El Arzobispo pasó la tarde de ayer, martes, con los voluntarios y con las personas atendidas en el centro.
La Asociación «Calor y Café» de Granada acogió en la tarde de ayer, martes 1 de marzo, a Mons. Javier Martínez, quién visitó su sede principal y conversó con los voluntarios y con todas las personas que allí se encontraban en ese momento, la mayoría sin hogar o con grandes problemas económicos.
Mons. Martínez entró en el local, situado en la calle El Guerra nº 16, y compartió conversaciones, preocupaciones y la merienda con los dirigentes de la Asociación, voluntarios y usuarios del centro, quienes le explicaron sus problemas y necesidades ante la situación en la que viven cada día. Asimismo, el Arzobispo pudo conocer todos los rincones del centro, donde a diario se acoge a más de 100 personas y se les ofrece el desayuno y la merienda, un lugar donde pasar la tarde, un médico y baños para que puedan ducharse.
La presidenta de la Asociación, Ana Sánchez Montoro, le expuso al Arzobispo todo el trabajo que realizan, que además de la sede central, tienen dos pisos de acogida, reparten alimentos, mantienen un ropero, realizan talleres, actividades y excursiones y tienen proyectos de desarrollo en África. Asimismo, Ana Sánchez mostró al Arzobispo todas las necesidades y dificultades que tienen para poder atender bien a todo el que les pide ayuda.
«ACOGEMOS A TODAS LAS PERSONAS»
La Asociación «Calor y Café» surgió hace 28 años y fue fundada por Ana Sánchez Montoro, quien actualmente es su presidenta. «Cuando tenía 33 años nació mi hijo pequeño, Jesús, que murió con 27 años. Tuve una enfermedad y me dieron 6 meses de vida y yo me planteé mi vida: qué era, qué había sido, cómo la llevaba…, y no me gustaba. Estuve dos años enferma y cuando me fui mejorando pensé que mi vida tenía que cambiar. Dios me fue poniendo personas en mi vida para que yo fuera cambiando y encontré el sentido de mi vida: era ‘Calor y Café´», ha explicado Ana Sánchez.
La ayuda a las personas de la calle comenzó por un encuentro con una de ellas: «Iba andando por la calle, estaba todavía bastante enferma, me encontré un hombre que estaba tirado en la calle y no sé que pasó, yo lo miré a él, él me miró a mí y le pregunté que qué le pasaba. Me dijo que estaba en la calle y empecé a ayudarle», ha señalado la presidenta de la Asociación, que, tras 28 años, ha visto cómo crecían las personas que se le acercaban en busca de, al principio, comida y todo tipo de necesidades.
Ana llamó a una amiga suya, Mari Carmen –quien todavía sigue a su lado- y comenzaron a hacer comida cada día y a repartirla en la calle hasta que el marido de su amiga buscó un local, el la calle Colegios, donde han estado durante 26 años. Era un local de 42 metros cuadrados y hacían lo que podían, pero cada vez iba más gente y acaban de abrir una nueva sede, en la calle El Guerra, donde pueden atender a las más de 100 personas que se acercan cada día a por un poco de «calor humano» y un «café» que les alimente. «Estamos muy contentos porque tenemos un espacio digno, en condiciones», ha explicado Ana.
En este nuevo local cubren muchas más necesidades pero tienen que pagar el alquiler más los gastos diarios y necesitan más ayuda. El ánimo de seguir ayudando a cuanta más gente mejor hace que pidan un piso más, voluntarios, alimentos, leche, azúcar, gel de baño, etc. Además, a parte de sostener el centro, dan cada sábado comida a unas 150 familias y ropa. El centro también se ha abierto durante las olas de frío para cuidar de los que duermen en la calle.
«Aquí viene toda clase de gente. Somos una familia grande que vamos creciendo cada vez más. La gente viene con mucho respeto, gente que no tiene para tomarse un par de cafés, que no puede desayunar por las mañanas, gente que no se puede duchar porque no puede pagar el agua, gente que no puede lavar la ropa porque no tiene dinero, gente que vive en la calle que viene a recoger aquí su correspondencia…», ha afirmado la fundadora de la Asociación.
«Calor y Café» sigue abierta cada día para ayudar a los que no quiere nadie, los que están solos y no tienen ni un techo: «Nosotros acogemos a todas las personas, nunca les preguntamos a nadie qué son, qué hacen…», ha señalado Ana Sánchez. Asimismo, ha asegurado que abrieron un día el centro para ver «qué surgía del amor» y la consecuencia es el gran número de personas que son ayudadas en sus necesidades.
Pedro Flores