Sobre la vida consagrada en la Jornada Mundial de la Vida Consagrada.
«La nueva evangelización se ha transformado en discernimiento, es decir, en capacidad de leer y descifrar los nuevos escenarios, que en estas últimas décadas se han creado en la historia de los hombres, para convertirlos en lugares de anuncio del Evangelio y de experiencia eclesial» (Instrumentum laboris del Sínodo para la Nueva Evangelización, n. 52).
La nueva evangelización pide que se visibilice un modelo de Iglesia que esté a la altura de los retos que lanza el mundo de hoy a la fe cristiana y a la Iglesia universal. La riqueza y variedad de instituciones nuevas que surgen en la Iglesia son testimonio de cómo la vida consagrada es ya en sí misma una elocuente expresión de la presencia del Señor Resucitado (…), como una especie de Evangelio desplegado durante los siglos.
El Espíritu Santo ha capacitado de forma especial a las nuevas formas de vida consagrada para la nueva evangelización. Se trata de comunidades evangelizadoras en donde la base está la consagración bautismal, dignidad que revela su vocación a la santidad y al apostolado, la participación en la misión de Cristo, como también los carismas que el Espíritu Santo da a los bautizados, según el plan sabio y generoso de Dios, la importancia de la Palabra de Dios para la transmisión de la fe, la fraternidad universal, la comunión de todos como elemento esencial e imprescindible de la misión.
La mayor eficacia en la construcción y el anuncio del Reino que nace del derecho de todos los hombres al Evangelio, lleva a estos nuevos consagrados a ser testigos con audacia misionera; no solo atender situaciones sociales y culturales que necesitan ser evangelizadas, sino que, ante todo, su razón de existencia está en el mandato de Jesús resucitado, que define la razón misma de la existencia de la Iglesia: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes. Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (cf. Mt 28, 18-20). «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación» (cf. Mc 16, 15). Referirnos las formas nuevas de vida consagrada es descubrir que estamos ante la presencia de un florecimiento y renacimiento misionero de las primeras comunidades cristianas, que enviaron apóstoles al mundo entero a llevar con ardor interior la Buena Noticia de Jesucristo, impulsados y vivificados por el Espíritu Santo.
Teresa Rodríguez Arenas, FMVD
Vicecanciller Arzobispado de Granada