Para empezar, con la Virgen nuestra Madre

El curso ya está comenzando. Superada la temporada de verano, con vacaciones o sin
ellas, ponemos todo a punto para comenzar de nuevo el curso académico, los trabajos
habituales, el curso pastoral, etc. Los más pequeños ya están en el cole o están
preparando sus mochilas y uniformes.
Y de repente, en este panorama, aparece María Santísima. Qué bonito es tener madre.
Es todo un espectáculo lleno de ternura ver por nuestras calles a primeras horas de la
mañana niños y niños de la mano de sus madres, al colegio. Así quisiéramos nosotros
empezar el curso, de la mano de nuestra Madre del cielo, que nos toma de la mano para
llevarnos al trabajo, a la tarea de cada día, a entregar y gastar la vida por los demás, a
ofrecerla a Dios en las pequeñas cosas de cada día.
En días pasados acudí a Cabra para vivir la Bajá de la Virgen de la Sierra. Era un
pulular de jóvenes, algunos todavía adolescentes, otros ya maduros, todos recordando su
juventud en torno a María Santísima de la Sierra. Un día de campo y de romería Qué
alegría rebosante, la de la juventud presente o pasada, qué alegría vivirla con nuestra
Madre del cielo, y sentirse seguros con ella.
En Palma del Río, la Virgen de Belén convoca a todos los palmeños, porque es nuestra
Madre del cielo, coronada por el beso de sus hijos, y ella nos enseña a ser hermanos
unos de otros, hijos de la misma Madre. Ella vendrá hasta nuestras parroquias, para
tenerla más cerca en estas próximas semanas.
En Córdoba ciudad, la Virgen de la Fuensanta. Convoca a todo el barrio que lleva su
nombre y a toda la ciudad de la que es patrona. Los jóvenes cofrades la llevan de su
Santuario a la Catedral, paseándola al rezo del rosario. Hay Misa solemne en la Catedral
en la víspera, y la imagen en su trono precioso regresa a su casa, porque allí acudirán
todos los cordobeses a rendirle el homenaje del día de su cumpleaños.
Y la Virgen de Villaviciosa, en el pueblo que lleva su nombre, cuya imagen es venerada
todo el año en la Catedral, y estos días es venerada en el pueblo, al cumplirse 200 años
del templo parroquial actual la iglesia de San José. Y otras tantas invocaciones en tantos
lugares de nuestra diócesis, de España y del mundo entero.
Encontrarse con la Virgen es siempre una grata sorpresa, y cuando llega el día de su
fiesta, se nos contagia una alegría que viene de dentro, la alegría de tener madre, de
tener como Madre a la Virgen María.
Litúrgicamente, celebramos la Natividad de María. Si fue concebida el 8 de diciembre,
Inmaculada Concepción, es dada a luz el 8 de septiembre. Es el día de su nacimiento, el
día de su cumpleaños. Y nos viene muy bien esta fiesta, porque con ella iniciamos el
nuevo curso, una nueva etapa llena de esperanza, porque María siempre nos trae nuevas
esperanzas en nuestra vida.
La vida cristiana tiene como centro a Jesucristo, nuestra Salvador y Redentor. Y él se ha
elegido como principal colaboradora a María Santísima. No sólo para ser su Madre, y
dárnosla como Madre nuestra. Sino para hacerla colaboradora de la Redención del

mundo. No podemos vivir la vida cristiana sin María. Ella está en el centro, siempre
junto a su Hijo y a él subordinada, pero junto a él. Y nosotros nos acercamos a
Jesucristo, que es nuestro Salvador, pero siempre con la ayuda de su Madre, de nuestra
Madre, para vivir esa vida cristiana. Jesús y María siempre juntos. No separemos lo que
Dios ha unido.
Feliz fiesta de la Virgen, en todas y cada una de sus advocaciones, en estos días de
comienzo de curso. De la mano de María empezamos con la confianza de no perdernos
nunca, si no nos soltamos de su mano.
Recibid mi afecto y mi bendición:

+ Demetrio Fernández, obispo de Córdoba

 

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