Tal y como viene haciéndose cada año, con la llegada de la Cuaresma, Córdoba se engalana para vivir su Semana Grande en torno al misterio central de la fe: la Pascua. Semana en la que Hermandades y Cofradías trabajan incansablemente para dejar todo a punto para su estación de penitencia. Una estación que este año ha brillado con toda su luz, permitiendo a los fieles vivir con fervor la pasión, muerte y resurrección de Cristo.
Arrancó la semana con el Viernes de Dolores, un día en el que la iglesia de San Jacinto se convertía en un constante ir y venir de gente para rezar ante la Señora de Córdoba, la Virgen de los Dolores. Día en que no sólo miles de cordobeses se acercaron hasta la plaza del Cristo de los Faroles, sino que también el Obispo, don Demetrio Fernández, presidió como cada año la misa central. Una celebración en la que el prelado aprovechó para elogiar la labor que realizan las cofradías en estos tiempos de crisis ayudando a las familias y personas más necesitadas. Con esta celebración, se daba el pistoletazo de salida a una semana intensa de pasión. Semana que se inició con el Domingo de Ramos.
El Obispo de Córdoba bendijo un año más las palmas y los ramos de olivo en el Patio de los Naranjos, ante la presencia de cientos de fieles quiénes no sólo recibieron la bendición del prelado, sino que celebraron la Eucaristía en la Catedral, comenzando así la Semana Grande de las Hermandades y Cofradías. Realizaron su estación de penitencia en la Catedral en este Domingo de Ramos las Hermandades de Las Penas de Santiago o el Amor.
Igualmente, el Lunes Santo lo hicieron las de la Vera Cruz, La Sentencia y el Vía Crucis.
Mientras que el Martes Santo la jornada comenzaba de forma diferente. Unos doscientos presbíteros cordobeses participaron en la Misa Crismal. Una jornada que comenzó con una meditación en el Seminario Mayor, a cargo del Obispo de Bilbao, Mario Iceta. Seguidamente, en la Catedral, celebraron la Misa en la que renovaron sus promesas sacerdotales y el Obispo consagró el santo crisma y bendijo los santos óleos. Asimismo, en la homilía, don Demetrio exhortó a los presbíteros «a no perder el fervor y el trato con Jesucristo que los llevará a la entrega y a la alegría del Evangelio». Ya por la tarde, realizaron su estación de penitencia en la Catedral la Hermandad Universitaria, La Sangre, el Buen Suceso, la Santa Faz y el Prendimiento.
Mientras que el Miércoles Santo, dos más visitaron el templo principal de la Diócesis: la Pasión y el Calvario.
Los siguientes días estuvieron marcados por el Triduo pascual. Las celebraciones de los Oficios del Jueves y el Viernes Santo nos llevaron a la Vigilia Pascual, en la que este año en la Catedral cinco catecúmenos recibieron los sacramentos de iniciación cristiana.
Por su parte, el Viernes Santo, todas las Hermandades que salieron a calle visitaron la Catedral, tales como la Soledad, la Expiración, el Descendimiento, los Dolores y el Santo Sepulcro.
Finalmente, el Domingo de Resurrección, a pesar de que el tiempo no acompañó como en el resto de la semana, impidiendo la salida del Resucitado, el Obispo sí presidió la Eucaristía Pontifical en la Catedral y aprovechó la ocasión para hacer una defensa de la «cultura de la vida» y de los más necesitados. De esta forma y con una bendición papal, concluía una semana intensa, en la que la devoción, la fe y la piedad popular inundaron las calles de nuestra ciudad.
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