A cargo del Secretariado diocesano de Pastoral Bíblica de Granada.
Las lecturas del día de la Natividad del Señor nos regalan palabras alegres y esperanzadoras que este año adquieren un significado especial. Comenzamos el Jubileo ordinario de 2025 en el que somos invitados a vivir y testimoniar nuestra fe desde nuestra condición de peregrinos de la esperanza. En esta mañana de Navidad la liturgia nos mueve a dejarnos sorprender por la novedad gozosa. Inicia un tiempo de gracia, entonemos un canto nuevo y acojamos esta oportunidad para renovar nuestra adhesión al amor de Dios manifestado en su Hijo encarnado.
Un tiempo nuevo
La primera lectura, tomada del profeta Isaías, está enmarcada en el contexto del regreso del exilio babilónico. El mensajero anuncia el inicio de un tiempo nuevo. Queda atrás la visión de la ciudad oprimida y el recuerdo de la esclavitud en tierra extranjera. La buena noticia anuncia paz, felicidad y salvación. Los gritos de alegría resuenan en la Ciudad Santa, herida aún por la desolación. El júbilo invade a los centinelas de la ciudad que, rodeados de ruinas, “ven con sus propios ojos el regreso del Señor”. Dios consuela y redime a los suyos.
El anuncio del profeta abre la puerta a un futuro diferente e infunde esperanza en quienes, hasta hace poco, únicamente añoraban un pasado glorioso. El anuncio jubiloso declara que hay signos de esperanza que auguran una nueva vida y el mayor de ellos es que el Señor está en medio de su pueblo.
Un canto nuevo
La música de fondo de la liturgia de este día es un cántico de alegría que alcanza hasta los confines de la tierra. El salmista invita a la asamblea a entonar un canto nuevo. La novedad de este reside en el reconocimiento de la acción salvífica de Dios. El orante no pide solo cantar, sino hacerlo con una nueva melodía. De la misma manera que el actuar de Dios en la historia es siempre único y novedoso, así el salmista entona el deseo de que todos sean capaces de descubrir la novedad del actuar de Dios y, desde ella, elevar un canto de alabanza y adoración.
Habita con nosotros
El Prólogo del evangelio de Juan es también un canto contemplativo. Canta al Dios que desde la eternidad es amor, que comunica su amor y que es amor encarnado. Todo el texto que escuchamos puede ser leído en clave dialogal. Dios que, desde un principio sin principio, es comunión y encuentro se desborda en su amor, sale de sí, y, a través de su Palabra, comunica su vida en la creación y genera hijos en el Hijo. La filiación es nuestra respuesta en la fe a Dios que nos habla por medio de su Palabra encarnada.
Nuestra mirada se dirige hoy al v.14, en el que el evangelista proclama que “El Verbo se hizo carne, habitó entre nosotros y hemos visto su gloria” (Jn 1,14). Dios está con nosotros, ha puesto su tienda en medio de nosotros. Peregrina con su pueblo y alienta su esperanza.
Celebramos que Dios ha salido al encuentro de la humanidad por medio de su Hijo encarnado y que él nos muestra su amor fiel y compasivo.
La Palabra hoy
Cuantas veces deseamos que acontezca algo que cambie radicalmente aquello que se nos hace insoportable, lo que nos paraliza, o lo que no somos capaces de afrontar. La esperanza cristiana no es el sueño que transforma mágicamente el futuro y hace desaparecer lo que nos es ingrato. La esperanza es un don de Dios que hemos de cultivar y que se asienta en la confianza en él. Requiere el ejercicio de la paciencia, la lectura de los signos de los tiempos, el discernimiento del paso de Dios de por nuestra vida, … La esperanza tiene que ver con el “desde dónde vivimos” y no con el “cómo nos gustaría vivir”.
La Palabra que hemos escuchado presenta el actuar de Dios. Quizá no es el modo que cada uno de nosotros elegiría para actuar; tal vez, nos aferraríamos al conocido “siempre se ha hecho así” o al deseo de algo impresionante para que no dejara dudas de nuestro poder. No obstante, si lo contemplamos, descubriremos que en este modo de hacer reside el fundamento de la verdadera esperanza.
Ignacio Rojas Gálvez, osst
LEER COMENTARIO BIBLICO EN LA SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR
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