Al término de la Eucaristía del Domingo en la Catedral, de manos de nuestro arzobispo D. Javier en nombre del Santo Padre.
El día de la Resurrección del Señor, que acabamos de celebrar el 4 de abril tras la Semana Santa, es una de las fiestas más grandes de los cristianos. Es “la fiesta de las fiestas”, como definió en la Eucaristía del Domingo de Resurrección nuestro arzobispo D. Javier Martínez en la S.I Catedral.
Junto a su felicitación pascual para todos, D. Javier impartió la bendición en nombre del Santo Padre con indulgencia plenaria, cumpliendo las disposiciones establecidas por la Iglesia de confesión, comunión sacramental y oración por las intenciones del Santo Padre. Estas intenciones –explicó el arzobispo- son las de la Iglesia Universal, principalmente “la de la paz en el mundo y la unidad entre los hombres”.
Previamente, en sus palabras durante la homilía, Mons. Javier Martínez recordaba que con la Resurrección del Señor “comienza un mundo nuevo” y una vida nueva, que da significado a lo que nos sucede, y es para nosotros acogiéndolo.
Esta bendición papal en el día de la Resurrección del Señor que el arzobispo imparte en nombre del Santo Padre también se realiza en una segunda ocasión en el año. Es el día de la Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre. Esta bendición se vive “como un día de jubileo”, es decir, como un día en el que “el Señor derrama gracias especiales en nuestras vidas”. Esta bendición no es “un capricho”, sino que la Iglesia está llena de santos y ese “tesoro de santidad, de alguna manera, el Vicario de Cristo lo administra”, explicó nuestro arzobispo D. Javier a los fieles momentos antes de dicha bendición con indulgencia.
Paqui Pallarés
Delegada de Medios de Comunicación Social
Arzobispado de Granada