Justina Banda, testimonio vivo de la ayuda de Manos Unidas en Zimbawbe

Justina Banda es Misionera Hija del Calvario desde los 15 años. Natural de Zimbabwe, es la séptima de los diez hijos que sus padres, ambos de origen africano, concibieron. La misionera ha tenido la experiencia de vivir en otros países, en diferentes misiones que le han sido encomendadas, por lo que conoce de primera mano las diferencias sociales y alimenticias entre los llamados países desarrollados y los subdesarrollados. Estos días visita nuestra Archidiócesis para dar a conocer la Campaña de Manos Unidas «El mundo no necesita más comida, necesita más gente comprometida».

Actualmente Justina vive en Madrid, acompañando a las ocho monjas que residen en la Casa de las Hijas del Calvario de Madrid, y que son algunas de las primeras misioneras que fueron a evangelizar en África, Brasil y otro lugares. La misionera asegura “estar feliz” de cuidar a estas monjas, a las que está muy agradecida.

La Congregación de Misioneras Hijas del Calvario nació en México en 1885, y Justina recuerda con mucho cariño que fueron precisamente unas monjas de Burgos las que fundaron la rama de la Congregación en Zimbabwe, en 1950, y gracias a ellas conoció la vocación de misionera, a la que sus padres se opusieron al principio, cuenta Justina.

Las hermanas africanas, que ahora casi 100, trabajan en el Noreste, en dos Diócesis de Hwange y Gokwe. 14 comunidades están en Hwange y 4 en Gokwe.

DESDE OHIO A ZIMBABWE

La misión de Justina comenzó en EEUU, donde se formó en Inglés y Matemáticas para poder enseñar las materias, estuvo en la Diócesis de Toledo (Ohio) de 1990 a 1995. Su misión allí consistía en visitar parroquias para hablar de las misiones. También vivió otro período en Alemania dando a conocer las misiones de su Congregación.

Tras 6 años viviendo en Roma, al frente de la vicaría general de su Congregación, Justina regresó a Zimbabwe, su país natal, y trabajó en el gobierno general de las Hijas del Calvario, también colaboró con Manos Unidas y ha realizado varias misiones de la mano de sus hermanas misioneras del Calvario.

Durante diez años, la misionera africana enseñaba inglés y matemáticas en el colegio de los Maristas de Dete, en la Diócesis de Hwange, y lo compaginaba con atender la pastoral de su Congregación, visitando pueblos y parroquias para atender a familias necesitadas.

Además, Justina recorría 9 kilómetros a pie cada semana para dar clases voluntariamente a los niños de las escuelas más desfavorecidas de la Diócesis, a las que nadie quería ir.

MANOS UNIDAS

Justina ha colaborado en muchos proyectos que Manos Unidas desarrolla en Zimbabwe: la construcción de un hogar para huérfanos en Binga, de un salón multiusos para la misión en Dete y la de un hospital en Kariyangwe.

También reformaron la casa de las enfermeras en la misión del Sagrado Corazón en Wanganui, construyeron un pequeño puente para facilitar el acceso a la misión y la construcción de aulas en Victoria Falls.

La gente allí ve como utilizamos la ayuda que nos da Manos Unidas, y esto les ayuda a ellos. Todos conocen a Manos Unidas en Zimbabwe: “Sin Manos Unidas, ¿qué hubiera sido de nuestra gente?”, asegura Justina. Las escuelas y el orfanato se han podido construir gracias a la ayuda de Manos Unidas. “Y en estos proyectos, nosotros vemos la manos de Dios, porque no es fácil”.

“AYUDA A ZIMBABWE”

“Hay gente muy generosa que nos quiere, conoce nuestros proyectos y nos da dinero para llevarlos a cabo. No son gente rica, son pensionistas, pero de lo poco que tienen, dan para las misiones, son muy generosos desde su nivel”. Justina se refiere a sus amigos de Extremadura, con los que creó la Asociación “Ayuda a Zimbabwe” en Cáceres.

Con ellos, han conseguido poner en funcionamiento una plantación de maíz con riego con goteo, han puesto en marcha una explotación agrícola y la creación de una granja de gallinas ponedoras.

APRECIAR LA COMIDA

La misionera africana está visitando estos días varios colegios y parroquias en Granada, para dar a conocer la campaña de un modo que los niños entiendan. Justina les pregunta: “¿Qué habéis comido hoy?” Y cuando los niños terminan de enumerar los alimentos que componen las cinco comidas diarias a las que acostumbramos, ella les muestra qué es lo que come un niño africano normalmente. “Así lo entienden, y en seguida me preguntan cómo pueden ayudarnos”.

También les decía a los niños: “Tenéis que apreciar lo que tenéis en el plato, si vais a África y regresáis, apreciaríais lo que tienes en el plato”. Justina insiste en que es importante ser agradecido con todas las personas que nos rodean cada día, y así se lo hizo ver a los niños en Granada.

Manos Unidas celebra la Campaña “El mundo no necesita más comida, necesita más gente comprometida” hasta el próximo 12 de febrero, Jornada Nacional de Manos Unidas. Ese día, el dinero que se done en las colectas de la Eucaristía en nuestra Archidiócesis, será destinado a Manos Unidas.

El dinero, según dice Justina, es lo que más ayuda a que estos proyectos salgan adelante “La gente me pregunta: ‘¿de verdad ese dinero llegas a vosotras?´ Esto me ha animado a estar aquí hoy y a dar testimonio de que todo el dinero que Manos Unidas nos manda llega a nosotras, y soy testigo también de que los proyectos funcionan”.

Rosa Die Alcolea

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