Bajo el título “Mujeres que rompieron barreras. 1940: Las primeras del Opus Dei”, la historiadora Inmaculada Alva pronunció el viernes, 17 de noviembre, una conferencia en el Colegio de Arquitectos, invitada por el Colegio Mayor Alsajara.
La ponente, que fue presentada por la magistrada malagueña María Sedano, comenzó describiendo la visión de Josemaría Ecrivá en relación a la mujer. En este sentido citó algunos escritos de Escrivá fechados entre los años 30 y 40 en los que, en abierto contraste con las ideas dominantes de la época, presagiaba la presencia de hijas suyas en actividades como la cultura, la prensa, los espectáculos, la empresa, la arquitectura, la medicina, etc. “Y ello, en un momento histórico en que, derogadas las leyes promulgadas por la segunda República, se restableció el Código Civil de 1889, bajo el que la mujer quedaba bajo la tutela del padre o del marido, con un marcado carácter proteccionista, convirtiéndose en muchos sentidos en una eterna menor de edad”.
Según expuso la ponente, fue su confianza en la capacidad de la mujer la que llevó al Fundador del Opus Dei en 1943 a encomendar a algunas de las primeras que le siguieron la fundación de la Editorial Minerva, una editorial hecha por mujeres y para mujeres, con el ambicioso proyecto de promover la literatura de mujeres. O lo que le condujo en ese mismo año a encargarles la creación de una residencia universitaria en la capital de España, cuando el índice de mujeres en las universidades españolas se situaba por debajo del 14% del alumnado.
Entre ese primer grupo de seguidoras de Escrivá, advirtió Inmaculada Alva, había “filólogas, químicas, médicos, historiadoras, empleadas domésticas, investigadoras, enfermeras, poetas, funcionarias, sindicalistas… que habitualmente trabajaban en un mundo de hombres”.
A pesar de ello y en solo 10 años, muchas de estas mujeres salieron de España para llevar el mensaje del Opus Dei a Francia, Inglaterra, Portugal, Italia, EEUU, Colombia, México y algunos otros países, además de a numerosas ciudades españolas.
La conferenciante trazó brevemente la trayectoria de dos de estas mujeres, que destacaron en su área de saber.
Una de ellas sería la murciana Piedad de la Cierva quien comenzó la carrera de Químicas en 1928 y la terminó en el 32 con Premio Extraordinario. Trabajó en el Instituto de Física Teórica Niels Boehr en Dinamarca, y fue pionera en los descubrimientos de la radiación artificial, de la industrialización del vidrio óptico o los aparatos de visión nocturna. En 1945 la lectura de un pequeño libro, Camino, respondió a sus inquietudes espirituales: “Me produjo una gran impresión. Vi que aquel trabajo, que me divertía y apasionaba tanto, podía hacerme santa”, escribió.
Por su parte, Lourdes Díaz-Trechuelo, la primera Agregada del Opus Dei de Sevilla, fue Catedrática de Historia de América y cofundadora de la Escuela de Estudios Hispanoamericanos de Sevilla. Según Inmaculada Alva, es precisamente “su amplitud de espíritu y fuerte vocación profesional lo que le lleva a conectar con el Opus Dei cuando lo encuentra”.
Inmaculada Alva subrayó la coherencia del Fundador, que siempre otorgó a la mujer “un papel que iba más allá de la creación de un hogar, que debía impregnar las profesiones y ocupaciones de la vida civil, aportando lo específicamente femenino”.
Loreto Calderón