A Óscar Álvarez, laico granadino, en la celebración que tuvo lugar en el Seminario diocesano San Cecilio de manos del arzobispo Mons. Gil Tamayo.
Tras haber sido admitido a las Sagradas Órdenes para recibir el Diaconado Permanente el pasado 16 de diciembre, el granadino Óscar Álvarez recibía el pasado día 31 los ministerios de Lector y Acólito, conferidos de manos del arzobispo Mons. José María Gil Tamayo, en su trayectoria hacia este Diaconado.
La celebración eucarística tuvo lugar en la Capilla de Nuestra Señora de las Angustias y de los mártires granadinos del siglo XX en el Seminario Mayor San Cecilio. Presidida por el arzobispo, fue concelebrada por los delegados episcopales del Clero y de Liturgia, así como por los formadores del Seminario diocesano y otros presbíteros diocesanos. Participaron también seminaristas, familiares y amigos del candidato al diaconado.
“La celebración fue muy sencilla, pero a la vez gozosa”, explica Óscar Álvarez. “Recibir el ministerio de Lector significa estar al servicio de la Palabra de Dios, es decir, proclamar las lecturas no evangélicas. Es un ministerio litúrgico, pero se le pueden encomendar otras funciones fuera de la liturgia como son la preparación de otros lectores, la coordinación de grupos de iniciación a la lectura de la Biblia, la lectio divina…”, señala el candidato al Diaconado Permanente. De igual modo, “recibir el ministerio de acólito significa estar al servicio del altar, sirviendo al ministro ordenado que preside la celebración, y es un ministro extraordinario de la Sagrada Comunión de forma estable”, explica el candidato en relación a las funciones que podrá ejercer tras haberle conferido ambos ministerios.
En sus palabras durante la homilía, el arzobispo Mons. Gil Tamayo recordó la tarea que en el seno de la Iglesia asume a partir de ahora: “Vas a hacer un servicio, pero no es el servicio el que cuenta. Sirves a Dios y a los hermanos”. El arzobispo encomendó esta tarea al patrón san Cecilio, en vísperas de su fiesta litúrgica: “Que san Cecilio, nuestro padre apostólico te dé luz para mantener esa apostolicidad, que es también celo apostólico, que es ganas de anunciar el Evangelio, que es amor por Jesucristo y por su Iglesia, porque el Evangelio es de todos, que esa es la razón de ser de la propia Iglesia a la que vas a servir como ministro”.
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