San Rafael representa el bien frente a la «banalización del mal»

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Monseñor Jesús Fernández ha presidido la solemne Eucaristía en honor a Sana Rafael junto a miembros del Cabildo catedral

El Obispo de Córdoba, monseñor Jesús Fernández, ha presidido la solemne Eucaristía en honor a San Rafael, custodio de Córdoba, en la Iglesia del Juramento, a la que han acudido autoridades civiles y militares, así como representantes de colegios profesionales y asociaciones vinculadas a la devoción más cordobesa. La policía local ha realizado la tradicional ofrenda de flores al Custodio tras escuchar la homilía del Obispo dedicada a reconocer, según la Sagrada Escritura, el bien que representan los ángeles y arcángeles frente al mal.

Al celebrar a San Rafael Arcángel, “celebramos a un Dios compasivo y misericordioso, que por amor nos creó” y que por medio de sus ángeles, “nos guía, nos cuida, nos cura”, ha explicado el Obispo, que ha narrado cómo la compasión del Señor se presenta en el Evangelio cuando en la piscina cuya agua tenía fama curativa, el Ángel del Señor, que la tradición identifica con Rafael, remueve sus aguas y curaba al primero en sumergirse en ella. En este lugar, había cinco soportales en los que se apostaban enfermos esperando el momento de entrar, entre ellos un paralítico que esperaba durante 38 años poder entrar sin conseguirlo y Jesús, compadecido de su situación, lo curó.

La lectura de la Sagrada Escritura en esta celebración permite ver la indolencia del ser humano ante la necesidad del paralítico y sobre todo identificar el “egoísmo de quienes podían acercarlo al agua de la piscina y sin embargo, víctimas de la indiferencia, cerraron los ojos”, una fuerza negativa que podemos sentir en nuestras limitaciones de salud, de capacidad intelectual y cuando “nos azotan episodios desgraciados de origen natural y social”, pero sobre todo cuando se hacen presentes la envidia, el egoísmo o la soberbia, ha explicado en su homilía el Obispo.

El pastor de la Diócesis ha narrado que el momento cumbre de la actividad curativa de Jesús fue el de su sacrificio en la cruz, porque estamos enfermos de un mal mortal, “el producido por el pecado y Él se ofreció al Padre para rescatarnos: aquí estoy para hacer tu voluntad”, y ahora  sigue vivo y triunfante entre nosotros, ha aclamado el Obispo para quien el mal existe y proviene de la fragilidad humana, enfermedad, accidentes o catástrofes naturales, pero el mal radical que nos lleva a la muerte es el pecado, es decir, acciones humanas en que de forma consciente actuamos en contra de la voluntad de Dios, haciéndonos daño a nosotros mismos y creando un ambiente de separación de Dios y de los hermanos y con la propia naturaleza.

Al explicar la segunda lectura, del libro del Apocalipsis, que narra la rebelión en el cielo de los ángeles contra el Arcángel San Miguel y contra Dios, por haberlos hecho a su imagen y semejanza, es decir, “capaces de amar, de pensar, de imaginar”, el Obispo ha explicado que     se rebelan contra los fieles al creador porque el demonio no quiso inclinarse ante el ser humano y se enfrentó al Rey del Universo , y entonces fue expulsado a la tierra desde el cielo y al infierno y ahora “no para de hacernos la guerra valiéndose de sus mejores armas, llevándonos a banalizar el mal y a creer que es bueno lo que es malo”.

El Obispo ha invocado la esperanza al finalizar su homilía porque “la salvación viene de Dios y de sus ángeles” como demuestra la búsqueda de Tobías del remedio para la ceguera de su padre con la mediación de San Rafael. “Estamos convencidos de que los ángeles y arcángeles nos protegen frene al demonio y sus secuaces” y todos somos partícipes de la batalla entre el bien y el mal cuando en “nuestra conciencia aparecen ángeles de luz que nos invitan a hacer el bien desde el primer momento, pero también sabemos que el demonio madruga tanto como nosotros”.

Aún así, ha puntualizado el Obispo, el Señor nos perdona siempre y está a nuestro lado para sanar heridas y reconducir nuestros pasos. La solemnidad de hoy, día de San Rafael, nos ofrece la oportunidad de dar las gracias a Dios por la cercanía que nos muestra a través de estos seres misteriosos y nos estimula a ser como el Custodio de Córdoba, ha concluido.

 


















































 

 

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