«Ella ha sido el comienzo de una humanidad nueva»

Homilía de Mons. Martínez en la Vigilia de la Inmaculada, el pasado sábado día 7, en la S.I Catedral, ante la Sagrada Imagen de la Inmaculada de los Favores, de San Juan de los Reyes, y con la presencia del presidente de la Real Federación de Cofradías, los hermanos de la Hermandad del Vía Crucis, y otros hermanos cofrades y presidentes de algunas hermandades y cofradías de Granada.

Queridísima Iglesia de Nuestro Señor congregada aquí esta noche para iniciar la celebración de este día grande para toda la Iglesia, grande especialmente para nuestra Diócesis de Granada, que es la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María; mis queridos sacerdotes concelebrantes; saludo especialmente al presidente de la Federación de Cofradías, a los hermanos de la Hermandad del Vía Crucis y a otros hermanos o presidentes de hermandades que habéis querido acompañarnos esta tarde.

Toda Eucaristía es una acción de gracias y ésta si cabe más. ¿Qué es lo que celebramos esta noche? Celebramos en primer lugar que el Señor no abandonó a la humanidad, a pesar de que la humanidad, haciendo uso de la libertad que el mismo Dios nos ha dado y nos constituye, escogimos el camino del pecado, de la división. Después de la historia del primer pecado hemos leído justamente la descripción de la condición humana que se hace en ese pasaje del Génesis; pero, inmediatamente después de eso, el pecado siguiente es el asesinato de Abel por parte de Caín.

Rotas nuestras relaciones con Dios, se rompen inequívocamente las relaciones de unos con otros, se crean muros de extrañeza incluso entre las personas más queridas, entre los hermanos, entre el hombre y la mujer, entre los padres y los hijos, entre la familia del hombre y la familia de la mujer, y la vida se envenena –diríamos- a base de esas rupturas, que tienen todas su origen, aunque tengan mil justificaciones, en los defectos de los demás, pero también nosotros tenemos defectos, y también los demás; todos tenemos defectos.

Entonces, lo primero que celebramos hoy es que la misericordia de Cristo desde el primer momento no abandonó la humanidad caída. Desde el primer momento, anunció la victoria de su gracia sobre el pecado de los hombres. Luego, damos gracias porque esa victoria ha tenido lugar en la Virgen María, en nuestra Madre. Ella ha sido el comienzo de una humanidad nueva; Ella es justamente aquélla en la que la gracia ha sido acogida, en la que la gracia ha prevenido por delante; y en Ella damos gracias por Ella porque Ella es imagen, espejo, modelo, esbozo, plenitud al mismo tiempo de lo que estaba llamada a ser la Iglesia. En la figura de María siempre podemos ver nuestra propia advocación, de un modo distinto sin duda ninguna. Sólo Ella ha sido la madre de Jesús y lo ha concebido en sus entrañas y lo ha dado a luz, y sólo Ella ha estado al pie del Gólgota.

Pero en el retrato de su figura, en los pequeñísimos rasgos que el Evangelio nos da acerca de ella se nos describe la vocación de la Iglesia entera. Ella es el tipo y el espejo de la Iglesia entera, Esposa de Cristo, no lo olvidéis. Es decir, figura femenina, una figura de la Iglesia que dice -sea cual sea nuestro estado de vida, nuestra edad, nuestra vocación- a todos nos precede la gracia, la gracia nos precede siempre.

Cuando el Papa Francisco ha querido usar ese neologismo que al principio llamó la atención, luego lo ha explicado en sus escritos, que es que «el Señor nos primerea». Y lo ha explicado en su Exhortación Apostólica «El gozo del Evangelio», que os invito a leer porque no tiene ninguna dificultad de comprensión y es un verdadero chorro de esperanza y de alegría leerlo a pesar de su longitud. Pero cuando él explica que el Señor nos «primerea», lo que está diciendo es que todo lo que hacemos los hombres siempre es responder a algo que nos precede, la Virgen precede a la Iglesia, y a la Virgen y a la Iglesia precede la misericordia divina, nos precede la gracia de Dios: Él va por delante. Nosotros no construimos nuestra santidad, ni siquiera nuestra vida moral, nosotros no construimos nuestra vida, es el Señor quien nos ha llamado a la vida, es el Señor quien nos ha hecho nacer en un lugar donde de mil maneras distintas cada uno -algunos hemos recibido la fe de las rodillas de nuestra madre, otros la hemos recibido a lo mejor a lo largo del camino de nuestra vida, del testimonio de un amigo, a veces de una novia, novio, de un grupo de jóvenes o a veces por otros motivos, a veces a causa de una enfermedad, que nos ha abierto los ojos aunque nos haya dejado cicatrices en el cuerpo.

Pero siempre ha sido la gracia la que está por delante y nosotros, Señor, ¿qué es lo que podemos hacer para que nuestra vida sea una vida cumplida, una vida vivida en plenitud? Pues, pedirTe que nos ayudes a acoger tu gracia. (…)

+ Javier Martínez

Arzobispo de Granada

Santa Iglesia Catedral

Vigilia de la Inmaculada Concepción, 7 de diciembre de 2013

Escuchar homilía

Contenido relacionado

«Transparentar a Cristo», homilía en el IV Domingo de Pascua

Queridos Javier y Lenon; queridos sacerdotes concelebrantes; miembros de la vida consagrada; queridos seminaristas; queridas...

Enlaces de interés