El Santuario de Lourdes es uno de los lugares de peregrinación más visitados del mundo, con más de 20 años de ministerio sacerdotal en este enclave, el P. Horacio Brito, de origen argentino, es el actual Consiliario General de la Hospitalidad de Ntra. Sra. de Lourdes en el mundo. Recientemente ha participado del 45º Congreso Nacional de Hospitalidades celebrado en nuestra diócesis.
¿Cuáles son sus principales funciones como Consiliario General?
Mi cometido principal es asegurar la espiritualidad propia de la Hospitalidad que principalmente se basa en el anuncio de la palabra de Dios, la vivencia de los sacramentos, principalmente la Eucaristía y Reconciliación, velar por el espíritu de oración en los hospitalarios y la práctica de la caridad. Actualmente la Hospitalidad se encuentra en más de 70 países del mundo, especialmente en Europa, América Latina y Asia, compartiendo la misma espiritualidad mariana para todos.
¿Qué valoración hace de este 45º Congreso Nacional?
Ha sido un Congreso muy rico orientado a la próxima celebración en Lourdes de la Jornada Mundial del Enfermo, este será nuestro tema pastoral para el año que viene con el lema tomado del Magnificat: «El Señor hizo en mi maravillas» (Lc 1, 46-55). Queremos contemplar las maravillas que Dios hizo en la Virgen, contemplarla es contemplar nuestra propia humanidad. La Virgen no es una diosa, sino el modelo de vida cristiana, de discípula de Cristo, modelo de la Iglesia.
Una de las ideas que hemos fomentado y vivido en el Congreso es que el hospitalario es aquel que reproduce con su vida, gestos y actitudes, reproduce esa mirada misericordiosa que la Virgen tiene sobre cada uno de sus hijos, se trata de apropiarnos de la experiencia de la Virgen y en Lourdes, también de «Bernardita» para evangelizar.
¿Qué nuevos desafíos cree que afronta la Hospitalidad para llevar a cabo su misión en nuestros días?
Entre nuestro desafíos actualmente como movimiento está el potenciar aún más el contacto humano, afectuoso y cariñoso entre el hospitalario y el enfermo. Como nos dice el Papa en Evangelii Gaudium: hay un estilo mariano en la acción evangelizadora del cristiano. En efecto, cuando contemplamos la persona de María nos damos cuenta de la fuerza revolucionaria que tienen la ternura y el afecto. Las hospitalidades, que son una manera de evangelizar, deben dotarse de una mayor capacidad en los gestos cotidianos de ternura y de afecto, fieles al estilo mariano de la evangelización.
Otro desafío se plantea en llevar a los enfermos a Lourdes. Cuando un enfermo va allí por supuesto que pide su curación pero principalmente lo que el enfermo quiere es hacer una peregrinación, sentirse integrado con los demás peregrinos, sentir que él está en la Iglesia, y que es un peregrino más. Para eso hace falta corazón, manos, piernas que acompañen y sobretodo muchísimo caridad por parte del hospitalario.
Hábleme del papel de los jóvenes en la Hospitalidad…
Aunque la crisis de la fe actual que estamos viviendo en general ha tocado también a la afluencia de peregrinos que van a Lourdes, veo en muchas hospitalidades y diócesis que hay una renovación en el trabajo con los jóvenes, formándoles al ritmo propio de la juventud, haciéndoles descubrir los porqués, hay un futuro en la juventud promisorio. También cada vez hay personas más jóvenes entre las autoridades de la Hospitalidad.
Después de 20 años sirviendo en Lourdes ¿cómo definiría este lugar y su ministerio allí?
El Santuario de Lourdes yo lo definitiva con las palabras de San Pablo: «Allí dónde abundó el pecado, abundó la gracia» (Rm 5,20) . De hecho, si la Gruta de Lourdes pudiese hablar nos hablaría de humanidad, esa gruta está impregnada de la humanidad, de todo lo que es el hombre, lo bueno y lo malo, lo bello y lo feo, y eso uno lo nota en los gestos del peregrino, el peregrino que frota un pañuelo contra la gruta y ese pañuelo viaja a Australia para que un enfermo lo pueda tocar y se pueda frotar contra su rostro, o una madre que frota a su hijo enfermo contra la roca de la gruta…son prueba de cuánta humanidad hay en esa gruta, eso es el Evangelio. Por otro lado en esa Gruta descubrimos la fuente de agua, es decir, la irrupción de Dios en el corazón mismo de esa humanidad. La Virgen María es también nuestra humanidad renovada, trabajada, recreada.
Para mí ser sacerdote en Lourdes siempre fue un servicio a la Iglesia, al Evangelio y los peregrinos. Porque si esto uno no lo toma como un servicio es el más desgraciado de todos los hombres. Como Capellán hay que confesar, celebrar, acompañar, predicar, será siempre un servicio y esa es mi mayor alegría como sacerdote y como ser humano.
Un rincón especial para usted en el Santuario…
El lugar que mas me atrae e interpela es la Capilla de Reconciliación, así como la eucaristía es la cumbre de la vida cristiana, la reconciliación es la cumbre de una peregrinación, y en el fondo ese mensaje de Lourdes es un llamado a pasar de una realidad a otra, del mal al bien, del pecado a la gracia, de lo feo a lo bello, de la injusticia a la justicia, del egoísmo a la caridad. Esa es para mi más hermosa de las capillas, no arquitectónicamente pero si la que está en mi corazón.
Hablemos de milagros…
Hay sesenta y nueve milagros en Lourdes reconocidos por la Iglesia. Un milagro es siempre el signo de la benevolencia que Dios tiene hacia nuestra humanidad, es la manera de decirnos que Dios se ocupa de nosotros, que nos tiene en cuenta, pero siempre el milagro es un signo para ayudarnos a la conversión y el milagro en el fondo es un bien para la persona que ha sido curada, para la Iglesia y para la humanidad.
Siempre me llamo la atención que todas las personas que recibieron un milagro lo primero que hicieron después es ponerse al servicio de los demás, ese es el signo más fuerte del milagro. Evidentemente el milagro por si mismo no nos convierte, lo que convierte es el Evangelio y la libertad para acogerlo y ponerse al servicio de los demás.
María José Aguilar