En la fiesta de Todos los Santos, en su homilía durante la Eucaristía en la S.I Catedral con motivo de esta Solemnidad que celebramos en la Iglesia, el Arzobispo Mons. Javier Martínez ha subrayada que los cristianos celebramos la vida, no la muerte, en alusión a la fiesta de Halloween, extendida por todas partes «como la cosa más normal del mundo» y «vacía de contenido».
Respecto a esta celebración tan extendida, «es una transformación que da la vuelta a la experiencia cristiana. Halloween es la celebración de la muerte. Me queréis decir, ¿qué hay que celebrar en la muerte?», preguntaba ante los fieles Mons. Martínez, al mismo tiempo que afirmaba que se trata de una celebración regida por el consumo e intereses económicos en torno a las fiestas.
En este sentido, el Arzobispo insistió en que «no estamos celebrando la muerte, nosotros celebramos la vida, somos el pueblo de la vida». Mons. Martínez recordaba que a los cristianos sólo debe preocuparnos en esta vida una sola cosa y es la de «alejarnos y perder la gracia y la misericordia del Señor», y este hecho –perder la gracia y misericordia del Señor- «no va a suceder por la misericordia del Señor, no por méritos nuestros», por lo tanto «somos los seres humanos más felices que hay en el mundo».
Nuestro Arzobispo explicó que «la victoria final sobre la Historia pertenece al Cordero, pertenece al Dios que es Amor, pertenece a Dios que rescata y salva a los hombres del poder de la muerte». En este contexto de celebraciones de Halloween, Mons. Martínez calificó de «absurdo» celebrar la muerte, «tan absurdo como celebrar Nochevieja», recurriendo así a las palabras de San Agustín al hablar de las celebraciones que festejan el paso del tiempo. En este sentido, se preguntaba Mons. Martínez «¿qué celebramos los hombres si no tenemos fe: que ha pasado un año más, uno menos que nos queda para vivir?».
VER LA VIDA CON LOS OJOS DE CRISTO
«Solo porque Cristo nos ha abierto el horizonte de la resurrección, no sólo el cumplir años, también enamorarse, bailar, cantar una balada, hacer un poema, deja de ser una evasión y algo en el fondo vacío y absurdo, sino algo lleno de sentido», señaló. «Dar la vida, gastar la vida, ese cheque en blanco (…) que implica el hecho del matrimonio y que nuestra cultura cada vez comprende menos, porque es incapaz de dar cheques en blanco: siempre mira el ‘haber’ y el ‘debe’. Ese cheque en blanco es posible cuando uno puede ver la vida con los ojos de Cristo», explicó para referirse a la gratuidad que en nuestra vida ya hemos recibido del amor infinito y misericordioso de Dios por cada uno de nosotros.
Asimismo, Mons. Martínez habló «del triunfo sin límite y sin condiciones del amor infinito de Dios. Ser cristianos es poder vivir a la luz de ese triunfo y la certeza y esperanza de ese triunfo», al mismo tiempo que insistió en que nuestra vocación es la vida eterna.
Sobre la festividad que hoy celebramos, nuestro Arzobispo subrayó que «somos hijos de un pueblo de santos». «Somos hijos de la creación más bella que haya habido en la Historia: la Creación obra de Dios», señaló Mons. Javier Martínez. «Hoy damos gracias a Dios por pertenecer a este pueblo de santos» y por la «comunión de los santos, que proclamamos, cada domingo, en el Credo y nos une a todos con unos lazos mucho más fuertes que los lazos de la sangre, de la lengua, de la región, de la familia, o de ninguna otra cosa», concluyó.