Cristo sigue siendo la única verdadera y plena esperanza para todos

Palabras finales en el Vía Crucis de la Real Federación de Hermandades en la Catedral, presidido por la Sagrada Imagen de Ntra. Sra. de las Angustias Coronada de Santa María de la Alhambra.

Nuestra experiencia humana se acaba en la muerte. Y tantas veces, como un anticipo de ese triunfo de la muerte, vemos en el mundo triunfar el mal, triunfar a los explotadores, a los pícaros, a los que no buscan el bien de sus hermanos, sino sólo el suyo, a costa de lo que sea, incluso de la vida.

Nosotros sabemos que la muerte no tiene la última palabra. No la tuvo en Cristo, no la tuvo en Jesús. Y ahí empezó una historia nueva. La historia de un pueblo que sabe que por muy grande que sea el poder del mal, del egoísmo, de la soberbia, de las ansias de poder, de la avaricia, el poder del amor de Dios es infinitamente más grande, y siempre recomienza, y siempre empieza de nuevo. Esa historia no ha cambiado nuestra condición humana: seguimos siendo los mismos. Pero ha cambiado el sentido de nuestra vida, de nuestras existencias, de nuestra historia.

Con la Resurrección empieza un mundo nuevo. Un mundo nuevo que puede empezar en cualquier momento, porque la victoria de Cristo es la victoria definitiva sobre el mal. Terminamos este vía crucis pero no lo terminamos dejando a Jesús en el sepulcro. Nosotros sabemos que Cristo vive y que Cristo sigue siendo la única verdadera y plena esperanza para cada uno de nosotros y para todos los hombres.

Terminamos con la Oración final del Santo Padre:

Madre y Señora nuestra,

que permaneces firme en la fe, unida a la Pasión de tu Hijo,

al concluir este Vía Crucis, ponemos en Ti nuestra mirada y nuestro corazón.

Aunque no somos dignos, Te acogemos en nuestra casa, como el apóstol Juan,

y Te recibimos como madre nuestra.

Te acompañamos en tu soledad y te ofrecemos nuestra compañía,

para seguir sosteniendo el dolor de tantos hermanos nuestros que completan en su carne lo que falta a la Pasión de Cristo por su Cuerpo que es la Iglesia.

Míralos con amor de madre.

Enjuga sus lágrimas.

Sana sus heridas y acrecienta su esperanza,

para que experimenten siempre que la cruz es el camino hacia la gloria,

y la Pasión, el preludio de la resurrección. Amén.

+ Javier Martínez
Arzobispo de Granada

S.A.I Catedral de Granada
19 de febrero de 2016

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