La Iglesia contigo, con todos. Participa

Carta Pastoral de Mons. Demetrio Fernández González, Obispo de Córdoba, con motivo del Día de la Iglesia Diocesana.

Celebramos en este domingo el Día de la Iglesia Diocesana 2011. Una ocasión propicia para caer más en la cuenta de nuestra pertenencia a la Iglesia Católica en una diócesis concreta, en la diócesis de Córdoba. 

Pertenecemos a la única Iglesia fundada por Jesucristo, extendida por toda la tierra, Iglesia universal y católica, presidida por el Sucesor de Pedro, el Papa Benedicto XVI y todos los Obispos en comunión con él, que se concreta en cada Iglesia diocesana, presidida por el Obispo propio en comunión con el Papa y los demás Obispos. La sucesión apostólica es la principal garantía de pertenencia a esta Iglesia de Cristo, cuya alma es el Espíritu Santo y se apiña en torno a sus pastores, compuesta por seglares, consagrados y pastores.  

“La diócesis es una porción del Pueblo de Dios” (c. 369), es una comunidad de personas, que habitan un determinado territorio, donde se hace presente la Iglesia universal y católica. Y a través de la Iglesia llega el Evangelio de Jesucristo para la salvación de todos los hombres. Un Evangelio que se vive en el testimonio de la caridad, se celebra en la liturgia y se anuncia a todos los hombres, para que todos tengan vida en abundancia, y vida eterna. 

“La Iglesia es como sacramento signo e instrumento del encuentro de los hombres con Dios y de los hombres entre sí” (LG 1). La primera tarea de la Iglesia hoy es abrir ventanas a Dios en un mundo que intenta cerrarse herméticamente a la presencia de Dios, con peligro de asfixia. La primera tarea de la Iglesia es dar a Dios, poner a los hombres en contacto con Dios, que en Jesucristo nos ha revelado su rostro misericordioso, y ha derramado el Espíritu Santo en nuestras almas. 

Ese amor de Dios, derramado en nuestros corazones, nos hace capaces de amar al estilo de Dios, llevando a plenitud la vocación más honda del hombre, la vocación al amor. “Éste es mi mandamiento nuevo: que os améis unos a otros, como yo os he amado. En esto conocerán que sois mis discípulos, si os amáis unos a otros” (Jn 13,34-35). La Iglesia pone en acto este amor de múltiples maneras y necesita tu colaboración, tu participación, para que tú y otros muchos se beneficien de los dones de Dios. En el campo de la educación, de la beneficencia, de la atención a los pobres y necesitados de nuestra sociedad. En la atención a los ancianos y a los niños, a los jóvenes y a los adultos. En la extensión del Evangelio más allá de los mares.  

La Iglesia diocesana es como una familia grande, que se concreta en las parroquias y en los grupos de apostolado, en las comunidades de vida consagrada para la evangelización, según los múltiples carismas que la enriquecen. No es lugar de aportar cifras, pero la Iglesia en nuestra diócesis es una realidad muy viva: en sus sacerdotes que gastan su vida a tiempo completo en el servicio de Dios y de los hombres, en sus consagrados/as que viven dedicados a difundir los valores del Reino, en sus miles y miles de seglares que viven inmersos en el mundo, transformándolo desde dentro. 

La Iglesia en nuestra sociedad es la primera bienhechora de la humanidad, no sólo porque ha sembrado Europa y nuestra tierra de una cultura transformadora de la historia, sino porque a día de hoy es la comunidad viva que sale al encuentro del hombre en todas sus necesidades. La Iglesia está contigo, está con todos. La Iglesia no excluye a nadie, y a todos atiende. En momentos de crisis como los que vivimos, la Iglesia es una institución fiable, porque a ella acuden personas de todo tipo para encontrar ayuda, y de la Iglesia se fían los que aportan su colaboración material o espiritual. Vale la pena participar en la vida y en las actividades de la Iglesia católica. Hoy es el día de la Iglesia diocesana, participa. 

Con mi afecto y mi bendición:

+ Demetrio Fernández
Obispo de Córdoba  

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