Tras el tiempo del ayuno, la limosna y el “rasgar el corazón” de la Cuaresma, celebramos tras el Triduo el tiempo de Pascua. 50 días en los que estamos llamados a vivir de la certeza de que la Resurrección de Jesús es más fuerte que la muerte, que todos nuestros pecados y nuestros errores. Un tiempo en el que vivir de la alegría de la fe, contado incluso con nuestras dificultades.
Desde el pasado 4 de abril, Domingo de Resurrección, comienza este tiempo en el que la Iglesia proclama la victoria de Cristo. El tiempo pascual es un tiempo de gracia en el que se nos anuncia la alegría de que Jesucristo ha vencido de una vez y para siempre todo pecado y toda muerte.
“Es el acontecimiento más grande de la historia, porque nunca había un muerto salido del sepulcro y vuelto a la vida, y no solamente a esta vida, sino a la vida de Dios, a la vida gloriosa”, explica el sacerdote diocesano, D. Alberto Espinar. “Este tiempo es para vivir la alegría plena, para tener la certeza de que aún en la vida ordinaria, en nuestras debilidades personales, en los propios pecados, tener el convencimiento de que tu vida está salvada, porque el Señor te ama en precisamente ahí”.
La alegría que se proclama en estos días está llamada a ser tan desbordante que por eso no se puede contener un solo día, sino que se extiendo a lo largo de una cincuentena, especialmente durante los ocho primeros días de esta Octava de Pascua, en la que todos los días son Domingo de Resurrección.
Durante este tiempo litúrgico, que finaliza el día de Pentecostés, es cuando normalmente se llevan a cabo la administración de la mayoría de los sacramentos de iniciación cristiana, marcadas por la Resurrección, como el Bautismo, la Primera Comunión y la Confirmación.
“ID A GALILEA”
La Resurrección de Jesucristo es nuestra propia resurrección, la de la vida de los Hijos de Dios. “El hecho de celebrar la Pascua para cada cristiano, es simplemente un renacer, un dejar el hombre viejo”, dice el párroco de Órgiva, D. David Salcedo. “Realmente lo que estamos celebrando es que frente a la enfermedad, las misma miseria, lo que no aceptarnos a nosotros mismos o las mismas situaciones difíciles, pues el Señor nos invita a vivirlo siempre con esperanza”.
El Evangelio habla de cómo el ángel de Dios que se encuentran aquellas mujeres en el sepulcro vacío, les dice: “No temáis. Él va delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis” (Mc 16, 1-7). estos días decía: “yo voy delante de vosotros, id a Galilea”. El nos va abriendo camino. “Es muy bonita esta frase de la vigilia. Significa que, en lo cotidiano de nuestra vida diaria, Jesús te dice ‘Yo voy delante’. Todo lo que tú puedas pasar, todo lo que tú puedas sufrir, adelante, yo te he abierto camino”.
Hasta ese próximo 23 de mayo, como Iglesia estamos todos llamados a dejarnos sorprender por ese misterio del Dios que ha vencido, que va por delante y nos anuncia que nuestro mal no tiene la última palabra.
Ignacio Álvarez
Secretariado de Medios de Comunicación Social
Arzobispado de Granada