Siervo de Dios Luis Almécija Lázaro

Nacido y bautizado en Íllar (Almería) en 1883. Se formó en los seminarios de Almería y San Cecilio de Granada, con residencia en el de San Fernando. Fue ordenado como sacerdote en 1908. Sirvió en las parroquias de Dehesas Viejas, Instinción, Huécija y Alicún. Padeció martirio en Rágol (Almería) el 25 de agosto de 1936. Tenía 53 años.

El sacerdote Luis Almécija Lázaro, mártir de Huécija, nació en la localidad almeriense de Íllar, en 1883, donde también fue bautizado en la Iglesia Parroquial de santa Ana. Sobresaliente en sus estudios, ingresó en el Seminario almeriense de san Indalecio en 1897 y posteriormente en el Seminario san Cecilio de Granada, a los 21 años.

El futuro mártir era un alumno inteligente y virtuoso, distinguiéndose entre sus condiscípulos por su acendrada piedad y devoción a la Santísima Virgen. En sus últimos años en el Seminario, siendo estudiante de Teología, sus superiores le encargaron la disciplina de los seminaristas más pequeños. Novicio de la Compañía de Jesús, situado en la Cartuja, recibió el Sagrado Diaconado y el Sacramento del Presbiterado en 1908.

Como sacerdote llevó a cabo su ministerio en las parroquias de Alicún, Huécija, Dehesas Viejas, y en la Instinción, donde fue muy querido y valorado por los feligreses que destacaban su sabiduría para dar consejos, su gran celo por el esplendor del culto divino y por su caridad para con los pobres y necesitados.

Al iniciarse la persecución religiosa, ya desde los mismos inicios de la instauración de la República, el Siervo de Dios mostró una gran entereza, confesando abiertamente su fe, sin miedo a la muerte. Durante sus años de estudio en el Seminario san Cecilio, fueron muchas las ocasiones en las que el futuro mártir se contempló lleno de admiración los lienzos colgados del claustro con las figuras de un numeroso grupo de sacerdotes, que en la rebelión de los Morisco de 1568 habían derramado su sangre por Cristo en varias localidades alpujarreñas y a los que ponía por ejemplo, en cuyo martirio meditaba sin conocimiento de que experimentaría su misma vivencia.

El P. Luis Almécija murió el 23 de agosto de 1936 junto al “Puente de los Calvos”, en Rágol. Pretendieron hacerle blasfemar con promesas de perdonarle la vida, pero él murió alabando a Jesucristo y perdonado a todos. Sus restos fueron trasladados de la Iglesia de Íllar, donde fue bautizado, al Valle de los Caídos.

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