Entrevista a la Responsable de la Oficina del menor y personas vulnerables: acoger, escuchar, acompañar, curar…

Entrevista a Valentina Gobbo, sobre la actuación de esta Oficina en la Archidiócesis de Granada y el trabajo que realizan en la formación para garantizar entornos seguros. 

Tolerancia cero. Así se afronta desde las Oficinas de protección al menor en las diócesis españolas los casos de abusos a menores en el ámbito eclesiástico, siguiendo asimismo las directrices indicadas desde la Santa Sede. En la Archidiócesis de Granada, se trabaja también por la formación en entornos seguros en los ámbitos eclesiásticos.

Desde el año 2021, la Archidiócesis de Granada cuenta con una Oficina de protección al menor, puesta en marcha por el prelado emérito D. Javier Martínez. En virtud de un decreto del año 2023 del actual arzobispo Mons. José María Gil Tamayo, se renovó esta Oficina, que amplió su nombre al de “personas vulnerables”.

Conversamos con la Responsable de esta Oficina de protección al menor y personas vulnerables en el Arzobispado de Granada, Valentina Gobbo, que subraya la importancia de la prevención de presuntos casos, desde la formación. Precisamente, durante este curso se están desarrollando en la Archidiócesis jornadas formativas para garantizar entornos seguros, a las que asisten personas vinculadas a las parroquias, catequistas, cofradías, y fieles en general, a través de los grupos que se forman por arciprestazgos.

La web diocesana www.archidiocesisgranada.es ofrece el Decreto y los protocolos marco de actuación ante estas situaciones, así como información sobre los cursos de entornos seguros. Dicha Oficina está integrada por un equipo multidisciplinar, entre ellos psicólogos, y su ‘modus operandi’ es siempre en la más absoluta de las discreciones. (VER OFICINA DE PROTECCIÓN AL MENOR)

¿Cuál es el objetivo de la Oficina de protección al menor?
Siempre, siempre, siempre, la escucha. Independientemente de cómo se haga la denuncia, cómo la recibamos, nosotros le hacemos un seguimiento a esta denuncia y una vez que se tenga la verosimilitud, entonces pasa lo que es la instrucción y el señor arzobispo tiene que tomar cartas en el asusto, una investigación previa, entre otras cosas y, luego, si la investigación previa arroja que hay verdad en la denuncia, o sea que es una denuncia real, entonces uno lo manda al dicasterio correspondiente (si es un sacerdote diocesano, pues lo mandaría al dicasterio para la Doctrina de la fe). La Oficina, además, se preocupa por las personas vulnerables. La persona vulnerable es toda aquella persona que, por condiciones psíquicas, psiquiátricas, físicas, en principio no pueden valerse por sí mismos. Entonces, son personas vulnerables por siempre. Y luego está la vulnerabilidad que es circunstancial, una persona que, en un momento determinado, por ejemplo, esté pasando una necesidad de hambre, etcétera, es una persona que en ese momento de su vida es vulnerable. Entonces, esas personas, si en algún momento sufren algún tipo de abuso, estarían acompañadas siempre por la Oficina de protección al menor y personas vulnerables. El fin último es ese: recibir las denuncias, escucharlas. Nuestra misión como oficina es que todo el entorno sea un entorno seguro. Es decir, que tú como padre, como representante, como tutor, te sientas lo suficientemente confiado para mandar a tu niño a la parroquia, o a la cofradía, o al campamento, o a lo que tenga dentro del sector eclesiástico, y se sientan tranquilos. Eso es lo que queremos alcanzar. Es decir, que no haya ni un solo caso.

La prevención también es muy importante.
Estamos convencidos que el secreto está en la educación y en la prevención. Entonces, el curso de formación que estamos haciendo dentro del protocolo, lo que se le pide a las Oficinas es formar sacerdotes, seminaristas y a los agentes de pastoral. Si mal no recuerdo, en 2021 hubo una reforma en la parte penal, en el capítulo sexto del Código de Derecho Canónico, que es la parte penal, donde se incluyen a los laicos que cometan abuso dentro del ámbito eclesiástico. Es decir, que ya no es solamente los delitos de abuso o los abusos que ya han podido cometer los clérigos religiosos, religiosas, sino también todos los que trabajan en el ámbito pastoral. Estamos hablando de catequistas, de monitores de campamento, de directores de coro de parroquias, de cofradías, y con respecto a las personas vulnerables estamos incluso hablando de los visitadores de enfermos.

¿Cuál es la intención del curso de formación?
El curso de formación debe hacerse todos los años, no va a ser repetitivo, sino que vamos a ir avanzando. Ahora, los que ingresen nuevos tendrán que hacer este más los que se van haciendo por año. Hemos comenzado ahora en el 2024. Llevamos ya mil personas formadas entre sacerdotes seminaristas, religiosas y agentes de pastoral y esperamos continuar durante todo este año. Lo que se persigue es un poco informar lo que es formas de abuso y, luego, entonces, implementar el código de buenas prácticas dentro del ámbito eclesiástico.

¿Qué recorrido se está haciendo en la diócesis? Se está haciendo un recorrido formativo en entornos seguros por arciprestazgos. ¿Qué respuestas se está teniendo?
Pues, hemos tenido muy buena respuesta. Hemos ido a diferentes tipos de pueblo. Es verdad que lo hemos querido hacer por el arciprestazgo, pero, bueno, hay parroquias que por sus realidades no lo hemos podido hacer así, sino que lo hemos hecho por parroquias individuales. Por ejemplo, estuvimos en Santo Tomás de Villanueva, había más de 150 personas. Estuvimos en San Juan María Vianay, había unas 190 personas. Es decir, que hemos hecho un buen recorrido donde, más o menos, tenemos unas mil persona formadas. Nuestra intención desde el Arzobispado es que ninguna persona sea monitor de campamento este año sin haber hecho el curso de formación. Y además, pedirle a todos los que preparen campamento que los adultos monitores deben ser proporcional al número de niños atendidos, porque también ahí está, no vaya a ser que haya pocos monitores, muchos niños, y cometamos el error de la negligencia, eso por un lado. Y que cuando empiece el próximo curso, que no haya ningún catequista que no haya hecho el curso de formación, porque es nuestra responsabilidad formar a la gente.

¿Y cómo se participa entonces en esa formación de entorno seguro?
Se participa en la formación a través de tu párroco.

El curso de formación en entornos seguros, ¿va a ser reciclable o va a seguir ampliándose los lugares…?
Claro, la idea es que en 2024 hayamos llegado a todos los rincones de la Archidiócesis, todas las parroquias y a todos los agentes de pastoral, absolutamente a todos. Los que se vayan incorporando nuevos en los años siguientes, este que es básico, y vamos a ir actualizándolos año a año y vamos a ir incorporando más cosas. Incorporando, o sea, no vamos a repetir todo el tiempo lo mismo. La idea es que esté clarísimo dentro de la parroquia cuál es el código de las prácticas y, luego, entonces, vamos a ir ampliando los cursos, los vamos a ir haciendo diferente. Pero tenemos la obligación de llevar estos cursos todos los años.

Qué responsabilidad tienen también las personas en esta prevención, no sólo por asistir al curso de formación, sino en un contexto general.
Al final, se les explica que tienen que firmar un documento que es un documento personal, de compromiso personal, donde han entendido el Código de Buenas Prácticas, donde están dispuestos a trabajar aplicando el Código de Buenas Prácticas, donde entienden la Doctrina Social de la Iglesia y se comprometen a que la Iglesia sea un entorno seguro. Es decir, no solamente damos la formación, sino que la persona, para que pueda quedarse con nosotros, tiene que firmar un documento compromiso que lo ha entendido.

¿Qué se está haciendo en otras diócesis?
Todas las diócesis están llevando a cabo iniciativas, esos protocolos están publicados por el portal de transparencia, todas las diócesis muestran el trabajo que están haciendo. Qué te llega de otras diócesis, qué os ayuda de otras diócesis a esta diócesis y mutuamente qué ayuda a la diócesis de Granada a otra diócesis que le pueda también servir. Nosotros ya tenemos espacios compartidos en la Conferencia Episcopal, con la que nos reunimos dos por año, y donde podemos intercambiar todas nuestras experiencias. Esto le permite también a la Conferencia Episcopal escuchar un poco la problemática que está sufriendo cada una de las diócesis e ir ajustando los protocolos e ir incentivando otras cosas.

¿Cuál es la preocupación actual de las Oficinas diocesanas de protección al menor?
Ahora, lo que más nos está preocupando es el ciberdelito, el ciberbullying, todas estas cosas porque un niño puede sufrir de bullying sin necesidad de estar en contacto con sus compañeros, a través de la inteligencia artificial mal usada, los delitos. Todo lo que tiene que ver con los delitos cibernéticos está afectando realmente al menor. Estamos preocupados por el sexting, por ejemplo. Hay una campaña el contra del sexting, donde indica que el 20% de los jóvenes, chicas y chicos, se suicidan porque no son capaces de sobrellevar todo lo que implica esto y todo es a través de internet, a través de las redes sociales, etcétera. También estamos haciendo un llamado a los catequistas para que a su vez se lo hagan a los padres: que estamos regalando nuestra información, porque nuestros hijos están publicando en las redes sociales que están en la playa, que están en un colegio.

Paqui Pallarés

VER OFICINA DE PROTECCIÓN AL MENOR

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