La Virgen del Carmen y Santiago apóstol patrono de España

Carta semanal del Obispo de Córdoba, Mons. Demetrio Fernández González.

En estos días calurosos de verano se enciende el fervor hacia la Virgen del Carmen, por la que el pueblo cristiano siente especial devoción. Hemos celebrado novenas y triduos para prepararnos a su fiesta y llegados al 16 de julio, la Virgen recorre nuestras calles y bendice a sus hijos devotos, entre los que se encuentran especialmente las gentes del mar. El calendario cristiano está lleno de fiestas en honor de nuestra Madre, y una de las más populares es ésta de la Virgen del Carmen, prenda de salvación para quienes acuden a ella.

En la devoción a la Virgen del Carmen es clave su santo escapulario, signo de protección de María Santísima hacia sus hijos, recordatorio constante de tener una Madre que me cuida, garantía de salvación si no me suelto de su mano. Y si llegara a soltarme, ella me buscará: «…aunque mi amor te olvidare, tú no te olvides de mí». Las almas del purgatorio están especialmente confiadas a la Virgen del Carmen, y a ella especialmente acudimos para interceder por los que aún se están purificando para entrar en el banquete del Reino.

La Virgen del Carmen ha inspirado en la historia de la fe una larga estela de santidad, que arranca del Monte Carmelo. El profeta Elías, contemplativo por excelencia, pidió agua para su tierra reseca y obtuvo en preanuncio en aquella nubecilla que precedió a la lluvia implorada. María es esa nubecilla cargada de gracia que trae al mundo el torrente de amor de su Hijo divino. Desde la altura del Monte Carmelo, donde se conserva la cueva de Elías el orante, se divisa un paisaje precioso del mar cuyos vientos traen las nubes que empapan la tierra. Inspirados en aquel santo profeta, surgió la familia religiosa del Carmen, teniendo a María como protectora. Es la familia carmelita, que tantos santos ha dado a la Iglesia. Y en esa familia, Santa Teresa de Jesús, que supuso una fuerte renovación para la Iglesia, en su tiempo y hasta nuestros días. Precisamente en este año celebramos los 500 años de su nacimiento, un año de júbilo que quiere intensificar también precisamente esta devoción a la Virgen del Carmen.

A los pocos días, el calendario litúrgico nos presenta la fiesta solemne de Santiago apóstol, patrono de España, el día 25 de julio. Al ser día laborable, a muchos puede pasarles desapercibido. Sin embargo, es día de precepto de oír Misa y descanso laboral, del que están dispensados los que no tengan más remedio que ir al trabajo. Busquemos en el día o en su víspera acudir a la Santa Misa para honrar al Patrono de España, bajo cuyo patrocinio se ha difundido la fe cristiana y se ha mantenido hasta el día de hoy en nuestro suelo, a pesar de tantas dificultades a lo largo de los siglos. También hoy, España necesita el patrocinio del apóstol Santiago. Según la piadosa tradición, él predicó en las tierras de España el Evangelio de Cristo y fue visitado por la Virgen en Zaragoza para consolarle en sus fatigas apostólicas, dejándole el regalo firme de su Pilar bendito.

La invocación constante del apóstol Santiago ha mantenido la fe en España y la ha llevado hasta los pueblos de Latinoamérica, donde es invocado en muchos lugares como glorioso Patrón. El hecho de vivir en un Estado aconfesional no significa que renunciemos a nuestras raíces cristianas, y entre éstas se encuentra el patrocinio poderoso de Santiago el Mayor, que fue degollado en tiempos del rey Herodes por su fidelidad a Jesucristo. Hoy quizá más que nunca necesitamos esta valiosa intercesión del Amigo del Señor, testigo de los momentos más íntimos de la vida de Jesús, como fueron la transfiguración en el monte Tabor o la angustiosa oración de Getsemani. También hoy necesitamos recordar el testimonio valiente de su martirio, para no arrugarnos ante la urgente tarea de la evangelización.

Amigo del Señor, misionero infatigable, testigo de un amor hasta derramar su sangre. En Santiago apóstol encontramos el modelo de discípulo misionero que necesita hoy la Iglesia para anunciar el gozo y la alegría del Evangelio. El camino de Santiago, camino hasta el sepulcro del apóstol en Compostela, se ha convertido en una parábola permanente de la vida humana, que camina al encuentro del Señor.

Además de los múltiples campamentos de verano, en los que participan muchos niños y jóvenes de nuestra diócesis, los jóvenes europeos se preparan para el Encuentro Europeo de Jóvenes en Ávila, bajo el lema teresiano «A tiempos recios, amigos fuertes de Dios». También los jóvenes cordobeses, que viajarán hasta la ciudad de Santa Teresa de Jesús para este Encuentro, preludio de la Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia en 2016, dentro de un año, que tendrá por lema: «Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia», en pleno Año de la Misericordia.

El verano se convierte así en tiempo de encuentro, de formación, de evangelización. Que quienes puedan disfrutar de vacaciones las empleen para estos encuentros o actividades similares, de manera que podamos afrontar el futuro, el próximo curso, con ánimo renovado.

Recibid mi afecto y me bendición:

+ Demetrio Fernández, obispo de Córdoba.

Contenido relacionado

“Efecto ser humano”

Manos Unidas, campaña 2024 “Efecto ser humano” Manos Unidas trabaja todo el año....

Enlaces de interés