“Yo quería ser misionero en África y para siempre”

José María Cantal es misionero granadino de los padres blancos. Lleva 21 años en Argelia y está este verano en nuestra Archidiócesis.

“De siempre me habían gustado las misiones”. Así recuerda el misionero granadino José María Cantal su primera intuición para después convertirse en Padre Blanco, en África, donde, de sus 30 años como sacerdote, lleva 21 años como misionero en Argelia, un país de mayoría musulmana. Esas primeras inquietudes le remontan a sus años de Bachillerato y su vida cristiana en la parroquia de Nuestra Señora de Gracia, “donde había mucha inquietud y mucha juventud, y la vida misionera me interesaba”.

No fue un deseo de ser misionero en general, sino algo concreto. “Tenía algo en mi cabeza que no sabía formular: quería ser misionero en África y para siempre”, explica José María Cantal, en alusión a que no deseaba una misión temporal de unos breves años y regresar a España. Así fue como encontró un carisma –la Sociedad de Misioneros de África (más conocidos como Padres Blancos)-, en la Pascua del año 1985 y, unos meses después, en septiembre, ya ingresaba en la Orden, siendo su primer destino Furkina Fasso, en una ciudad en el desierto. Después, ha estado en Orán y, actualmente, en Argel, llegando a ser Provincial de los Padres Blancos en Argelia y Túnez.

José María Cantal está estos días en Granada, durante un tiempo de vacaciones, en las que también visitará otras comunidades de España y Francia. Pero las vacaciones no son sinónimo de desligazón con la misión, porque “la misión va siempre con nosotros”.

MISIÓN EN ARGELIA

De su misión en Argelia, donde lleva 21 años, destaca las “alegrías” antes que las dificultades, incluso siendo un país con un 99% de población musulmana. “Son comunidades muy pequeñas. Allí prácticamente todo el mundo conoce a todo el mundo. La cercanía de todos con todos. Esa ausencia del clericalismo, que es una peste en la Iglesia. Esa preocupación del otro, sin mirar su religión, su estado civil, su lengua, sino ir como Jesús, con un ‘mensaje liberador’, sin tener estructura. Eso es muy bonito”, explica al Secretariado de Medios de Comunicación Social del Arzobispado.

Frente a estas “alegrías”, hay “desafíos”, destacando “la legislación bastante complicada para la práctica de la religión que no sea el islam”. “A veces, hay una presión social más fuete que la legislativa”, subraya. Y precisamente, para la Iglesia, el primer desafío –explica- es mantener su presencia en estas regiones donde son minoría, porque, si se marchan del lugar, “la Iglesia habrá abandonado a una parte de la humanidad, que también está creada a imagen de Dios, por la que Jesucristo dijo que había que ir hacia ellos. Sería una pena”, concluye. “El desafío es mantenernos en esta actitud de salida, de ir a la periferia. Hoy en día, el mundo musulmán es lo más periférico que hay desde el punto de vista espiritual con respecto a la Iglesia”.

Respecto a la Jornada Mundial de la Juventud que se está celebrando en Lisboa, el misionero granadino anima a los jóvenes cristianos a “canalizar su ímpetu juvenil y esas ganas de comerse el mundo hacia los parámetros del Evangelio de Jesús”. Y a nuestros jóvenes granadinos les invita a encontrarse con la comunidad de 20 jóvenes argelinos que participan en esta JMJ y hacerse una “selfie juntos”, para acrecentar la comunión, unidos en la fe en Cristo Jesús.

Paqui Pallarés

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