Aprendió a ejercer la abogacía al tiempo que cursaba la carrera de derecho en la Universidad, la suya es una vocación temprana y atravesada de experiencia profesional. La prematura muerte de su padre lo hizo madurar deprisa y ahora valora la formación constante como un valor para su oficio. Este pontanés de corazón nació en Rute y fue criado en Fernán Núñez. En Puente Genil, en Jesús Narareno, espera cada Semana Santa, renovar el sentido del himno de la caridad de san Pablo, la sinfonía que alienta su vida cristiana. Con dos hijos pequeños, mantiene intacta su ilusión por aprender y solo su afición al Betis exalta esa templanza propia de jurista aquilatado. Su esposa y él han participado en el retiro de Proyecto Amor Conyugal celebrado en Córdoba, donde han profundizado en la vocación matrimonial. Para distinguir caminos de veredas, invoca el valor del matrimonio cristiano, como amor en respuesta al amor infinito de Dios.
-¿Dónde nace su vocación como abogado?
Desde pequeño tenía claro que de mayor quería ser abogado, pese a que en mi familia no había ningún jurista. Cuando terminé el instituto no tuve ninguna duda, solo quería estudiar derecho, no existía otra posibilidad. Y ahora con el tiempo, me considero un privilegiado; soy un enamorado de una profesión, que da la posibilidad de ayudar a la gente, de sentirse útil y sobre todo de estudiar. En nuestra profesión tienes que estudiar todos los días. La profesión de abogado es una de las más importantes del mundo. La razón de esta importancia reside en la trascendencia de su función.
-¿Se puede ser testigo de Cristo en el mundo jurídico?
Por supuesto que sí, el abogado desempeña una labor social fundamental, puesto que explica e interpreta la ley, ayudando a las personas para evitar que se conculquen sus derechos. Tengo el privilegio de formar parte del elenco de Letrados del Tribunal Eclesiástico de Córdoba, con el fin de tramitar demandas de nulidad matrimonial. Se está haciendo una labor encomiable a nivel parroquial en este asunto, asesorando a todas aquellas personas que lo solicitan, para estudiar la existencia de una posible nulidad en su matrimonio. El Papa Francisco en la exhortación Amoris Laetitia dedica un apartado a “acompañar después de rupturas y divorcios”. Una “Iglesia en salida” debe estar atenta a los fieles que pudieran necesitar este servicio, para salir a su encuentro o buscarlos, acogerlos e informarles.
-Usted y su esposa han participado recientemente en el retiro de Proyecto Amor Conyugal, háblenos de su experiencia.
Ha sido algo espectacular, me ha servido para ver la grandeza del matrimonio, lo maravilloso que es estar casados. Se nos ha hablado del sacramento del matrimonio como un don, como un regalo y que por ello, nos invita a reconocer el bien, la verdad y la belleza que contiene. Proyecto Amor Conyugal nos dice que hay que aprender a amar, porque estamos habituados a guiarnos por los sentidos, y los sentidos nos traicionan. Nos dejamos llevar por las sensaciones, y las sensaciones nos desvían de la verdad. Tenemos que entrar en profundidad, adentrarnos en nuestra verdad, para descubrir el plan que Dios tiene para nosotros y para nuestro matrimonio. El matrimonio es nuestra vocación en Cristo. Uno de los errores que solemos cometer, es que nos amamos en respuesta al amor de nuestra esposa. Por nuestra naturaleza caída tendemos a ver más lo negativo del otro que lo positivo, y nos parece que nos ama menos de lo que realmente nos quiere, así que reducimos el esfuerzo. En respuesta, el otro reduce el suyo, y entramos en una escalada de destrucción del amor. Si nos amamos en respuesta al amor infinito de Dios, esto no ocurre. Siempre intentaremos amarnos a tope.
-¿Cómo afrontan su mujer y usted la educación cristiana de sus dos hijos? ¿Hay un antes y un después del retiro?
Tenemos claro que a nuestros hijos tenemos que darles una educación cristiana, y hacerles ver que lo que la sociedad trasmite hoy, individualismo, materialismo, inmediatez y falta de valores, no es lo ideal. La verdad hay que buscarla en Cristo, fomentando y haciendo nuestros los valores que transmite la Iglesia. El retiro ha movido nuestras conciencias, nos ha hecho ver los errores que cometemos en el día a día en nuestro matrimonio y nos ha marcado el camino para seguir construyendo un matrimonio feliz en la gracia de Dios, esto es lo mejor que podemos hacer por nuestros hijos.
-¿Qué experiencia vital le ha acercado más a Cristo y por qué?
A lo largo de los años, he sentido junto a mí a Cristo en los momentos difíciles, ayudándome a sobrellevarlos. Mi mujer y yo decidimos iniciar un expediente de adopción internacional, la tramitación del mismo se alargó más de tres años, durante los cuales llegas a desesperarte, a no entender el porqué de las cosas. En esos instantes te aferras a Dios, buscando consuelo. Dios nos escucha y atiende nuestros ruegos en el momento preciso. Aún recuerdo con emoción el instante en el que vi por primera vez a mi hijo mayor en el Hospicio en Manila (Filipinas). Ha sido una bendición de Dios, nos hace felices todos los días y cuando lo veo pienso que en la vida todo lleva su tiempo y que al final, todo llega en el momento oportuno.
-¿A quién o a quienes debe la fe, el primer conocimiento de Cristo y su Iglesia?
A mis padres, los cuales me enseñaron a descubrir a Cristo, a vivir con fe, y a participar en la Iglesia, lo que te reporta una satisfacción interior increíble.