Celebrado el Encuentro anual de Cáritas Diocesana con el lema «Llamados a ser comunidad», con la participación de 290 voluntarios y miembros de 104 Cáritas Parroquiales de la Diócesis.
Ser «Iglesia en salida», anunciar el kerigma, es decir, al anuncio de Jesucristo que ama y salva a todos, y tomar conciencia de que Cristo ama a toda persona a través de nuestro corazón y de nuestro amor son las tres líneas pastorales que el Arzobispo Mons. Javier Martínez indicó a Cáritas Diocesana y a sus miembros y voluntarios para este curso. Lo hizo el pasado día 22, fiesta de San Juan Pablo II, en la Eucaristía celebrada en la parroquia de Regina Mundi, con motivo del XVII Encuentro anual de Cáritas Granada.
Con el lema «Llamados a ser comunidad», se llevó a cabo este encuentro festivo de los voluntarios, miembros y Junta Directiva de Cáritas. Este Encuentro, al inicio de curso, comenzó con la Eucaristía que Mons. Martínez presidió en la parroquia Regina Mundi, en cuya Oración a los fieles se rezó por la misión y labor de Cáritas, así como por la paz en el mundo y especialmente por quienes sufren la guerra y violencia, en concreto en Siria e Iraq. Al término de la Eucaristía, Mons. Martínez agradeció a todos los voluntarios de Cáritas y a su Junta Directiva su entrega y dedicación por atender las necesidades de muchas personas y familias, y acercarles el Evangelio.
Al Encuentro anual, en el que en el marco de una jornada festiva y celebrativa se presentaron las líneas estratégicas de actuación para el curso, asistieron 290 participantes, miembros y voluntarios, de las 104 Cáritas Parroquiales de la Diócesis de Granada.
LÍNEAS PASTORALES PARA EL CURSO
De las líneas pastorales a Cáritas Diocesana, en su homilía en la Eucaristía con la que se inició este Encuentro anual, nuestro Arzobispo subrayó la invitación del Papa Francisco de ser «Iglesia en salida», de tal forma que «no seamos una Iglesia que se limita a sostener las cosas que ya existen en las parroquias, a las comunidades o los movimientos, sino que seamos verdaderamente un pueblo tocado por el amor de Dios».
En este sentido, y dado que la celebración tuvo lugar en vísperas del Domingo Mundial de las Misiones (DOMUND), con el lema «Sal de tu tierra», destacó de qué modo salimos al encuentro de la otra persona, en su necesidad espiritual y material: «Salimos en búsqueda del que tiene necesidad de Dios y eso es todo ser humano, aunque no lo sepa. La mayoría de los hombres pueden no saber, pero todos buscan a Dios, aunque no lo sepan, porque todos buscan ser felices, porque todos buscan ser respetados». «Dios te ama, Cristo ha venido por ti», señaló Mons. Martínez recordando estas palabras de San Juan Pablo II para señalar cuál es el anuncio del que la Iglesia es portadora para el mundo.
Esa Iglesia en salida es evangelizadora, «anuncio explícito del Hecho de Jesucristo». Y es que –subrayaba nuestro Arzobispo- en esa frase de san Juan Pablo II del amor de Dios por cada uno de nosotros «se hace muy consciente que el centro del cristianismo es el ser humano, porque Dios se ha abajado y ha bajado al abismo y ha gustado el caliz de la muerte y de la traición y de la mentira. Todo lo que acompaña la vida humana, todas las miserias de la vida humana, por amor a nosotros. Por lo tanto, el valor de la vida de un hombre y de una mujer es siempre un valor infinito».
En su homilía, el Arzobispo recordó que el cristiano no es mejor por ser cristiano, porque «estamos hechos de la misma madera que el último de los pecadores o que el más grande de los pecadores». Aquí entra la gracia de Dios: «Si no vivimos así, es por gracia de Dios, porque nos ha dado una familia, porque nos ha dado una comunidad, una parroquia, un espacio donde nosotros hemos podido encontrar ese amor y se nos ha hecho razonable vivir de otro modo».
«Anunciamos lo que hemos visto. Anunciamos la conciencia que tenemos que nosotros hemos sido rescatados y se nos ha abierto en la vida el horizonte del amor por la gracia de Cristo. Y esa gracia de Cristo es la que anunciamos».
Finalmente, Mons. Martínez, que aludió a Cáritas como «el latir de la Iglesia en medio del mundo», señaló que el centro de Cáritas está en la Iglesia y que «el centro de la Iglesia está donde está acontecimiento el Misterio de la Redención. Y el Misterio de la Redención está aconteciendo cuando a lo mejor cualquiera de nosotros está recibiendo a un inmigrante o está recibiendo a una familia necesitada (…). En ese momento, cuando vosotros le miráis con amor a esa persona es Cristo, porque Cristo se ha hecho uno con nosotros y nosotros somos su cuerpo. Es Cristo quien está mirando a esa persona con amor. Cuando vosotros acogéis o acariciáis a un hermano es Cristo quien lo hace por vuestras manos, por vuestra voz, por vuestro corazón. Es Cristo quien ama a través de vuestro corazón y de vuestro amor. Esa es la Iglesia de Cristo y eso es Cáritas».
Sobre el origen de Cáritas, que en algunos ámbitos se vincula con una ONG o una institución inspirada en el ideario cristiano, el Arzobispo subrayó que «Cáritas es el corazón mismo de la vida de la Iglesia», porque «nace de ese amor infinito de Dios derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado».
ENCUENTRO FESTIVO
En este Encuentro anual, se contó con la participación de Ana Abril, de Cáritas Española, que habló sobre la «Presencia profética de Cáritas en el contexto actual». Asimismo, por parte de Cáritas Diocesana de Granada intervino Irene Estévez para hablar de «Proyecto Común».
Cáritas Diocesana informó también a sus voluntarios y miembros sobre el programa de formación para este año, como sus Aulas de Formación Permanente que llevará a cabo una vez al mes en el Centro Cultural Nuevo Inicio del Arzobispado, sus talleres de acogida y escucha, convivencias en los tiempos litúrgicos de Adviento, Cuaresma y Pascua, dirigido a todos los agentes de Servicios Diocesanos, o sus Encuentros de acompañantes de Formación, en el Centro Integral de Empleo «Oasis».
Junto a Mons. Javier Martínez, en la Eucaristía con la que se abrió este Encuentro anual de Cáritas Diocesana concelebraron otros nueve sacerdotes, entre ellos su delegado episcopal D. Alfonso Marín.
Paqui Pallarés