En este Jueves Santo ha comenzado el Triduo Pascual que nos conducirá al Domingo de Resurrección y en el que recorreremos el camino de la Pasión del Señor. En este primer día hemos conmemorado la celebración de la Última Cena del Señor con sus discípulos, instituyendo así la Eucaristía, don de acción de gracias, y el sacerdocio.
En concreto, en la S.A.I Catedral se ha celebrado estos Oficios presididos por el arzobispo Mons. José María Gil Tamayo, en el que recordamos el lavatorio de los pies a los discípulos, con el que Jesucristo mostró el servicio de amor a todas las personas.
La Misa de la Cena del Señor ha sido concelebrada por miembros del Cabildo de la Catedral y de la Capilla Real. También han participado los seminaristas del Seminario Mayor San Cecilio y su rector, en una celebración a la que han asistido numerosos fieles, amenizada por la música del Coro Santa Cecilia.
AMOR A LA EUCARISTÍA
En sus palabras durante la homilía, nuestro arzobispo ha hablado de la institución de la Eucaristía y del sacerdocio, así como de la caridad cristiana, que ayuda a las personas de manera “integral”.
“La Eucaristía es el regalo más grande que ha recibido la Iglesia”, ha señalado Mons. Gil Tamayo. Al mismo tiempo, ha animado a los fieles a amar la Eucaristía, de la que Granada expresa ese amor cada año en su fiesta del Corpus: “Granada ama la Eucaristía. En su tradición religiosa, es una de sus improntas fundamentales, que hace que haga fiesta, que salga Cristo a sus calles, en el Corpus. Pero eso tiene que estar refrendado por una vida eucarística, de adoración, de verdadera hambre de Cristo y a la paz, de verdadera celebración de la Eucaristía dominical. Queridos hermanos, la Eucaristía es posible porque Jesús instituye el ministerio sacerdotal”.
También ha subrayado la institución del sacerdocio por parte del mismo Jesucristo, y aunque “tenemos defectos innegables”, hay muchos “sacerdotes buenos”. “No nos fijemos sólo en quienes, como seres humanos, se han podido ver arrastrados por la tentación o por los defectos. Fijémonos en tantos y tantos sacerdotes que han dejado su vida de manera escondida en nuestros pueblos, en nuestros barrios, que han llevado la fe a los sencillos, que han cuidado la proclamación de la Palabra de Dios, que han estado acompañando en nuestro dolor, en nuestras alegrías, en nuestros sufrimientos, en nuestros gozos, que están esparcidos por nuestra diócesis y por el mundo entero”, señaló el arzobispo.
El Jueves Santo es también el Día del amor fraterno y, en este sentido, ha pedido que “tomemos más en serio el mandamiento nuevo del amor”. También ha hablado de la caridad, de la que ha dicho “forma parte de la vida cristiana”.
Tras la celebración, en el día previo a la Pasión del Señor y su muerte en la cruz, como es tradicional en la liturgia del Jueves Santo se ha procedido a la Reserva del Santísimo Sacramento, quedando expuesto en la capilla del Cristo de la Esperanza, que fue inaugurada en la pasada Jornada “24 horas para el Señor”. Será esta consagración de las especies con las que se comulgará en el Viernes Santo.