El Arzobispo de Granada presidió el retiro del clero diocesano de su Diócesis. “Todas las veces en que nos reunimos es una ocasión para expresar la gratitud por una doble gracia: la gracia de ser cristianos y de ser sacerdotes”. Así se dirigió el Arzobispo de Granada, D. Javier Martínez, en el retiro del clero del pasado 26 de noviembre en el Seminario San Cecilio.
“Una gracia que no es fruto de nuestros méritos, ni de nuestras cualidades, sino de la misericordia del Señor. Y esa gratitud nos da una libertad grande también con respecto a las circunstancias de nuestra vida o a la fecundidad de nuestra misión. Nosotros no tenemos que obtener determinadas metas en ningún sentido, sólo tenemos que decir sí al Señor cada día en las circunstancias en las que estamos, que el Señor pueda pasar por nosotros, hacerse presente a los hombres, a las personas que se encuentren con nosotros, que pasen por nosotros, reflejar el rostro de Cristo, que pase por nosotros la gracia del Señor, su amor hacia todos los hombres”.
Asimismo, D. Javier Martínez se refirió a la desproporción que los sacerdotes pueden sentir ante la magna tarea del ministerio sacerdotal. En este sentido, el Arzobispo señaló que sólo la misericordia y gracia del Señor salva esta desproporción. “Pídele a Dios que nunca te sientas capaz, es decir, que permanezca en tu vida esta desproporción entre lo que uno puede hacer con su esfuerzo y el don inmenso que Dios nos da”, afirmó D. Javier Martínez, en referencia a las palabras que a lo largo de todo su magisterio –en Madrid, Córdoba y Granada- ha dirigido a aquellos que estaban a punto de ordenarse sacerdotes.
Por su parte, el Vicario General de Pastoral y Delegado del Clero, D. Blas Gordo, fue el encargado de exponer a los sacerdotes allí congregados una reflexión sobre la espiritualidad del Adviento, que ahora comenzamos, y sobre Jesús como centro de comunión y salvador del mundo.