Descanse en paz, D. Francisco Alonso Rubio

Canónigo emérito de la Abadía del Sacromonte.

El canónigo emérito de la Abadía del Sacromonte, D. Francisco Alonso Rubio, falleció el pasado día 10.

El sacerdote, que fue velado en el Hogar Sacerdotal y recibió sepultura en el cementerio de Lanjarón, recibió la ordenación presbiteral en Granada el 6 de marzo de 1960. Su primer destino fue como párroco coadjutor de la parroquia del Sagrario-Catedral y dos años después asumió el encargo de ecónomo de la parroquia San Miguel de los Gualchos. En 1966 también fue ecónomo de la parroquia de San Antón en Béznar y en 1974 en esta misma responsabilidad en la parroquia de Nuestra Señora del Rosario en Guéjar Sierra.

Natural de Lanjarón y nacido el 23 de marzo de 1937, D. Francisco Alonso Rubio comenzó a formar parte del Cabildo sacromontano el 17 de junio de 1994, donde ha permanecido hasta la actualidad como emérito. En noviembre de ese mismo año, asumió la tarea pastoral de ser capellán de Hospital Universitario en el Campus de la Salud PTS y un año después párroco de la parroquia de la Asunción de Nuestra Señora en Granada. En 2003 llegó como párroco de Nuestra Señora de los Remedios en El Fargue, que compaginó con la de la Asunción de Nuestra Señora, destino éste último en el que pasó a ser párroco emérito el 19 de julio de 2017.

En esa fecha también se convirtió en canónigo emérito del Cabildo de la Abadía del Sacromonte y el 18 de octubre de 2017 pasó a ser capellán del monasterio de San Bernardo de Granada.

SANTA MISA

La Santa Misa por D. Francisco, celebrada el día 11, en el domingo del Buen Pastor, en la parroquia de Nuestra Señora de Gracia, fueron presididas por el arzobispo D. José María Gil Tamayo, y concelebrada por algunos sacerdotes diocesanos, entre ellos el Vicario General y miembros del Cabildo sacromontano del que era emérito. A la celebración también asistieron sus familiares y algunos fieles que quisieron acompañarle en su último adiós, entre ellas las Hermanas de Cristo Rey, que atienden el Hogar Sacerdotal donde residía.

En sus palabras en la homilía ante el féretro, el arzobispo recordó la liturgia del IV Domingo de Pascua, “en una misa, una celebración, un día transido de referencia sacerdotal y, al mismo tiempo, de resurrección”. “El Señor hoy, que es el Buen Pastor, que es el único Sacerdote, de cuyo sacerdocio participa todo el pueblo cristiano por el bautismo (…), ha escogido -como dice la liturgia- hombres de este pueblo, para haciendo sus veces, representándole a Él y participando de Cristo, Cabeza y Pastor en persona, mediante el ministerio ordenado, mediante el sacerdocio. D. Francisco ha vivido esto plenamente, en sus destinos destinos”.

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