En memoria del sacerdote Gregorio García Rodríguez, fallecido el 21 de septiembre de 2014.
No es trago de buen gusto encender el teléfono y encontrarse en un mensaje que ha muerto un compañero sacerdote, un amigo y hermano, el rector del seminario mayor donde has pasado unos importantes años de tu vida y donde has vivido experiencias que no se olvidan jamás.
Pues esto es lo que me ha pasado esta mañana del día 20 de septiembre antes de celebrar la Eucaristía dominical en Jérez del Marquesado; he recibido la triste noticia de que había fallecido Gregorio García Rodríguez, sacerdote de la diócesis de Guadix-Baza y vecino de Galera, aunque en sus últimos años residía en Granada junto a su familia más cercana. También para ellos habrá sido un duro golpe. Lo sentimos de corazón y le manifestamos nuestro pésame en estos momentos. Le acompañamos en sus sentimientos sean de la índole que sean y rezamos por el eterno descanso de Gregorio.
Gregorio ha marcado la vida de nuestro seminario en unos momentos difíciles, pues a él se le encargó reabrir el seminario mayor San Torcuato en Granada, después de un periodo largo cerrado y no vislumbrarse un futuro muy certero. Pero él, con su tesón, con su buen hacer, con su fe, con su confianza en los jóvenes a su cargo y con su cariño a la diócesis, lo hizo posible y, que tenga por seguro, que ha dado buenos frutos durante una década. En su haber, como trabajo de rector, cuenta con personas que han orientado su vida hacia las misiones, hacia la vida religiosa, hacia el sacerdocio diocesano; con profesores de teología, con delegados episcopales y, con curas que amamos nuestro trabajo parroquial por el que él tanto luchó y nosotros continuamos haciendo. Otros tantos que han pasado por el seminario mayor, lo recuerdan y dicen de él que era un maestro y que orientó sus vidas en la dirección que ahora tienen.
Le lloramos agradecidos por su trabajo entre nosotros y deseamos que esté gozando de la paz eterna y del Reino de Dios del que nos solía hablar y debatir, junto con temas de Iglesia a la que tanto quería; porque eso sí, Gregorio, Don Gregorio era un buen tertuliano, un buen animador de las sobremesas que, en muchas ocasiones, se nos hacían interminables, pero que recordamos con mucho cariño. Era de ideas abiertas, intelectual, un lector tremendo y un músico, un amante de la música, pero la de los clásicos, la de la buena, como él decía, la ópera que intentó hacernos entender y que pudiéramos disfrutar con ella. Se nos ha ido un amigo y esperamos interceda por nosotros en el Reino de Dios, desde la comunión de los santos. Te recordaremos con olor a tabaco de pipa paseando por los pasillos del seminario y allí donde estés, te recordaremos por los encuentros de navidad que solíamos vivir los de la zona de Baza, te recordaremos hablándonos de tus múltiples operaciones de corazón y de las sensaciones tremendas vividas en tus días de hospital. Te recordaremos en los conflictos, en las discusiones, en las tertulias, en las Eucaristías en la Iglesia de San Francisco de Granada participando como un fiel más y acercándote a comulgar, con tu sonrisa de par en par de vernos y reencontrarnos, te recordaremos como un maestro, te recordaremos pidiendo perdón por los errores cometidos, te recordaremos porque te queremos.
Gracias amigo por lo que has dado, por lo que has luchado y porque nos has dado ilusiones para ser sacerdotes en momentos de dificultad y nos has preparado para ser sacerdotes del Concilio Vaticano II, sacerdotes de hoy, siempre con la mirada puesta en Cristo Jesús y con la esperanza de que las cosas siempre se pueden mejorar.
José Mª Tortosa Alarcón
Párroco de Jérez del Marquesado