«Construir un mundo que no sea violento»

En medio de graves violencias, guerras, horrores y hambre en su país, el continente africano tiene esperanza con discretas semillas de paz y reconciliación como las del trabajo de Víctor Ochen, candidato al Premio Nobel de la Paz 2015 y Premio Mundo Negro a la Fraternidad 2015, concedido por la revista del mismo nombre que editan los misioneros combonianos.

Ofrecemos íntegra la entrevista realizada al ganador del Premio Mundo Negro a la Fraternidad en su visita a Granada.

Víctor Ochen ha estado en el CC. Nuevo Inicio del Arzobispado, donde ofreció una ponencia, «Sueños de paz: Misericordia y Acción·, para contar por qué ha sido galardonado por su contribución y promoción de la paz en su país, Uganda. Un galardón con el que los misioneros combonianos quieren hacer llegar hasta nuestras sociedades la realidad del continente africano y con el que reconocen el trabajo de los propios africanos que se implican en la construcción de un país más libre, humano y fraterno.

Durante su estancia en Granada, también ha tenido ocasión de visitar la S.A.I Catedral de Granada, la Capilla Real y la II Exposición de grabado internacional En busca del Paraíso perdido, en la Curia Metropolitana del Centro Internacional para el Estudio del Oriente Cristiano (ICSCO). El Secretariado de Medios de Comunicación Social del Arzobispado ha conversado con él.

Ha recibido el Premio Mundo Negro a la Fraternidad y fue candidato el pasado año al Premio Nobel de la Paz. ¿Cómo se siente?

Gracias por estar aquí y la oportunidad que me dais de compartir con vosotros. El Premio Mundo Negro a la Fraternidad que se me ha concedido es un estimulo muy grande, algo que sinceramente no esperaba y que lo estoy agradeciendo y disfrutando mucho. Este Premio viene en un momento muy importante para la vida de la sociedad y para la vida de nuestro proyecto de paz en África, porque no viene a ser otra cosa que una declaración que nos confirma que el trabajo que estamos haciendo por la paz está en el recto camino y nos confirma y nos estimula a seguir trabajando por la paz. Todo esto es una plataforma para seguir creciendo por la paz.

La revista Forbes le sitúa entre los diez hombres más influyentes del continente africano. ¿Se ve a sí mismo influyente?

Me sorprendió mucho estar entre las diez personas más influyentes del continente africano, en manos de esta prestigiosa revista. Pero me sorprendió mucho más que estuviera entre ellos, entre estos diez personajes, gente millonaria e influyente, cosa que a mí no me hacía identificar. Pero después comprendí que lo que la revista Forbes aceptaba y me incluida era porque estaba formando parte de una plataforma que trabajábamos por la paz. Y esto era lo que apreciaban: el impacto que tiene a nivel de comunidad el trabajo por la paz. Paz, en la revista Forbes, que no es dinero, sino que es un empoderamiento de la gente, es un resaltar el trabajo que hace la gente. Por eso yo no estoy sólo representando esto, sino que detrás de mí hay este montón de gente. No es dinero, no son fuerzas militares, no son soldados, sino que es la transformación de la sociedad bajo el punto de vista de la paz.

Usted ha vivido una infancia dura y ha sido testigo de violencia en su país. De dónde nacen su decisión y sus fuerzas para trabajar por la paz sin que el odio, la venganza o el rencor aparezcan por medio.

Es verdad. Desde que fui joven estuve muy expuesto en un ambiente de violencia. Nací en un ambiente violento. Crecí en un ambiente violento. En mi familia varios murieron. No teníamos comida suficiente. No teníamos oportunidades escolares. Es por todo eso que acepté el reto de permanecer pacífico en un clima de paz, aunque el ambiente exterior nos invitaba a todo lo contrario. La paz es más consoladora que el odio. Una razón por la cual escogí la paz era sencillamente esto, pensando ¿cómo quiero yo el mundo del futuro? Pues, así como quiero el mundo del futuro voy a trabajar sobre ello desde ahora. Quiero construir un mundo que no sea violento. No quiero que sea odio ni violencia. El odio nos consume por dentro y no lleva nada. Como decía el gran Nelson Mandela, «el odio es beber un veneno que te consume a ti mismo». Quiero abrir, quiero empezar una nueva sociedad, que viva donde todos puedan vivir todos juntos en paz. Es posible. El amor sostiene la paz. El odio sostiene la venganza.

AYINET es una fundación que usted ha creado. Háblenos sobre ella.

Gracias por la pregunta. Hace once años que funciona, que empezamos este proyecto de AYINET (African Youth Initiative Network). Esto fue fruto de cuando tenía 13 años en el campo de refugiados donde vivía, donde crecí. Fundé el Peace Club, un grupo para la paz en el mismo campamento de refugiados. Esto, después, dentro de mi, se fue desarrollando en esta asociación AYINET, que hoy en día cuenta con muchos apoyos. Era simplemente crear una estructura que nos pusiese en un clima de paz, no de sufrimiento. Por eso, llevamos estos 12 años trabajando con programas muy concretos para promover la paz, promover la reconciliación, hacer posible que diferentes tribus enfrentadas se encuentren, proyectos de sanación, de curación; curación física, entre las mismas víctimas, algunas con un gran impacto de violencia sexual, víctimas que sufrieron amputaciones, víctimas que volvieron de las experiencias de guerra con los labios cortados, secuestro de gente querida, como un hermano mío que fue secuestrado y no ha regresado nunca a casa. Muchas familias han sufrido estas terribles condiciones y terribles condiciones, estos terribles crímenes. La muerte violenta es el triunfo de la violencia injustificada. Se les quitó a la gente todo, pero lo que no pudieron quitar es el sentido de familia. ¿Qué hacer con los desaparecidos? ¿Qué hacer cuando la familia ha quedado rota? Por eso, ha sido ésta una de las claves que nos ha seguido estimulando a trabajar en AYINET, el permanecer abiertos a este tipo de trabajo de violencia, de problemas que la gente vive. Trabajar, en definitiva, por la sanación de los cuerpos de las personas y por la paz.

Brevemente, cuál es la situación actual de su país y qué puede hacerse desde la comunidad internacional, si es que hay que hacer algo, y qué pueden hacer las autoridades ugandesas.

La situación en el norte de Uganda es tensa, pero las fuerzas rebeldes han salido ya del norte de Uganda y, en este momento, no están presentes en el país, están otras naciones extranjeras, por lo que hay una cierta calma en el norte de Uganda. Uganda es una nación con tensiones, desde que en 1962 fue declarada la independencia, pero que ha sido una independencia muy unida a regímenes militares. El actual presidente lleva 31 años en el poder. Uganda es bonita, la gente, el ambiente, la temperatura. Uganda necesita ir hacia una transición de reconciliación y paz. Por eso, apoyamos todos los procesos que lleven a la paz, a una reconciliación nacional. El papel que puede jugar la comunidad internacional es contribuir a estos procesos de paz, para que la gente sean ellos mismos los propietarios de su economía, de su riqueza, que se les dé a ellos capacidad de decisión. Un punto bueno en el que puede participar la comunidad internacional ha sido el estimular, el participar en la Corte Criminal Internacional para que sean juzgadas, para que se practique la justicia con todas las atrocidades que han sido cometidas en el norte de Uganda. Escoger lo que es políticamente correcto es un trabajo. No es fácil, pero que sea no solamente con un presidente, sino contando con todo el apoyo a nivel democrático de la gente.

La paz es un don y es un bien universal. ¿Cómo podemos cada uno de nosotros, desde los lugares en los que nos encontremos, a contribuir y favorecer la paz?

La paz es verdad es un bien internacional. Nadie la posee por sí, sino que es un bien internacional. Todos tienen que contribuir a la paz. Todos. Pero, para algunos, la paz ha sido como un juego. Hoy sí hago la paz, mañana no trabajo por la paz, cuando en realidad es un bien y es un derecho que todos necesitan vivir y tienen el derecho a vivir. Los africanos desearían vivir en paz. Los africanos desearían poder usar sus recursos, sus propios recursos. ¿No habría más paz en el Congo si los bienes que allí se producen se usaran para sus asuntos internos, para su propia reconstrucción? ¿O el oro y los diamantes, que se pueden explotar en África, se pudiesen usar para la propia reconstrucción interior de las naciones en lugar de saber que desaparecen y salen del continente? Todo esto crea inseguridad. O financiamos la guerra o financiamos la paz. Qué diferente sería si solamente por un día se pudiese trabajar intensamente por la paz.

En noviembre del año pasado, el Papa Francisco viajó a Kenia, República Centroafricana y también Uganda. Cómo vivió aquel viaje apostólico.

El mundo está de suerte de tener un Papa, el Papa Bergoglio, que no es sólo un Papa de los católicos. Es un Papa del mundo. Es un Papa para todos. Escogió sitios, de por sí conflictivos, para visitar, y que necesitaban la solidaridad más que otros y una atención más que otros. Por eso, estoy contento que visitara lugares como Uganda, República Democrática del Congo y Kenia. Ofreció a los jóvenes un mensaje claro y fuerte, paz y reconciliación. Les ofreció un mensaje de misericordia, que se subrayó con el inicio de este Año de la Misericordia. Coincidentemente también la Unidad Africana ha proclamada también este año como el Año de los Derechos Humanos Africanos, que se acopla perfectamente a este mensaje de misericordia del Papa. Los políticos, pregunto, ¿están dispuestos a ofrecer estas mismas oportunidades y retos de trabajar por la paz? El Premio Mundo Negro a la Fraternidad 2015 que se me ha concedido es una afirmación que reconoce esta plataforma de paz en la que mucha gente se está moviendo ya por todo el continente africano. Y con ello uno mi agradecimiento a los misioneros combonianos de España, que con ello confirman esta actitud de la visita por la paz que ha hecho el Papa Francisco a África.

Qué futuro augura a África.

A pesar de todo lo que se diga, a pesar de todo, África está en contacto con la realidad pero no sería real decir que el futuro de África sería fácil. Yo creo en los africanos, y creo en los amigos de los africanos, que están trabajando en este común proyecto. Gente como los misioneros combonianos, hermanos, amigos, gente como el Papa Francisco, que creen en todas las posibilidades que hay, que están vivas dentro del continente africano. Es un sueño poder hablar de la paz en África en estos momentos, pero también es una realidad. África está empezando ya a brillar, pero se necesitan más estrellas que sigan brillando y sigan aportando más luz, y estas estrellas son la juventud, los jóvenes, que son los que pueden aportar auténtica esperanza, auténtica humanidad, pueden aportar que los recursos naturales sean más aprovechados por todos nosotros. Tenemos capacidades y queremos creer que estas capacidades las podemos usar para compartir todo lo que tenemos. Reconstruir la imagen de un continente. Esto es lo que nos hace falta ahora. Esta capacidad de reconstruir la imagen de un continente y creer que tenemos delante de nosotros un futuro brillante: crear jóvenes por la paz y yo me considero en medio de estos jóvenes que trabajan por la paz.

Paqui Pallarés

Publicado en Semanario Fiesta Nº 1133, 14 de febrero de 2016

Disponible la entrevista íntegra en audio.

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