Reflexiones en las estaciones de penitencia en la Catedral de las Hermandades y Cofradías de Granada en el Viernes Santo.
“Cristo de la Buena Muerte, enséñanos a caminar contigo, amando y sirviendo”
Estación de penitencia de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Nuestra Señora del Amor y del Trabajo (Ferroviarios) en la S.I Catedral. Meditación del Deán del Cabildo catedralicio, D. Juan Gutiérrez, ante el Cristo de la Buena Muerte el Viernes Santo.
Evangelio:
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto al discípulo al que amaba, dijo a su madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Luego, al ver al discípulo: “Ahí tienes a tu madre”. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio. Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo: “Tengo sed”. Había allí un jarro lleno de vinagre y sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: “Está cumplido”, e inclinando la cabeza entregó el espíritu.
Oración:
Señor, Jesús, Cristo de la Buena Muerte. Hoy, Viernes Santo, celebramos tu y Pasión y tu Muerte con la certeza de que estás vivo, estás resucitado, glorioso. Estás con nosotros. Has vivido y has entregado la vida con sed. Tú eres la fuente de la vida. Tú has tenido y tienes sed de nuestra vida, de nuestra vida, de nuestra dicha, de nuestro amor, de nuestra grandeza, de nuestra felicidad. Tú has venido para que cada hombre y cada mujer tenga una vida plena, una vida perdurable, una vida eterna. Hoy te miramos clavado en la cruz. Creemos en Ti. Tú eres el Señor, el Mesías, el que has muerto y has resucitado y nos acompañas en nuestro caminar.
Enséñanos a caminar contigo, amando y sirviendo, dando vida, como lo has hecho Tú. Bendice, Señor, a todos los hermanos de esta cofradía, que procesionan hoy tu imagen en la cruz. Que por la fe gocen siempre de tu amor. Bendice también Señor a esta ciudad y de una forma especial a la Iglesia aquí en Granada, y en el mundo. Junto a ti Señor en esta tarde de Viernes Santo, un recuerdo especial en este día para tantos cristianos que son perseguidos y martirizados en tantos países. Llénalos, Señor, de fortaleza.
Padre Nuestro que estás en el Cielo,
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu Reino.
Hágase tu Voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal.
Amén
Juan Gutiérrez
Deán del Cabildo de la Catedral
“Cristo de los Favores, que llegue a todos los hombres la abundancia de tu bendición”
Meditación del Deán catedralicio, D. Juan Gutiérrez, ante la Sagrada Imagen del Cristo de los Favores, en la estación de penitencia en la Catedral de la Cofradía de Penitencia del Santísimo Cristo de los Favores y María Santísima de la Misericordia Coronada el Viernes Santo.
Del Evangelio de San Mateo:
Desde la Hora Sexta hasta la Hora Nona vinieron tinieblas sobre la tierra. A la Hora Nona, Jesús gritó con voz potente: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. Al oírlo, algunos de los que estaban allí dijeron: “Está llamando a Elías”. Enseguida, uno fue corriendo, cogió una esponja empapada en vinagre y sujetándola con una caña le dio de beber. Los demás decía: “Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo”. Jesús, gritando de nuevo con voz potente, exhaló el espíritu. Palabra del Señor.
Oración:
Señor, Jesús, Tú que estás vivo y glorioso, cada año nos concedes celebrar tu Pasión y tu Muerte en la cruz, para mostrarnos el camino que conduce a la gloria, a la resurrección, a la vida, al reino.
Te bendecimos por tu Pasión, en este Viernes Santo en el que celebramos tu muerte. Por tu Muerte y tu Resurrección, por este misterio que nos comunica la vida y el perdón de los pecados, nos concedes tu amor que nos hace hijos de Dios.
Enséñanos, Señor Jesús, a seguir tu camino; que también cada persona pueda pasar por el mundo haciendo el bien, que cada uno sea bendición para los demás. Que llegue a todos los hombres la abundancia de tu bendición, la paz y tu perdón; que se realice un mundo nuevo que Tú has anunciado y por el que has muerto y has resucitado. Danos, Señor, entrañas de misericordia. Tú eres para nosotros el don de Dios, el tesoro, el que nos traes la vida, el que nos acompaña, el que nos perdona y nos resucita.
Padre Nuestro que estás en el Cielo,
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu Reino.
Hágase tu Voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal.
Amén
Juan Gutiérrez
Deán del Cabildo de la Catedral
“Jesús, enséñanos a morir cada día al hombre viejo”
Meditación en el Viernes Santo del Deán catedralicio, D. Juan Gutiérrez, ante el Santísimo Cristo de la Expiración, durante la estación de penitencia de la Hermandad Escolapia del Santísimo Cristo de la Expiración y María Santísima del Mayor Dolor.
Evangelio:
Era ya la Hora Sexta y vinieron tinieblas sobre la tierra, hasta la Hora Nona, porque se oscureció el sol, el velo del templo se rasgó por medio y Jesús, clamando con voz potente, dijo: “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”. Y dicho esto, expiró. El centurión al ver lo ocurrido daba gloria a Dios diciendo: Realmente, este hombre era justo. Toda la muchedumbre que había concurrido a este espectáculo, al ver las cosas que habían ocurrido, volvían dándose golpes de pecho. Todos sus conocidos y las mujeres que le habían seguido desde Galilea se mantenían a distancia viendo todo esto. Palabra del Señor.
Oración:
Señor, Jesús, Tú que eres el inocente, has muerto en la cruz desnudo, abandonado, lejos de tus amigos, insultado, culpable de haber revelado tu identidad: ser Hijo de Dios. Tus últimas palabras ponen el sello a todo lo que has vivido y manifiesta, la fe y amorosa obediencia a la voluntad de Dios. “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”.
Jesús, Te damos gracias porque con tu muerte has inaugurado un camino nuevo. Dios está cerca de nosotros.
Jesús, enséñanos a morir cada día al hombre viejo, concédenos vivir la vida nueva que nace de tu resurrección. Te pedimos por todos los hermanos de esta hermandad; que puedan descubrir tu Presencia alentadora en medio de nosotros. Escucha las súplicas de los que sufren. Da fuerza y valor a todos los que llegan a los últimos momentos de su vida en este mundo.
Padre Nuestro que estás en el Cielo,
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu Reino.
Hágase tu Voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal.
Amén
Juan Gutiérrez
Deán del Cabildo de la Catedral
«No hemos correspondido a tu amor Señor. Perdónanos. Ten misericordia”
Meditación del canónigo de la Catedral D. Antonio Muñoz Osorio en la estación de penitencia en la Catedral el Viernes Santo de la Hermandad del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de la Soledad y del Calvario.
Evangelio:
San José de Arimatea, que era discípulo clandestino de Jesús por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejaran llevarse el cuerpo de Jesús y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo vendaron todo con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para pos judíos era el día de la preparación y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.
Oración:
Señor, Jesús, dos discípulos tuyos tomaron tu cuerpo, lo envolvieron en una sábana y lo llevaron al sepulcro donde había un huerto cercano, donde recibiste sepultura. Tu fidelidad a la voluntad del Padre y tu amor inmenso a las personas te llevaron hasta aquí. Con tu sepultura el corazón de tu Madre quedó embargado de dolor y de soledad. Pero en medio de esas tinieblas brillaba la esperanza cierta de que Tú resucitarías como habías dicho.
Señor, en este momento recordamos que un apóstol tuyo te traicionó; que otro renegó de Ti; que los demás discípulos fueron y te dejaron solo; que el pueblo prefirió la libertad de un bandido y pidió tu muerte en la cruz, que se burlaron de Ti. Al contemplar ahora tu imagen nos viene a la memoria la pregunta estremecedora que hemos escuchado en la liturgia de esta tarde: “Pueblo mío, qué te he hecho, en qué te he ofendido. Respóndeme. Qué más debía hacer por ti que no hiciese. Yo te planté, viña mía, preciosísima y tú me has salido tan amarga, pues en mi ser me diste a beber vinagre y con la lanza abriste el costado de tu Salvador”.
Señor, Jesús, nosotros también estamos insertos en esa historia de infidelidad, de pecado y de ingratitud. No hemos correspondido a tu amor Señor. Perdónanos. Ten misericordia de nosotros.
Padre Nuestro que estás en el Cielo,
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu Reino.
Hágase tu Voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal.
Amén
Antonio Muñoz Osorio
Canónigo del Cabildo de la Catedral
“Señor, enséñanos a amar como Tú nos amas”
Estación de penitencia de la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad y Descendimiento del Señor. Reflexión del canónigo catedralicio D. Antonio Muñoz Osorio, el Viernes Santo.
Evangelio:
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
Oración:
Señor, Jesús, esta tarde hemos contemplado el gran misterio del amor de Dios al mundo. Nos decía el Papa en el Vía Crucis de la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro en el año 2013 que en la cruz de Cristo está todo el amor de Dios, está su infinita misericordia. La cruz es el signo que nos recuerda permanente el amor inmenso de Dios a cada una de las personas. La cruz es el signo de la entrega total. Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo único. En la cruz se manifiesta una desmesura que nos recuerda el amor generoso de Dios, la sobreabundancia de su amor. Dios se ofrece generosamente a sí mismo por nuestra salvación.
Señor, hoy hemos aprendido lo que es amar y que la medida del amor es amar sin medida. Hemos aprendido que la vida tiene pleno sentido si se entrega sin reservas al servicio de los hermanos.
Señor, hoy Tú nos invitas a dejarnos contagiar por este amor y nos enseñas a mirar a todas las personas con misericordia y compasión. Nos pides que hagamos de nuestra vida una ofrenda a nuestros hermanos, sobre todo a quien sufre, a quien tiene necesidad de ayuda, a quien espera una palabra de afecto o un gesto de cariño, a salir de nosotros mismos para ir a su encuentro y tenderles una mano fraterna.
Señor, enséñanos a amar como Tú nos amas.
Padre Nuestro que estás en el Cielo,
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu Reino.
Hágase tu Voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal.
Amén
Antonio Muñoz Osorio
Canónigo del Cabildo de la Catedral