Seis nuevos presbíteros, un gran regalo de Dios

Carta semanal del Obispo de Córdoba, Mons. Demetrio Fernández González.

La cosecha de este año es abundante. Dios ha estado grande con nosotros, y estamos muy contentos, porque concede a su Iglesia en la diócesis de Córdoba seis nuevos presbíteros, que serán ordenados el próximo 27 de junio en la S. Iglesia Catedral de Córdoba. Cinco del Seminario San Pelagio, uno del Redemptoris Mater.

Cada uno de estos jóvenes tiene su propia historia, en la que Dios ha entrado llamando a su corazón y ellos han respondido generosamente. Lo uno y lo otro nos llena de inmensa alegría. La vocación al sacerdocio ministerial, como a otros estados de vida cristiana, es siempre iniciativa de Dios. Y la respuesta a esa llamada es siempre una respuesta libre, que incluso podría no darse.

Estoy convencido de que Dios sigue llamando a muchos (niños, jóvenes, adultos) para el sacerdocio ministerial. Son una necesidad básica en la Iglesia, que no puede subsistir sin sacerdotes, y por tanto, Dios llama a los que quiere para este servicio, y no llama con escasez ni a cuentagotas. Dios es generoso también en esto. Pero en muchas ocasiones la onda no llega a los oídos y el corazón de esos llamados. En muchas otras ocasiones, llega la llamada, pero el corazón está impedido para responder con prontitud y totalidad. Hay como demasiadas interferencias -los afanes del mundo, los placeres de la vida, la soberbia del corazón, etc.-, que impiden escuchar esta llamada y responder a ella generosamente. En el horizonte está una felicidad que Dios tiene preparada y que llena toda una vida.

Por eso, cuando palpamos esa respuesta por parte de estos seis jóvenes, damos gracias a Dios, que ha estado en el origen, en el desarrollo y en llevar a feliz término esa llamada y la consiguiente respuesta.

Siendo Dios el protagonista principal de esta aventura de dar pastores a su Iglesia, quiere incorporarnos a nosotros de múltiples maneras. Normalmente, un niño, un joven capta la llamada, le llega la onda a través de otro sacerdote. «Quiero ser como ese sacerdote». La vocación no suele llegar por un discurso o una reflexión. Viene en primer lugar porque veo de manera palpable lo que es ser sacerdote y me atrae. Y aquí, queridos sacerdotes, qué importante es nuestro modo de vivir. ¿Tu vida sacerdotal es capaz de entusiasmar a otros? Ver al sacerdote que reza, enamorado de Jesucristo, que se entrega a los demás, que busca servir sin recompensa. Ver a un sacerdote contento y feliz de serlo, esta es la mejor campaña vocacional.

La familia es también decisiva en este proceso. Si uno descubre esta llamada de Dios y no encuentra apoyo en la familia, se pierde. Cuántos llamados han dejado la respuesta por no encontrar apoyo en su familia, en sus padres o abuelos, en sus hermanos o primos. La familia cristiana ha tenido a gala y como un gran honor que Dios llame a alguno de la familia para el sacerdocio ministerial. Incluso, muchas madres han implorado esta gracia en el silencio de su corazón hasta alcanzarla. Queridos padres, ¿estáis dispuestos a dar vuestro hijo a Dios? A veces los padres son posesivos, no quieren perder un hijo, y menos si es el hijo único. La escasez de hijos influye en la escasez de vocaciones y la falta de generosidad de los padres, también.

El ambiente comunitario eclesial es el caldo de cultivo de todas las vocaciones cristianas, también de las vocaciones sacerdotales. Un niño, adolescente o joven necesita encontrar gente de su edad con la que compartir sus inquietudes, su amistad. Esto se lo proporcionan los grupos cristianos de la parroquia, las comunidades cristianas de los movimientos. El ambiente juvenil eclesial es vivero de vocaciones. De ahí la importancia de la pastoral juvenil, de las JMJ mundiales, de las peregrinaciones, de los retiros juveniles, de los campos de voluntariado. Los jóvenes necesitan encontrarse con otros jóvenes para tener una experiencia de Iglesia. Si en ese ambiente sano uno tiene buenos amigos, si tiene la suerte de llevar dirección espiritual o encontrar un sacerdote que le acompañe, si es iniciado en la oración y el trato personal con el Señor, si abre los ojos a tantas necesidades de los demás, incluida la necesidad de Dios, estamos propiciando que la llamada llegue al corazón y que la respuesta no sea algo imposible.

Seis nuevos presbíteros es lo más grande que nos sucede este año en la diócesis de Córdoba. Cómo no vamos a estar contentos. Dios sigue llamando, colaboremos con él para que llegue a otros la señal y ayudemos a dar la respuesta. Y pidamos a María que sean fieles, como ella, a su vocación.

Recibid mi afecto y mi bendición:

+ Demetrio Fernández, obispo de Córdoba

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