«Que el grito de la paz se alce con fuerza para que llegue al corazón»

Monición de entrada leída por el Delegado de Pastoral Juvenil, D. Francisco Mingorance, en la Vigilia de oración por la paz en el mundo, en la Santa Iglesia Catedral de Granada, el día 7 de septiembre entre las 19 y las 24 horas. Las oraciones y la adoración al Santísimo Sacramento estuvieron guiadas por los grupos diocesanos de Pastorales de Juventud y Universitaria, Renovación Carismática, Esclavas Carmelitas de la Sagrada Familia, Comunidad Fe y Vida, y los seminaristas del Seminario diocesano «San Cecilio. Mons. Javier Martínez, Arzobispo de Granada, presidió la Eucaristía. Durante el rezo y la adoración al Santísimo los sacerdotes, entre ellos nuestro Arzobispo, administró el Sacramento de la Penitencia.

El pasado 2 de septiembre nuestro Arzobispo nos invitaba a los files de Granada y a todos los hombres de buena voluntad a tener una jornada de oración por la paz en Siria, en Oriente Medio y en el mundo entero.

En esta celebración traducimos en oración a Cristo; Príncipe de la Paz, el grito que sube de todas partes de la tierra, de todo pueblo, del corazón de cada uno, de la única gran familia que es la humanidad,con angustia creciente: ¡es el grito de la paz! El grito que dice con fuerza: ¡queremos un mundo de paz, queremos ser hombres y mujeres de paz, queremos que en nuestra sociedad, destrozada por divisiones y por conflictos, estalle la paz; nunca más la guerra! ¡Nunca más la guerra! Que el grito de la paz se alce con fuerza para que llegue al corazón de todos y todos depongan las armas y se dejen guiar por el deseo de la paz.

Hagamos nuestras las intenciones de oración de nuestro obispo para este encuentro. Pidamos al Señor que mueva el corazón de las partes en conflicto para que escuchen la voz de su conciencia y emprendan con valentía y decisión el camino del encuentro, superando la ciega confrontación. Supliquemos para que la Comunidad Internacional haga todo el esfuerzo posible para promover iniciativas claras a favor de la paz en Siria, Medio Oriente y en las demás regiones basadas en el diálogo y la negociación, por el bien de toda la población.

A María le pedimos que nos ayude a responder a la violencia, al conflicto y a la guerra, con la fuerza del diálogo, de la reconciliación y del amor.

Ella es Madre: que Ella nos ayude a encontrar la paz. Todos nosotros somos sus hijos. Ayúdanos, María, a superar también este momento difícil y a empeñarnos a construir cada día y en todo ambiente una auténtica cultura del encuentro y de la paz.

María, Reina de la paz, ¡ruega por nosotros!

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