«Cuidar y visitar a los enfermos» y «Consolar al triste»

Obras de misericordia para este mes de mayo propuestas por el Arzobispado de Granada para la Archidiócesis, coincidiendo con el Jubileo y Pascua de los enfermos.

«Consolar al triste» y «Cuidar y visitar a los enfermos» son las obras de misericordia espiritual y corporal, respectivamente, propuestas por el Arzobispado de Granada para la Archidiócesis en el mes de mayo, siguiendo así el calendario establecido con motivo del Año de la Misericordia para ayudar a los fieles a practicar y vivir especialmente una obra de misericordia cada mes.

Estas obras de misericordia fueron también propuestas en el mes de abril y en este mes de mayo se propone continuar centrando la atención en ellas. No obstante, esta propuesta no impide que el resto de obras de misericordia corporal y espiritual sean también practicadas y vividas, de tal forma que nos acerquen a hacer experiencia del lema de este Año Jubilar: «Misericordiosos como el Padre».

JUBILEO DE LOS ENFERMOS

Ambas obras de misericordia se proponen coincidiendo también con la celebración, hoy domingo día 1, de la Pascua de los enfermos, que este año adquiere una especial importancia por tratarse del Jubileo para los enfermos, con motivo del Año de la Misericordia propuesto por el Papa Francisco.

La Catedral de Granada ha acogido este Jubileo de los enfermos, en la celebración presidida por Mons. Javier Martínez. La Puerta Santa, como sucede en todas las celebraciones eucarísticas en este Año de la Misericordia, ha permanecido abierta de par de par. La Santa Misa jubilar comenzó con la aspersión del agua bendita sobre los fieles. A la Eucaristía jubilar asistieron la Pastoral de la salud y Hospitalidad Granadina Nuestra Señora de Lourdes, enfermos y fieles en general que quisieron acompañarles.

En su homilía, nuestro Arzobispo habló de la enfermedad que nos llega a todos y no sólo para unos pocos.

NO SOY DUEÑO DE MI VIDA

«Es verdad que hay personas que están marcadas a lo mejor desde su nacimiento por el signo de la cruz, por el signo del dolor o del sufrimiento, pero la enfermedad es patrimonio de todos, más tarde, más temprano, de una manera o de otra. Y por lo tanto, forma parte de nuestra condición humana, igual que el hecho de ser mortales forma parte de nuestra condición humana. Y esa condición es la que es transformada por Cristo, no porque nos haga desaparecer nuestra condición mortal, nos haga desaparecer la enfermedad, como tenemos tendencia a pensar a veces, y hay que pedírselo al Señor: ‘Señor, si es posible, que pase de mi este cáliz, líbrame de esta cruz'», señaló nuestro Arzobispo.

«Pero que sepamos que el verdadero paso es tenerte a Ti, y que la enfermedad tantas veces es una gracia de Dios que podemos experimentar y ver, en el sentido de que a mi me recuerda que yo no soy el dueño de mi vida, y esa es la verdad más importante de todas. Que mi vida pertenece a Otro, pertenece al Señor, sólo que yo sé que ese a Quien pertenece mi vida es Amor, y nunca me va a faltar. Y si soy cristiano, y he recibido su gracia, y participo de su alianza, y soy hijo de esa ciudad celeste, Señor, te tengo a Ti, y teniéndote a Ti, lo tengo todo. Poder vivir eso es una gracia de Dios, y tantas personas lo han experimentado a lo largo de su vida. Pero la enfermedad es también una gracia para las personas que están cerca de los enfermos, porque nos enseñan, nos hacen posible amar un poquito como Dios nos ama», explicó.

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