Tu amor es tan grande que nos vuelve a una vida nueva

Alocuciones ante cada Sagrada Imagen, que salieron en procesión en el Domingo de Ramos y cuyas Cofradías hicieron su Estación de Penitencia en la S.I Catedral.

1.- ENTRADA DE JESÚS EN JERUSALÉN Y NUESTRA SEÑORA DE LA PAZ

Tu amor es tan grande que nos vuelve a una vida nueva

Entraste, Señor, solemnemente a la Ciudad Santa. Entraste solemnemente a tu Pasión, a la traición de Jesús, al abandono de los amigos, a los sufrimientos, a las torturas y a la muerte. Y quisiste entrar solemnemente para decir, para decirnos a todos, que no te avergüenzas de amar al ser humano; que no te avergüenzas de llegar hasta los abismos de nuestra pobreza, de nuestra miseria, de nuestra mezquindad, de nuestros dolores, de nuestros pecados. Que tu amor es tan grande que es capaz de unirse a nosotros en ese abismo, y de arrancarnos de él y de volvernos a una vida nueva.

Al inaugurar esta Semana Santa, al recibirTe, Señor, en nuestras vidas (y no sólo en nuestra Iglesia Catedral, sino al recibirTe en nuestro corazón y en nuestra alma), nosotros queremos que ese amor nos arranque del abismo de mal y de pecado que tenemos en el corazón y que nos devuelva a la confianza y a la libertad de los hijos de Dios. Todos juntos…

Padrenuestro

Que estás en el Cielo

Santificado sea tu Nombre

Venga a nosotros tu Reina

Hágase tu Voluntad

En la tierra como en el Cielo

Danos hoy nuestro pan de cada día

Perdona nuestras ofensas

Como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden

No nos dejes caer en la tentación

Y líbranos del mal.

Amén.

2.- SANTA CENA Y MARÍA SANTÍSIMA DE LA VICTORIA

«Para aprender a querernos, necesitamos tu Gracia»

Jesús, sabiendo que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, y habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.

Nos amaste, nos amas, Señor, hasta el extremo, con un amor más fuerte que la muerte. A nosotros, pequeños y pobres, que tantos nos cuesta querernos a nosotros mismos, o querer a nuestros prójimos, a los que tenemos cerca, a los que queremos y deseamos bien. Y sin embargo, tan llenos de defectos, se hace tan difícil querer.

Tú nos has querido sin límites. Tú nos quieres sin límites. Nos entregaste el Sacramento de tu Cuerpo y el mandamiento del Amor, para que descubriéramos que sólo hay una tarea importante en la vida: justamente aprender a querernos. Y para aprender a querernos necesitamos tu Gracia, te necesitamos a Ti. Para no cansarnos de querernos unos a otros, o de querernos bien, necesitamos tu Gracia, te necesitamos a Ti.

Padrenuestro

Que estás en el Cielo

Santificado sea tu Nombre

Venga a nosotros tu Reina

Hágase tu Voluntad

En la tierra como en el Cielo

Danos hoy nuestro pan de cada día

Perdona nuestras ofensas

Como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden

No nos dejes caer en la tentación

Y líbranos del mal.

Amén.

3.- NUESTRO PADRE JESÚS DE LA SENTENCIA Y MARÍA SANTÍSIMA DE LAS MARAVILLAS

Hoy pedimos por todas las víctimas inocentes de la Historia humana

Tú, Señor, el único absolutamente inocente de la Historia humana; el único en cuyo corazón, y en cuya mirada, y en cuyas palabras, y en cuyas obras no había habido nunca mas que amor; que pasaste haciendo el bien, y fuiste condenado a muerte, por la cobardía de unos, por el celo malentendido de otros, por la traición de otros.

Señor, hoy te pedimos por todas las víctimas inocentes de la Historia humana, víctimas de la envidia, del odio, de las divisiones que los hombres creamos entre nosotros, de los intereses, de la ambición. Por todos ellos, Señor, son hermanos nuestros, son hermanos tuyos, somos todos hermanos tuyos.

Padrenuestro

Que estás en el Cielo

Santificado sea tu Nombre

Venga a nosotros tu Reina

Hágase tu Voluntad

En la tierra como en el Cielo

Danos hoy nuestro pan de cada día

Perdona nuestras ofensas

Como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden

No nos dejes caer en la tentación

Y líbranos del mal.

Amén.

4.- NUESTRO PADRE JESÚS DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS, MARÍA SANTÍSIMA DEL DULCE NOMBRE Y SAN JUAN EVANGELISTA

Pedimos por todas las personas víctimas, despojadas

Cuando asumiste, Señor, nuestra humanidad, asumiste todas las circunstancias, y especialmente las circunstancias dolorosas de la vida humana. Ninguna te es ajena.

Despojado de tus vestiduras, antes habías sido despojado de tu fama, de tu dignidad, humillado, engañado, traicionado.

Señor, en esta Estación de Penitencia, te pedimos por todas aquellas personas a las que las pasiones humanas despojan, despojan a veces de su bienes, despojan injustamente de su trabajo, y sobre todo despojan de su humanidad, de su dignidad. Por todos aquellos que son víctimas y sufren, ofrecemos todos juntos este Padrenuestro.

Padrenuestro

Que estás en el Cielo

Santificado sea tu Nombre

Venga a nosotros tu Reina

Hágase tu Voluntad

En la tierra como en el Cielo

Danos hoy nuestro pan de cada día

Perdona nuestras ofensas

Como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden

No nos dejes caer en la tentación

Y líbranos del mal.

Amén.

5.- JESÚS CAUTIVO Y MARÍA SANTÍSIMA DE LA ENCARNACIÓN

«Enséñanos, Señor, a darnos»

La vida humana es misteriosa. Somos un misterio para nosotros mismos. Decir eso es decir al mismo tiempo que somos paradójicos. Es decir, cuando queremos protegernos y vivir para nosotros mismos y asegurar nuestra vida, es cuando la perdemos; cuando nos damos, cuando nos entregamos, cuando nos gastamos por los demás, es cuando nuestra vida se hace digna de ser vivida, y la gozamos, y ganamos, y crecemos como personas.

Señor, Tú has eliminado esa paradoja porque para librarnos a nosotros de la cautividad, del enemigo, del demonio y de nuestras pasiones te has querido hacer cautivo; para hacernos a nosotros ricos, Tú has querido hacerte pobre; para hacernos a nosotros partícipes de tu Vida, Tú has querido gustar la muerte.

Señor, en esta noche, te pedimos que aprendamos nosotros algo de esa paradoja, y que si buscamos ser felices, y si buscamos ser dueños de nosotros mismos, poseernos a nosotros mismos, enséñanos Tú a darnos, a darnos por bien de todos, por la vida de todos. Padrenuestro.

Padrenuestro

Que estás en el Cielo

Santificado sea tu Nombre

Venga a nosotros tu Reina

Hágase tu Voluntad

En la tierra como en el Cielo

Danos hoy nuestro pan de cada día

Perdona nuestras ofensas

Como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden

No nos dejes caer en la tentación

Y líbranos del mal.

Amén.

+ Javier Martínez
Arzobispo de Granada

29 de marzo de 2015
Plaza de las Pasiegas

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