Artículo publicado en el Semanario diocesano «Fiesta» del Delegado Episcopal de Vida Consagrada y Visitador de Vida Contemplativa, D. Julio Pérez Nieto, sobre la clausura del Año de la Vida Consagrada, que tuvo lugar el pasado 2 de febrero, en Roma, donde participó el sacerdote diocesano de Granada.
La sensación, a veces un tanto generalizada en la sociedad de hoy, pretendidamente muy avanzada, de que la Iglesia y más concretamente la Vida Consagrada es algo del pasado, se me ha evidenciado como falsa, aparte de mi convicción personal, en la experiencia vivida en los días de la clausura del Año de la Vida Consagrada en Roma.
Tres realidades me han llamado poderosa y gozosamente la atención:
1.- La cantidad de nacimientos de formas nuevas de Vida Consagrada que se están produciendo entre la gente joven de nuestro tiempo y en los más variados países y culturas. Se percibe en ellos, sin duda como impulso del Espíritu Santo, un entusiasmo y entrega generosa por la vivencia radical del Evangelio, tratando de reproducir el estado de vida de Jesús con los carismas más variados y con la característica común de hacerse presentes allí donde el sufrimiento y las heridas de todo tipo se dan en los hombres de hoy. Una entrega que se hace presente anunciándoles y confortándoles para que puedan descubrir a Jesucristo. Ciertamente, esto no es algo nuevo en la Iglesia pero se percibe como novedad por la juventud de sus miembros y la búsqueda del modo de situarse dentro de ella.
2.- En segundo lugar me ha impresionado la variedad incontable de carismas. En realidad no es extraño teniendo en cuenta la infimita fecundidad del Espíritu Santo y la infinita e inagotable imitabilidad de Jesucristo. La inconmensurable riqueza espiritual de Jesucristo hace que el Espíritu Santo haga resurgir otras congregaciones, institutos, comunidades apostólicas, etc, que quieren poner de relieve en su estilo de vida alguna dimensión especial de la vida de Jesucristo.
3.- Finalmente, me ha impresionado el Papa Francisco. He podido percibir su proverbial sencillez, cercanía, profunda vida interior y la claridad y contundencia de su pensamiento y enseñanzas sobre la vida consagrada. Lo he percibido en los actos de clausura de la Vida Consagrada como en la situación de gracia que el Señor me ha concedido pudiendo concelebrar con él en la capilla de Santa Marta y en los saludos personales con él.
La Vida Consagrada en la Iglesia no sólo está viva, sino muy viva y con una fuerza especial del Espíritu Santo para la evangelización de nuestro mundo.
Julio Pérez Nieto
Delegado Episcopal de Vida Consagrada y Visitador de Vida Contemplativa