El pasado 2 de febrero, en la fiesta de la Presentación del Señor, numerosos religiosos y consagrados celebraron una misa de acción de gracias en la Catedral, presidida por el Obispo.
La fiesta de la Presentación del Señor se celebró el pasado sábado, 2 de febrero, y reunió en la Catedral a numerosos religiosos y religiosas de distintos carismas, contemplativas, así como consagrados y consagradas, en una eucaristía presidida por el Obispo.
En su homilía, Mons. Demetrio Fernández comenzó aludiendo a la alegría que desbordaba esta fiesta e invitó a los presentes a acogerla porque “Cristo es la luz para todo hombre que viene al mundo”. Asimismo, explicó que en esta fiesta situada entre la Navidad y la Pascua esa pequeña vela que se enciende es expresión de “la luz que Jesucristo ha encendido en nuestros corazones”. “La luz produce alegría y las tinieblas producen tristeza y en nuestro corazón están presentes las dos”.
De otro lado, comentó que el nombre de la Candelaria hace referencia a María que “es la que porta esta candela, esta luz que es Cristo”. Y “la luz de Cristo nos ayuda a entender también el sufrimiento del hombre” y es la que nos guiará hasta “el cielo como la meta hacia la que caminamos”.
Haciendo referencia a la Jornada de la Vida Consagrada que este año ha llevado por lema “Padre Nuestro, la Vida Consagrada presencia del amor de Dios”, el pastor de la Diócesis dio las gracias a todos los religiosos y consagrados de parte de la Iglesia. “Sois para la Iglesia hoy una luz potentísima”, les dijo. Y los animó a continuar con su misión: “Vosotros tenéis la preciosa tarea de recordarnos en la Iglesia que no hay otra misión que la santidad”.