Laicos cristianos: sal y luz del mundo

Carta semanal del Obispo de Córdoba, D. Juan José Asenjo Pelegrina, con motivo del Día del Apostolado Seglar y de la Acción Católica. Queridos hermanos y hermanas:

El próximo domingo celebraremos la gran fiesta cristiana de Pentecostés, la efusión del Espíritu Santo sobre la comunidad apostólica reunida en el cenáculo de Jerusalén, congregada y presidida por María la madre de Jesús. En Pentecostés, la Iglesia, bajo el impulso del Espíritu Santo, inaugura la misión encomendada por su Señor de anunciar el Evangelio hasta los últimos confines de la tierra. A partir de Pentecostés, los apóstoles, fortalecidos por la fuerza de lo alto, comienzan a predicar a Jesucristo en los cuatro puntos cardinales del mundo mediterráneo. Desde entonces hasta hoy han sido incontables los cristianos, también laicos, que habiendo escuchado el mandato misionero de Jesús, lo han anunciado a sus hermanos con la palabra y con la vida.

En España, la fiesta de Pentecostés es también el día del Apostolado Seglar y de la Acción Católica, que este año tiene como lema “Laicos cristianos: sal y luz del mundo”. Con él se nos recuerda que todos los cristianos, injertados en Cristo e incorporados a la Iglesia por el bautismo, estamos llamados al apostolado, a proclamar la buena noticia de la salvación de Dios; que Jesucristo vive y que Él es el único salvador de los hombres.

Cuando escribo esta carta semanal recuerdo todavía con gozo el I Encuentro Diocesano de Acción Católica, celebrado el pasado 19 de abril, en el que participaron conmigo 130 personas, militantes, consiliarios, grupos de iniciación y otros laicos interesados en conocer esta institución eclesial que tiene como patria la Diócesis y la parroquia y que tanto puede contribuir a vertebrar la pastoral parroquial y la evangelización. En mi ponencia sobre la identidad y misión de la Acción Católica, constaté que en nuestra Diócesis, después de la gran crisis de los años setenta, en los últimos años hemos recorrido un camino positivo y esperanzador. Especial gratitud merecen quienes, incluso en tiempos de inclemencia, han estado en la brecha custodiando el fuego sagrado y las buenas esencias de esta obra de la Iglesia.

La Acción Católica General de Adultos, gracias a Dios, nunca desapareció en nuestra Diócesis. Viene trabajando con ilusión y responsabilidad y trata de crecer y extenderse en las parroquias. Ha nacido desde sus cenizas la rama de jóvenes, bien orientada y vigorosa, lo mismo que la rama de niños, el futuro de nuestra Acción Católica. Permanece el Movimiento Júnior, que trata de custodiar su patrimonio espiritual y formativo. Gracias a Dios, los Movimientos especializados, sobre todo la JOC y la HOAC, tampoco desaparecieron en nuestra Diócesis y están bien orientados eclesialmente. Tratan de ser fieles a Jesucristo, a la Iglesia y al mundo obrero, al que pretenden evangelizar. También sería deseable su crecimiento y expansión, pues es mucho el bien que pueden hacer en el anuncio de Jesucristo al mundo del trabajo. En el curso pasado se ha incorporado definitivamente al Consejo Diocesano FRATER, la Fraternidad Cristiana de personas con discapacidad, que tratan de vivir una verdadera fraternidad evangélica agrupando a estos cristianos, promoviendo su desarrollo integral y su incorporación plena a la sociedad y la Iglesia con un espíritu evangelizador y apostólico.

Todos cuentan con el apoyo explícito del Obispo. Lo digo con toda la sinceridad de que soy capaz y a boca llena, al mismo tiempo que doy gracias a Dios porque va creciendo el número de sacerdotes convencidos de que la Acción Católica es un método muy válido para articular la pastoral parroquial. Este dato es muy importante, pues no deja de ser cierto que si la AC es inviable sin los laicos, también lo es sin los sacerdotes. Tenemos, pues, muchos motivos para dar gracias a Dios. Como Isaías cuando anuncia al pueblo el final del destierro, también nosotros podemos decir esperanzados: “Mirad que hago algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis?” (Is 43,19). Yo quiero adivinar en lontananza un futuro fecundo para la Acción Católica de nuestra Diócesis.

Sé que no faltan quienes opinan que la Acción Católica está pasada de moda. Muy distinta es la convicción del Papa Benedicto XVI, como revelan sus discursos y mensajes a la Acción Católica. Muy distinta era también la convicción de Juan Pablo II, que en septiembre del año 2004 hacía memoria “del don precioso que ha sido, desde su nacimiento, la Acción Católica”. “En ella –añadía– generaciones de fieles han madurado la propia vocación a lo largo de un camino de formación cristiana que les ha llevado a la plena conciencia de la propia corresponsabilidad en la construcción de la Iglesia, estimulando el impulso apostólico en todos los ambientes de la vida”. Hablaba entonces el Papa de la necesidad que tiene la Iglesia de la Acción Católica y pedía relanzarla con la “humilde y valiente decisión de recomenzar desde Cristo”. Concluía con estas palabras: “Hoy me urge repetir una vez más: ¡la Iglesia tiene necesidad de la Acción Católica!”, a la que daba tres consignas que son el camino inexcusable para recrear también la Acción Católica en nuestra Diócesis: contemplación, comunión y misión.

Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.

+ Juan José Asenjo Pelegrina
Obispo de Córdoba

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