Sexto aniversario de la beatificación de Fray Leopoldo

El próximo lunes, 12 de septiembre, se celebra el sexto aniversario de la beatificación de Fray Leopoldo de Alpandeire, fraile capuchino al que se le tiene una gran devoción en la Archidiócesis, ya que el fraile vivió y murió en Granada y aquí es donde yacen sus restos mortales.

Al igual que el día 9 de cada mes, el próximo lunes 12, se celebrará la Eucaristía a las 8, 9, 10, 12, 13 y 20 horas en la cripta de Fray Leopoldo, con motivo del aniversario de la beatificación.

La cripta de Fray Leopoldo está abierta todos los días del año y todos los días pasan numerosos fieles a rezar ante la tumba del beato, especialmente el 9 de cada mes, conmemorando el aniversario de su muerte. La cripta está ubicada en el interior de la parroquia de La Inmaculada, en la Avenida Divina Pastora, que a su vez alberga el convento de franciscanos capuchinos de Granada.

Desde la beatificación del fraile limosnero, la afluencia de gente que pasa por la cripta es mayor y constante todos los días, es el lugar más visitado en Granada después de la Alhambra, según los datos de Turismo. Más de 2.000 personas visitan diariamente la tumba del beato Fray Leopoldo, y más de 60.000 devotos al mes pasan por esta cripta, donde numerosos fieles dejan sus plegarias.

La beatificación de Fray Leopoldo se celebró en nuestra Archidiócesis el 12 de septiembre de 2010, que presidió Mons. Angelo Amato, prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, y concelebró nuestro Arzobispo, Mons. Javier Martínez.

VIDA DEL BEATO


Fray Leopoldo nació en Alpandeire, un pueblecito en la sierra de Ronda, en 1864. Años más tarde ingresó en el convento de capuchinos de Sevilla, y tras algunos períodos en Sevilla y Antequera, fue trasladado a Granada.

El oficio de limosnero es el que define prácticamente la vida de Fray Leopoldo de Alpandeire: «Fray Leopoldo es limosnero. Si cogemos el diccionario de María Moliner, por ejemplo, limosnero es el que da limosna, no el que recibe. Fray Leopoldo lo que daba era a Dios, era el que testimoniaba el amor de Dios, la escucha del pobre, del oprimido, el que aconsejaba al que se acercaba, el que oraba con la gente y a veces enseñaba a orar, y el que ayudaba, pues si tenía algo en la alforja, pues ayudaba con aquello que tenía, que era por cierto muy poco», indica Fray Fernando Linares, administrador de la obra social de Fray Leopoldo.

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