«El milagro permanente de la caridad»

Crónica de la IX Peregrinación de la Hospitalidad Granadina de Lourdes al Santuario de la Virgen de Lourdes.

El pasado miércoles, 5 de julio, cuatro autobuses salieron desde los aledaños del Nuevo Estadio de futbol de los Cármenes, a las 5 de la tarde, en peregrinaje. Una parte de esta Diócesis, concretamente 162 personas, acompañadas por la junta directiva, el consiliario de nuestra hospitalidad diocesana, dos religiosas y cuatro seminaristas mayores hemos estado en el santuario de Lourdes. Han estado personas enfermas y mayores, otros voluntarios y hospitalarios han acudido para servirlos, y el resto han sido peregrinos corrientes, pero igualmente amantes de la Virgen de Lourdes. Se trata de un encuentro organizado cada año –este ha cumplido su noveno aniversario– por la Hospitalidad de Nuestra Señora de Lourdes, una asociación dentro de la Diócesis de Granada formada por personas que se ofrecen voluntarias para servir, tanto a sanos como enfermos, que peregrinan a este santuario.

Todo comenzó el 11 de febrero de 1858, Bernardette Soubirous, su hermana y su amiga acudieron a la pradera a recoger leña. “Oí un ruido como una ráfaga de viento, pero los árboles no se movían. Levanté la cabeza, mirando a la gruta, y vi a una joven vestida de blanco”, testimonió Bernardette. Esta joven se apareció 18 veces a la niña, entre el 11 de febrero y el 16 de julio de 1858, y sólo ella podía verla. En la novena aparición de esta joven, el 28 de febrero de 1858, ésta le pide a Bernadette que escarbe en la tierra, de donde brota agua fangosa, que más tarde sería la fuente de la gruta de Massabielle de Lourdes. Esta agua, superficialmente ordinaria, es ahora para los cristianos un agua extraordinaria: como gotas de esperanza y paz.

“El milagro más grande es la conversión de las personas en este santo lugar, casa de la fe y puerta del cielo”, testimonia José Gabriel, consiliario diocesano de la Hospitalidad de Lourdes. José Gabriel explica que hay muchos milagros materiales, alrededor de 170 aprobados por la Iglesia, ya que en Lourdes hay un comité formado por médicos y expertos, también religiosas y religiosas, ateas, no creyentes… Y que “cuando ellos aprueban un milagro, es porque se ha investigado profundamente y es real”, asegura José Gabriel Martín.

El tema pastoral de este año es “El Señor hizo en mí maravillas. El Magníficat de la esperanza”, expuesto por el rector del Santuario de Lourdes, el padre Cabes, extraído del Magníficat 2017. Hace referencia a las palabras del Papa Benedicto XVI, cuando dijo que el Magníficat no es el canto de aquellos a los que sonríe la fortuna, “es el agradecimiento de aquellos que conocen los dramas de la vida y ponen su confianza en la obra redentora de Dios”.

El Papa Francisco también ha dicho, en relación al magníficat, que es “el canto de la esperanza, el cántico del pueblo de Dios en marcha a lo largo de la historia (…) particularmente intenso allí donde el cuerpo de Cristo sufre hoy su pasión. Donde está la cruz, para nosotros los cristianos siempre habrá la esperanza”.

Cada año, Lourdes acoge a más de 5 millones de visitantes: cristianos, peregrinos, turistas. Lourdes no es una ciudad como otra cualquiera: es la capital de la oración. Las multitudes de todo el mundo acuden y conforman así la Iglesia visible.

Cada año, a Lourdes acuden alrededor de 70.000 enfermos, acogidos en nueve centros adaptados, y mientras la sociedad actual esconde lo débil y despreciable del ser humano, Lourdes muestra la belleza de los enfermos, el amor de los desheredados.

En Lourdes hemos dado una vez más gracias a Dios por el regalo precioso que nos ha hecho al entregarnos a María como Madre. La Virgen es siempre presencia de Dios, de su vida, amor, perdón y ternura en nuestras vidas; a sus pies hemos depositado nuestros sufrimientos y nuestras fragilidades; en ella, consoladora de los afligidos, hemos encontrado consuelo maternal. María nos ha llevado al encuentro con su Hijo, la misericordia encarnada de Dios. Nuestra Señora de Lourdes nos ha enseñado a acoger a Dios y su voluntad en nuestras vidas para seguir caminando con fe, confiando y esperando siempre en Dios, incluso en la enfermedad y en la dificultad.

A Nuestra Señora de Lourdes, le pedimos que vivamos en verdadera y auténtica fraternidad y hospitalidad, la alegría de nuestra fe y que eso se manifieste en nuestras actitudes, en las sonrisas de nuestros rostros y en la ilusión y esperanza, con la que inundemos las grutas y periferias de nuestra existencia, las grutas y periferias de nuestra diócesis y de nuestro mundo.

Nuestra Señora de Lourdes, contigo y como tú, queremos cantar y contar que el poderoso ha hecho y siguen haciendo grandes maravillas.

José Gabriel Martín Rodríguez
Consiliario Hospitalidad de Lourdes

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