Nos preparamos al Encuentro Diocesano de Laicos

Carta semanal del Obispo de Córdoba, Mons. Demetrio Fernández González

Dentro de un año, el 7 de octubre de 2017, tenemos programado ese Encuentro Diocesano de Laicos de la diócesis de Córdoba. Y un año antes ya nos ponemos en camino de preparación. Consideramos que la preparación será tan valiosa o más que el mismo Encuentro, así como las secuelas del mismo. Oremos por este acontecimiento en nuestra diócesis, que quiere alentar a los laicos en su identidad y en su misión, dentro de la Iglesia y en el seno de la sociedad donde vivimos.

La preparación comienza el sábado 8 de octubre próximo, con la reunión de un Consejo Diocesano de Laicos, ampliado a la participación de unos 300 representantes de toda la diócesis, como de cuatro grupos significativos: las parroquias, las cofradías, los grupos asociados y comunidades, los grupos que se alimentan de distintos carismas presentes en nuestra diócesis. Y a esta reunión que inaugura la preparación acude D. Guzmán Carriquiry, seglar casado y con hijos, que ocupa un alto cargo de responsabilidad en el Vaticano, junto al Papa y al servicio de la Iglesia universal. Él nos hablará sobre la identidad y la misión del laico en la Iglesia y en el mundo. Además, para todos los que quieran asistir, tendrá una conferencia el viernes 7 por la tarde en el salón del obispado.

El material de preparación está disponible ya en estos días, para trabajarlo en los distintos grupos y parroquias a lo largo de todo el curso, repartido en tres grandes núcleos, que representan algunos de los grandes retos que nuestra época plantea a la Iglesia y a los que los laicos deben responder en comunión con los pastores y los consagrados.

En el primer trimestre, profundizamos en la identidad y misión del laico hoy. El fiel cristiano laico o seglar es miembro de pleno derecho del Pueblo de Dios por el bautismo, y ha sido confirmado con la fuerza del Espíritu para ser testigo de Cristo y de una vida nueva que brota del Evangelio. Si son miembros de pleno derecho, también lo son para participar en la misión de la Iglesia, asumiendo responsabilidades. Los fieles laicos son como levadura en la masa, están presentes en el mundo a manera de fermento, para transformarlo desde dentro: en la familia, en el trabajo, en la cultura, en la vida pública.

En el segundo trimestre, trataremos lo referente al campo de la familia y la vida. Tenemos reciente la exhortación del Papa Francisco, Amoris laetitia, que recoge las mejores aguas de la tradición anterior, rica en contenido sobre el amor humano, la relación de los esposos, la acogida generosa de la vida en los hijos, la formación para el matrimonio, la integración de aquellas personas que viven su situación irregular. Se nos pide en este momento salir al encuentro de tantas personas que no conocen la belleza del amor esponsal, según el plan de Dios, y no lo viven. Aquí las familias cristianas están llamadas a un testimonio que ilumine la sociedad de hoy y convenza a los hombres de nuestro tiempo.

En el tercer trimestre, afrontaremos la dimensión de caridad social de toda la Iglesia, con especial atención a los pobres de las viejas y nuevas pobrezas. En este campo, la Iglesia se juega su credibilidad, y está dando un gran testimonio, al tiempo que hemos de revisarlo y reforzarlo. Los pobres, al centro de la Iglesia, no sólo como destinatarios, sino como protagonistas de la evangelización. La justicia social en todos sus ámbitos, sobre todo en el campo del trabajo y el reparto de la riqueza. El cuidado de la creación como urgencia de respeto y promoción de la naturaleza creada. La vida humana en peligro, desde su concepción hasta su final natural. He aquí un reto para la Iglesia hoy y para los laicos de nuestro tiempo.

Oremos por el fruto del Encuentro Diocesano de Laicos, para que todos, -sacerdotes, consagrados y laicos-, lo tomemos con interés como un bien de toda la Iglesia, para que todos nos preparemos a ese Encuentro de comunión y de corresponsabilidad, para que muchos fieles laicos de nuestro tiempo, jóvenes, adultos y mayores descubran y gocen de la preciosa tarea de haberse encontrado con Jesucristo y poder testimoniarlo con su vida y con su palabra a nuestros contemporáneos. “Esta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe” (Jn 1Jn 5,4). Y de esa fe nosotros somos testigos hoy.

Recibid mi afecto y mi bendición:

+ Demetrio Fernández González

Obispo de Córdoba

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