Los seminaristas de Granada celebraron el día del patrón de la Universidad con una Eucaristía en la Cartuja y una charla impartida por el profesor D. Rocco Buttiglione, acompañados de la mano del Arzobispo de Granada.
El monasterio de la Cartuja de Granada volvió a celebrar un año más el día santo Tomás de Aquino. Monseñor Javier Martínez presidió la misa, que estuvo animado por el canto de los seminaristas de la diócesis.
Durante su homilía, el Arzobispo reflexionó sobre la importancia de la sabiduría cristiana, que en el caso de los seminaristas pasa por el estudio de la teología como un “adentrarse en el misterio de Dios” que se da en toda la realidad, pues toda está marcada por “el ser de Dios”.
D. Javier Martínez afirmó que la sabiduría cristiana no es, a la postre, tanto un ser erudito sino que “tiene que ver con un saber vivir, sobre todo. Un saber vivir de forma que nuestras vidas mismas sean un testimonio de que Dios vive, de que Cristo está en medio de nosotros”. En realidad, el entrar en esta sabiduría supone “entrar en la corriente misma del amor de Dios que se da y, por tanto, crecer en el deseo de darnos al mundo”.
El matrimonio y el sexo según Santo Tomás
La Eucaristía fue seguida de un coloquio a cargo del profesor de filosofía en el Instituto Edith Stein, D. Rocco Buttiglione, acerca del sentido del matrimonio y el sexo cristianos en el mundo de hoy.
El profesor Buttiglione hablo sobre los cambios culturales habidos desde la época de la Revolución sexual de los años 60, en donde se dio un primer gran cambio en la vivencia del sexo, principalmente con la llegada de la píldora anticonceptiva, hasta el día de hoy, en el que ya está arraigada la mentalidad de la anticoncepción.
Partiendo de la reflexión sobre el sentido del sexo según a Santo Tomás, en la que la generación del hijo es el fin del mismo y la familia es concebida a su vez como un “útero espiritual” del niño, Buttiglione habló del amor humano como algo que está llamado a madurar más allá del enamoramiento. “El amor es una decisión de la voluntad que sigue al enamoramiento inicial”, confirmó.
Se puede concebir el sexo “como si” el sentido del mismo no fuese la generación de la comunión, sino una simple búsqueda de uno mismo. El problema es que hoy todo está ligado a la decisión de tener un hijo y, al mismo tiempo, en alguien de veinte o treinta años no existe la madurez suficiente como para poder ser padre, y por lo tanto necesita un acompañamiento.
Entre la Ley y Misericordia
El hombre, que es un ser pasional, tiene que aprender a moderar sus pasiones. El propio Santo Tomás distinguía entre pasiones moderadas y no moderadas. En ese sentido, el profesor Buttiglione recordó un consejo dado por un amigo suyo hace años de que un hombre, cuando mira naturalmente a una mujer, lo que ha de mirar es cómo está “el corazón y la cabeza”. La razón también puede generar pasión, y eso es algo que no se educa ni se suele considerar, por ejemplo. “A los jóvenes les falta ese tipo de educación y no tanto el impulso pasional del enamorado”.
Estamos en una sociedad cuyos educadores naturales les han inculcado una idea de la sexualidad no humana, y eso es muy difícil de desarraigar, “pues les parece tan evidente que casi no aceptan discutirla”. Ahí saltan cuestiones como la de la homosexualidad. Buttiglione apuntó que la experiencia homosexual no tiene sentido desde un punto de vista de la ley natural universal pero, ¿acaso tiene sentido desde un punto de vista de la naturaleza individual?
¿Podemos encontrar culpable a una persona por los actos que comete en su naturaleza individual? Está es la cuestión central, la del Papa Francisco en la Amoris Laeticia. “¡Es exactamente eso!”, subrayó, “cuando te encuentras a uno que vive en una situación equivocada pero lo hace porque en su experiencia humana su naturaleza individual se confirmó mal, ¿qué tienes qué hacer? Decirle la verdad y acompañarlo; no utilizar la verdad como una forma de aplastarlo, sino entender, saber escuchar y esperar el momento justo para decir la verdad”. Lo importante de todo esto es no perder la relación con la persona, hablar en el momento adecuado y no dejar de tener la autoridad para poder hablar.
Ese acompañamiento de la Iglesia en medio del mundo, es lo que puede sintetizarse por esa dialéctica entre Ley y Misericordia.
Ignacio Álvarez
Delegación de Medios de Comunicación Social
Arzobispado de Granada