En la fiesta de San Francisco de Asís, mañana 4 de octubre.
San Francisco de Asís, uno de los santos más populares para los cristianos y no cristianos. ¡Es un santo para todos!
El Poverello ha ganado el cariño y la admiración de muchas generaciones viviendo el Evangelio y presentando la pobreza, con la fuerza de un testimonio radical, amoroso y personal. Su «fraternidad universal» se expresa en su amor por sus «hermanos» -hombres y mujeres, ricos y pobres, enfermos y sanos, fieles y pecadores, creyentes y no creyentes, todos los animales y la naturaleza- y nos revela un alma en la que Dios es indivisible, un alma alimentada por las verdades de la fe de la Iglesia y entregada por completo a Cristo.
«El gusto por el Evangelio» que Francisco dio a conocer a los cristianos de su tiempo, sigue fascinando todavía y nos invita a vivirlo en su integridad. El ideal de amor vivido por Francisco con sencillez y plenitud sigue ejerciendo igualmente en nuestro tiempo esa llamada y atractivo que sorprendieron a Asís. Desde ese lugar de paz y oración, san Francisco continúa irradiando en el mundo su mensaje, todavía rico de enseñanza para nuestra época actual.
Su estilo de vida inspirado en el Evangelio, su compromiso en imitar a Cristo, su mensaje de hombre auténtico que supo lograr la paz con Dios, consigo mismo, con los demás, con toda la creación, tiene algo que decir a los hombres de hoy. La novedad central de san Francisco fue hacer descubrir a los cristianos de su tiempo y de épocas sucesivas el gusto por el Evangelio, vivido «sin glosa», es decir, auténticamente, en plenitud y sinceridad, convencido de que solamente a quien se esfuerza en vivirlo en integridad, le revela la dicha perfecta, cuya fuente es la Buena Noticia de Jesús.
Sin comportarse como maestro frente a nadie, Francisco se comprometió en el camino de la imitación de Cristo pobre y crucificado. Muchos se unieron a él, deseosos de seguir este nuevo estilo de vida evangélica.
Igualmente el amor de Dios llevó a Francisco a oponerse a toda forma de odio y violencia y a difundir por la palabra y el ejemplo el respeto a todos, el amor fraterno, la sinceridad y la paz.
La sociedad de hoy, de manera más amplia que en la época de san Francisco, vive un conflicto agudo dentro de los pueblos particulares, en el campo social, económico, político y religioso. Y a escala internacional, está agredida por el fenómeno sangrante del terrorismo, de la guerra y la violación de los derechos humanos, los refugiados… Frente a este horizonte, san Francisco propone de nuevo a las personas particulares y a los pueblos la necesidad y urgencia de un diálogo auténtico desde la verdad, la libertad y el amor recíproco.
Que esta gran lección de respeto mutuo, de fraternidad y amor entre todos los hombres, porque han sido creados a imagen de Dios, siga hablando al corazón de cada hombre y de cada mujer de nuestro tiempo.
El amor de Francisco respecto a Dios, se convierte a su vez en amor a sus hermanos y hacia toda la creación. El amor por todas las criaturas es el reflejo del amor de Francisco por el Creador.
Severino Calderón Martinez, ofm