del cristiano. Cada uno, desde su propia vocación y estado de vida -en la familia, en el trabajo, en la vida consagrada, en el sacerdocio, en la enfermedad o en la ancianidad- está invitado a seguir a Cristo y a dejarse transformar por su gracia.
La santidad no es otra cosa que vivir unidos al Señor en lo cotidiano, con un amor que se hace servicio, con una esperanza que ilumina las dificultades y con una fe que se traduce en obras concretas. Es posible ser santo en medio de las tareas más sencillas: en el hogar, en la escuela, en el campo, en la empresa, en las parroquias… Allí donde cada uno está, puede brillar la luz del Evangelio.
Para recorrer este camino peregrino al cielo, no estamos solos. Lo hacemos en Iglesia. Nos preceden muchos hombres y mujeres que supieron vivir su fe hasta el extremo: santos y beatos que la Iglesia nos presenta como modelos, y también personas anónimas que, sin ser reconocidas oficialmente, vivieron con fidelidad y alegría el Evangelio. Su testimonio nos anima a no rendirnos, a confiar siempre en la misericordia de Dios y a poner nuestra vida en sus manos.
En nuestra diócesis de Guadix tenemos un motivo especial de alegría y de esperanza en este año jubilar: la apertura de la Causa de Canonización de don Avelino Aguilera Huertas y de 50 Compañeros Mártires en la Persecución Religiosa del Siglo XX en España. Estos hermanos nuestros entregaron su vida por Cristo y nos muestran que el amor es más fuerte que la violencia y el odio. Su fidelidad hasta el final es una llamada para todos nosotros a vivir con coherencia nuestra fe, también en las circunstancias sencillas y a veces difíciles de cada día.
En esta Jornada, en las parroquias se hablará de lo que somos y lo que hacemos como Iglesia diocesana, con datos que muestran lo que realizamos juntos como Iglesia local: las celebraciones, el cuidado del patrimonio, la acción caritativa, la vida parroquial, el servicio a los más pobres y necesitados. También se hablará de los recursos económicos con los que lo hacemos, fruto de la generosidad de tantos que colaboran y a quienes os sigo animando a ser generosos. Es hermoso saber que, entre todos, vamos sosteniendo la misión que el Señor nos confía.
Pidamos al Espíritu Santo que avive en nosotros el deseo de santidad, que nos haga testigos del Evangelio en el corazón de nuestra diócesis y que, con la intercesión de san Torcuato y los mártires de Guadix, sepamos caminar siempre como hermanos en la fe.
† Francisco Jesús Orozco Mengíbar
Obispo de Guadix

