Fallece el sacerdote granadino D. Manuel Moreno Sanz. En la madrugada del domingo 26 de octubre fallecía en su domicilio el benemérito sacerdote diocesano Manuel Moreno Sanz, que se autodenominaba el Hermano Manolo. Contaba ochenta y tres años de edad. Había nacido en Antequera, aunque sus estudios sacerdotales los hizo en Granada, donde fue ordenado el 29 de junio de 1951 por el Arzobispo Balbino Santos.
Su ministerio, en sus primeros años de vida activa, discurrió en las parroquias de Santa Cruz del Comercio y Cacín, Zafarraya, Ventas de Zafarraya y el Almendral. Después sirvió a Cájar y Monachil, pasando en 1971 a San Isidro con el encargo también de San Antonio de Padua. En los últimos años, fue destinado a la parroquia de San Ildefonso, donde cesó en 1999. La imagen del cura menudo en su Vespa fue muchos años familiar en Granada.
Sacerdote de piedad profunda, basada sobre todo en la sencillez y el trato con Dios “que nos quiere mucho”, según su frecuente estribillo. Como contemplativo, la adoración de la Eucaristía fue constante en su quehacer diario y en su catequesis. Oraba y enseñaba a orar. Siempre tenía habilitaba una capilla en las diferentes casas parroquiales donde ha vivido, con acceso libre de sus feligreses, contagiados de su devoción.
Un grupo numeroso de personas, imbuidas de su espíritu de fraternidad y compromiso, le han acompañado en sus diferentes destinos. La Caritas Parroquial ha tenido gran actividad en todas las parroquias que ha servido, con la implicación de los seglares. Tras su estancia en San Ildefonso y llevado de su compromiso social, puso en pie la asociación Amigos de Betania, que ha llevado a cabo varios proyectos. Uno de ellos tenía esta finalidad: “Por una vivienda digna”. Una treintena de seglares, con él a la cabeza, han buscado medios para comprar pisos y cederlos en alquiler simbólico a familias de extrema pobreza.
Otro proyecto les ha llevado a becar los estudios de niños necesitados de Ecuador, de la India y de Kenia, necesidades concretas que conocía a través de misioneros, y que visitaban tanto él como miembros de su grupo. La espiritualidad de Foucoul predominaba en su actividad y en sus grandes convicciones. Participaba en un grupo de fraternidad sacerdotal. Ha fomentado grupos de oración en Argentina y Chile, países que ha visitado en muchas ocasiones, durante los veranos, para ayudar a parroquias necesitadas. La prensa de allí alababa la labor del cura granadino.
Nunca faltaba en las Pascuas de Navidad y Resurrección la felicitación del Hermano Manolo -una simple cuartilla con un texto sabroso y una imagen alusiva-, repartida personalmente con semblante sonriente y cruz de madera al cuello en las reuniones de presbíteros y fieles.
Los sufrimientos de los últimos meses a causa de su enfermedad han purificado a este sacerdote ejemplar, testigo coherente del Evangelio, de vida pobre, temple apostólico con empuje y espiritualidad acendrada en la confianza y en la alegría. Ya descansa en la paz del Señor, a quien amó y sirvió.
Juan Sánchez Ocaña