El corazón del Buen Pastor

Sobre este corazón habló el Papa en la Eucaristía jubilar del clero celebrada hace unos días en Roma. El día anterior, el Santo Padre saludó a los obispos de todo el mundo, entre ellos a nuestro Arzobispo Mons. Javier Martínez, con quien se entretuvo un rato hablando de forma afectiva y fraterna durante esos saludos.

En la víspera de la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, el jueves día 4, y momentos antes de celebrar su meditación vespertina, el Santo Padre saludó a los obispos participantes en el Jubileo del clero que se celebraba en Roma. Entre los obispos a los que saludó estaba nuestro Arzobispo, Mons. Javier Martínez, con quien se entretuvo un rato hablando de forma afectiva y fraterna durante el tiempo de saludos.

Durante toda la semana, un grupo de sacerdotes diocesanos de Granada participaron, acompañados por nuestro Arzobispo, en el retiro del clero, concelebrando la Eucaristía como en la Basílica de los Doce Apóstoles, y en el día jubilar para el clero en el Año de la Misericordia, el 3 de junio, Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, en la Plaza de San Pedro.

En su homilía jubilar del clero, el Papa Francisco habló del corazón del Buen Pastor, del que dijo es «un corazón traspasado por el amor del Señor». «El corazón del sacerdote es un corazón traspasado por el amor del Señor; por eso no se mira a sí mismo -no debería mirarse a sí mismo-, sino que está dirigido a Dios y a los hermanos. Ya no es un ‘corazón bailarín’, que se deja atraer por las seducciones del momento, o que va de aquí para allá en busca de aceptación y pequeñas satisfacciones. Es más bien un corazón arraigado en el Señor, cautivado por el Espíritu Santo, abierto y disponible para los hermanos», explicó el Papa.

«El corazón del Buen Pastor nos dice que su amor no tiene límites, no se cansa y nunca se da por vencido. En él vemos su continua entrega sin algún confín; en él encontramos la fuente del amor dulce y fiel, que deja libre y nos hace libres; en él volvemos cada vez a descubrir que Jesús nos ama ‘hasta el extremo’ (Jn 13,1); no se detiene antes, va hasta el final, sin imponerse nunca», afirmó el Santo Padre.

«El corazón del Buen Pastor está inclinado hacia nosotros, «polarizado» especialmente en el que está lejano; allí apunta tenazmente la aguja de su brújula, allí revela la debilidad de un amor particular, porque desea llegar a todos y no perder a nadie», subrayó el Papa.

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