Ofrecemos el testimonio de dos fieles que han participado en la V Peregrinación Diocesana a Lourdes, con la Hospitalidad de Lourdes de Granada, realizada del 2 al 6 de julio, a la que unieron nuestro Arzobispo, Mons. Javier Martínez, y el Delegado de Pastoral de la Salud, D. José Gabriel Martín.
Intensidad en el servicio y la amistad
La primera semana de Julio tuve la oportunidad de asistir como voluntario a la V Peregrinación Diocesana a Lourdes organizada por la Hospitalidad de Nuestra Señora de Lourdes de Granada.
Cuando se me ofreció la posibilidad de ir no podía ni de lejos imaginar lo que hubiera supuesto todo esto para mí y para toda la gente que me acompañó. A la vuelta la sensación fue similar a la de una borrachera. Una borrachera de servicio y amistad de una intensidad sin iguales. Las sonrisas, las palabras de agradecimientos, los abrazos de toda la gente que hemos podido ayudar han hecho irrelevante el esfuerzo que hemos hecho. Al contrario, querías hacer más y más para poder gozar de todo esto, porque de auténtico gozo se ha tratado. Muchos de nosotros deseábamos ayudar al próximo y tener continuamente la posibilidad de poder hacerlo empujando un carro, animando un compañero, atornillando mandos de sillas, llevando comida, haciendo camas, contando chistes o bailando es un auténtico privilegio que hemos vivido en estos intensos y cortos cincos días.
Y también ver que este deseo es compartido por otros jóvenes como tú creo que te hace todavía más llevadero y gustoso el todo.
Al regresar a Granada, mucha gente me ha preguntado de explicar mejor en que consiste todo esto. Como recién agregado al grupo de voluntarios de la Hospitalidad quizás no sea el más indicado pero os puedo decir que en la peregrinación hay varias pautas: los peregrinos, los enfermos y los voluntarios y todas están vinculadas. Sin peregrinos los enfermos tampoco irían y sobretodo los voluntarios no tendríamos sentidos sin los enfermos. Durante la peregrinación nuestra tarea consiste en acompañar estas personas menos afortunadas y hacerle más llevadero tanto el viaje como la estancia en Lourdes. Se trata de un trabajo a veces duro porque el cansancio se va acumulando y todo tiene que ser bien atendido. Sin embargo con la ayuda de la Fe, la voluntad de cumplir con el mandamiento de amar nuestro próximo y el ejemplo estimulante de todo el resto de voluntarios, de verdad que casi no te das cuenta.
Además ver los enfermos tan animados, contentos y con algo especial en los ojos lo recompensa todo y lo supera con creces.
No dejaré de dar las gracias al Señor que, por sus caminos a veces misteriosos, me ha dado esta posibilidad y un GRAZIE MILLE a todos los que, con su esfuerzo y dedicación, lo han hecho posible.
Carlo Sortino
El único fin: el servicio al enfermo
Son las seis de la mañana y suena el despertador. Pero no consigo despertarme de este sueño. Echo la vista atrás, seis años antes, cuando un grupo de personas de Granada nos unimos a la peregrinación de Murcia (algunas de ellas llevaban ya años peregrinando) con la intención de formar la Hospitalidad de Lourdes de Granada. Apenas un autobús con muchos huecos libres. Pienso en el segundo año, la primera peregrinación a Lourdes como Granada, con nuestros uniformes, con nuestro propio grupo de enfermos… sin saber si lo conseguiríamos o no… Veo como poco a poco ha ido creciendo y enriqueciéndose esta peregrinación, año tras año, hasta llegar a esta quinta peregrinación. Acabo de comprender que no es que no me pueda despertar de este sueño, sino que estoy viviendo un sueño muy real. Hemos estado de peregrinación 210 personas, entre enfermos, hospitalarios y peregrinos. A grandes rasgos, unos 35 enfermos, 80 hospitalarios, de los cuales aproximadamente 25 son jóvenes, 8 ó 10 niños del agua, 8 ó 10 de personal sanitario, entre médicos, enfermeras y auxiliares, un psicólogo, dos seminaristas, tres sacerdotes, y nuestro Arzobispo… No, no es un sueño. Y lo mejor de todo, es que tantas personas, tan diferentes, convivamos tan maravillosamente, en armonía, con un único fin: el servicio al enfermo. Hay gente que no comprende cómo es posible que vayamos, nos paguemos un viaje, para despertarnos todos los días a las 5:30 de la mañana, y empezar a trabajar, a levantar enfermos, asearlos, curarlos, alimentarlos, acompañarlos, transportarlos, atenderlos, escucharlos, amarlos… acostarlos e intentar dormir más de cinco horas esa noche. Hay gente que no comprende cómo podemos pagarnos un viaje, de cinco días, para sufrir 18 horas de viaje en autobús, estar cuatro días trabajando sin parar, y volver a sufrir 18 horas más de viaje de vuelta, y llegar a Granada destrozados físicamente, buscando una cama para recuperar fuerzas. A estas personas, les recomiendo una cosa: que prueben a venir. Que conozcan la magia. Que experimenten que una sonrisa de agradecimiento de un enfermo vale todo el esfuerzo del mundo. Que ver a tanto joven dispuesto a dar todo lo que haga falta por agradar a otra persona no es una utopía. Que ver a hospitalarios mayores que durante el año apenas pueden andar para ellos mismos, y en la peregrinación ayudan a andar a otros, deja perplejo a cualquiera. Que acercarse a la gruta y sentir la paz interior que se experimenta no es comparable a ninguna otra experiencia de relax. Experimentar este sueño, que parece sin sentido, pero que tiene un sentido muy definido, que cada persona vive a su manera.
Ahora que he descubierto que no es un sueño, quiero agradecer a todas las personas que me han hecho creer que lo era. Principalmente a esos hospitalarios que hacen su labor cada año mejor y con más ganas. Especialmente a ese equipo de responsables, que en realidad son un hospitalario más, pero que corrigen u organizan su responsabilidad para ir mejorando año a año. Agradecimiento especial al grupo de jóvenes, por aportar la alegría y las ganas de juventud que necesitan estas peregrinaciones, y a los nuevos, por sus ganas de aprender. Gracias a esas personas que con su tesón organizan esta peregrinación durante todo el año y hacen posible que vivamos estos momentos. Gracias también a los enfermos. Ellos son los principales protagonistas de este sueño, y cumplen con su obligación de agradecer con sonrisas nuestra labor. Y gracias también a los peregrinos, pues ellos completan la peregrinación y son una parte importantísima de la misma. Gracias también al equipo médico, por darnos seguridad y mantener la maquinaria engrasada. Gracias a los sacerdotes, por querer vivir siempre la experiencia de un hospitalario, y estar siempre dispuestos a tirar de un carro o servir a un enfermo. Gracias a nuestro nuevo consiliario, D. José Gabriel, por habernos sacado de la «cajita» y habernos dado a conocer en Granada, por compartir conmigo las cargas de las reuniones y los preparativos, y por darme seguridad y apoyo en mis decisiones. Y gracias muy especialmente a D. Javier Martínez, por haber querido vivir esta experiencia como un voluntario más. Si ese era su objetivo, mi más sincera enhorabuena: lo ha conseguido.
Os mando un gran abrazo a todos, y os recuerdo que la labor de la hospitalidad continúa durante el año, visitando enfermos, ayudándolos en todo lo posible, asistiendo a nuestros actos en labor de acompañamiento, asistiendo a nuestra eucaristía mensual, y aplicando las tres claves de nuestra labor: servicio, humildad y compromiso.
Manuel García Terrón
Vicepresidente y Director de la peregrinación