«El modo como está organizado el trabajo en este sistema económico es un atentado a lo humano”. Entrevista con D. José María García Gálvez, Director del Secretariado de Pastoral Obrera de la Diócesis de Granada, con motivo de la XXVI Jornada de esta Pastoral que se celebra el 11 de marzo en el Seminario Mayor.
“Dignidad y esperanza en el trabajo” es el lema del próximo Encuentro.Por qué han elegido ese lema y en qué contexto lo han contemplado para dedicarle esta Jornada.
El mundo del trabajo está muy maltratado en los últimos tiempos y pensamos que necesita de vestirlo de dignidad. La falta de trabajo –dice el Papa- es una falta de dignidad. Cuando el trabajo se realiza en malas condiciones también ayuda a que haya falta de dignidad. Nosotros lo que queremos es poner el énfasis en que el trabajo necesita revestirse de dignidad. Y la esperanza. Porque no podemos darnos por vencidos. Las condiciones en las que hoy se trabaja no tienen sentido, rompen al hombre, a la mujer, del trabajo, porque no les dejan ser personas: viven exclusivamente para el trabajo. Estamos empeñados en intentar lanzar mensajes de esperanza, iniciativas de esperanza, experiencias que ayuden a vivir, también esperanzados, en el trabajo.
En Pastoral Obrera han señalado que “el modo como está organizado el trabajo en este sistema económico es un atentado a lo humano”. A qué se refieren. Explíquenos ese “atentado a lo humano”.
En nuestra cultura, el trabajo se entiende solamente por el trabajo que está vinculado a un empleo. El resto del trabajo, como puede ser el trabajo de los cuidados, el trabajo de la educación de los hijos, el trabajo de atender a los mayores, el trabajo que realiza cualquier ser humano desde que se levanta, no está considerado como trabajo. Y el trabajo como empleo está imposibilitando que la persona pueda “ser”. El trabajo se ha mercantilizado tanto –como las relaciones humanas se han mercantilizado tanto- que hay que vivir exclusivamente para el trabajo y no queda espacio para otras cosas, no queda espacio para la vida, no queda espacio para la cultura, no queda espacio para lo espiritual. Entonces, el ser humano está roto.
Aluden también a unas palabras del Papa Francisco recogidas en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium, que habla de decir “No” a una economía de exclusión, porque “esa economía mata”.
Estamos totalmente de acuerdo con lo que dice el Papa, porque el Papa dice con mucha sencillez lo que Jesús de Nazaret nos quiere decir hoy. La economía de la exclusión, la economía que produce excluidos y apartados, esta economía hay que decirle que “no”. La Iglesia, y la sociedad, y todos, tienen que tomar conciencia de que vivir en este sistema económico no nos lleva a ningún sitio que no sea la muerte, a la muerte del ser humano. A lo mejor no la muerte física, que también ocurre, pero sí nos lleva a la muerte como seres humanos, como seres dignos, como personas que queremos vivir el reflejo de Jesús de Nazaret. Intentamos provocar que la Iglesia le preste atención a este problema del trabajo. Si es un problema que está llevando a la deshumanización, eso le tiene que decir mucho a la Iglesia, y la Iglesia tiene que estar atenta a eso. Entonces, estamos llamando a que todas las pastorales y toda la actividad de la Iglesia tiene que tener en cuenta el problema del trabajo.
Para un trabajo más humano o una humanización del trabajo, ¿qué papel tiene la Doctrina Social de la Iglesia?
La Doctrina Social de la Iglesia es un tesoro que tiene nuestra Iglesia y que está muy escondido y es muy desconocido. La Laborem Exercens, que escribió san Juan Pablo II, nosotros le venimos llamando desde hace ya algún tiempo el “evangelio del trabajo”. Y la mayoría de las encíclicas que tienen que ver con lo social hablan de la raíz del problema que estamos viviendo hoy en día y que ya venía anunciando la Iglesia hace ya mucho tiempo. Y es que el problema del conflicto capital-trabajo se ha convertido en el conflicto antropológico, porque está rompiendo al ser humano. La Doctrina Social de la Iglesia nos ayuda, nos da criterios de juicio para poder leer la realidad social de nuestro tiempo y orientar nuestra acción y orientar los elementos que pueden hacer que esta sociedad vaya en un camino en el que se pueda vivir mucho la comunión, mucho mejor la solidaridad, mucho mejor el ser hermanos.
Hoy en día, la persona se mide más por sus capacidades de “hacer”, por sus éxitos, sus logros. Pero para la Iglesia el “ser” está por encima de todo: valemos más por lo que somos –somos hijos de Dios- que por lo que hacemos, que por nuestros éxitos. ¿Qué opina de esto?
Efectivamente, en esta sociedad se valora mucho más lo que hacemos que lo que somos. Y lo que hacemos se valora porque está mercantilizado, se valora desde el punto de vista de la economía, no se valora desde el punto de vista del don, del darse al otro y de ver al otro como hermano. Lo primero que somos hijos de Dios, somos iguales en dignidad y cuando el hacer se sobrepone sobre el ser se está rompiendo al ser humano. Si estamos sólo empeñados en hacer, no estamos ocupados en el ser, es muy difícil hoy ser padre o madre, es muy difícil hoy tener proyectos a largo plazo, por ejemplo para crear una familia, porque el hacer se impone en la mayoría de las personas –sobre todo, en los jóvenes- y les imposibilita poder ser otra cosa que el estar pendiente del hacer, es decir, de desarrollar su carrera profesional o de mantener el puesto de trabajo.
Es curioso cómo hoy en día, sin ningún tipo de rubor, hay empresas que despiden a mujeres cuando se quedan embarazadas, o demandan (ndr. en los tribunales) a mujeres que han ocultado su embarazo y cuando llega la hora de tener que dejar el trabajo o darse de baja porque tienen que atender a su situación de mujeres embarazadas la empresa se siente estafada. Eso está ocurriendo en nuestros días. Pero, al mismo tiempo, está ocurriendo que el trabajo nos lleva tanto, el “hacer”, que está impidiendo salir de la pobreza. Hace unos pocos años con un salario vivía una familia. Hoy es imposible que una familia pueda vivir si no están trabajando los dos. El trabajo, el “hacer”, exige tanto que imposibilita el “ser”, el ser padre, ser madre, ser para los otros; impide la vida social, la vida política, la vida cultural, la vida espiritual. Tal y como y está constituido en nuestra sociedad, el trabajo lo impregna todo, lo absorbe todo, hasta el domingo. El domingo es un día laborable para un montón de personas y eso se vive con total normalidad.
El día 11 celebran su Jornada de Pastoral Obrera, la XXVI edición, en el Seminario Mayor. ¿A quién va dirigida? ¿Cómo se va a desarrollar esa Jornada?
Esa Jornada está dirigida a las personas de nuestras parroquias, a los militantes de las organizaciones apostólicas de nuestra Iglesia, a los militantes obreros cristianos, a los sacerdotes de nuestras parroquias, porque entendemos que todo el pueblo de Dios y toda la Iglesia debe estar concernida por este problema, que en otro tiempo teníamos una visión de él pero hoy tenemos que tener otra visión, porque esa realidad del trabajo ha cambiado radicalmente. Y tenemos que buscar entre todos, en los lugares en donde estamos, respuestas nuevas a problemas nuevos, a dificultades nuevas.
Vamos a ofrecer también elementos formativos en esta Jornada que puede servir para trabajarlos en grupos en las parroquias y que están pensados para ayudar a discernir dónde están los problemas hoy y cómo nos afecta a toda la sociedad.
Denos un par de pinceladas sobre la Pastoral Obrera de Granada y sobre el trabajo que desarrollan en nuestra Diócesis.
Estamos intentando animar a que la Iglesia y que la Pastoral Obrera tiña con un color todas las demás pastorales de una manera directa o tangencial, porque entendemos que la vida del trabajo, el problema del trabajo, afecta a todas las personas estén con o sin trabajo, esperando o preparándose para un trabajo. El trabajo tiene que ver con todo. Y queremos también ayudar a que el trabajo, no sólo el empleo sino toda la actividad humana, se vea como trabajo que ayuda a dignificar al hombre porque es un instrumento que Dios ha puesto en nuestras manos para que sigamos recreando la creación.
Paqui Pallarés