Jesús, José y María, santa Familia de Nazaret

En plenas navidades, celebramos este domingo la fiesta de la Santa Familia de Nazaret.
Para contemplar, para aprender, para comprometerse a trabajar por la familia. Enseguida
nos dirán que ya estamos con la familia tradicional para oponerla a la familia moderna y
progresista. Pero no vamos por ahí. La Santa Familia de Nazaret no es ni tradicional ni
progresista, es la familia de Jesús que inspira la familia cristiana. Llamarla “tradicional”
es considerarla vieja y caduca, pasada de moda.
Preferimos llamarla “familia cristiana”, la que se asienta sobre los fundamentos que
Cristo ha establecido y que son permanentes, porque responden al plan de Dios. Esta
familia cristiana es la que está compuesta por un varón y una mujer, atraídos por el
amor humano desde el eros hasta el ágape en la complementariedad de los sexos
masculino y femenino, y abierta a la vida, que fluye natural de las entrañas de ambos.
Otras formas, que hoy quieren llamarse familia, no lo son. Ni responden al plan de Dios,
ni son capaces de transmitir vida, ni son complementarias de los sexos masculino y
femenino.
La Santa Familia de Nazaret es referente fundamental de la familia cristiana. El Hijo de
Dios hecho hombre ha santificado la familia, ha nacido en una familia, ha crecido en
una familia con padre y madre en la complementariedad sicológica y afectiva de ambos
sexos. Jesucristo es el hombre nuevo, a cuya medida somos hechos cada uno de
nosotros. Esto no es antiguo ni pasado de moda. Es hoy quizá más nuevo que nunca. Es
sencillamente la familia tal como Dios la ha pensado y la ha redimido en el amor de
Cristo.
Existe el pecado, que ha roto la armonía del corazón humano. También en el campo de
la familia. Tan viejo como el pecado es el adulterio, la infidelidad matrimonial y todo
tipo de egoísmo que se cuela por las rendijas del corazón humano. Ese egoísmo que
transforma la relación de amor en violencia. Precisamente, a eso ha venido Jesucristo: a
sanar las heridas del pecado y a llevar a su plenitud los grandes deseos del corazón
humano.
Ni el hombre puede llenar el corazón de la mujer, por mucho que la quiera; ni la mujer
puede llenar el corazón del hombre, por muy enamorada que esté. Uno y otro deben
reconocer de entrada que tienen una necesidad enorme se ser amados, y que ni el uno ni
el otro pueden llenar esa capacidad del otro. ¿Cuál es la clave para resolver este enigma
y esta descompensación? –Jesucristo es la respuesta. Él se presenta como esposo, se ha
entregado como esposo a su esposa, la Iglesia, y enseña a los esposos a amarse como él
nos ama.
Los esposos que se acercan a Jesucristo entienden que ese amor que les falta sólo puede
venirles de Jesucristo esposo, que los redime con su amor, sana sus heridas y los hace
capaces de perdonar sin medida. Hasta que los esposos, uno y otro, no se encuentran a
fondo con Jesucristo, su matrimonio funciona a medio gas o no funciona y se rompe.
La familia sufre hoy una erosión tremenda por parte de la sociedad, de las leyes, de las
costumbres que van introduciéndose. Sufre erosión por parte de los cristianos que no
viven su matrimonio como Dios manda, ni han descubierto la hondura de un amor para

siempre. Sufre erosión a veces por parte de la misma Iglesia con interpretaciones
torcidas de la enseñanza de Cristo y con propuestas achicadas del amor humano.
La fiesta de la Santa Familia de Nazaret vuelve a ser una propuesta de esperanza para
todos. Es posible la fidelidad hasta la muerte, es posible la apertura a la vida para recibir
los hijos que Dios quiera enviar, es posible vivir en armonía años y años para toda la
vida. Ahí tenemos el testimonio de matrimonios que cumplen las bodas de plata y de
oro en fidelidad y en armonía. Qué bonita es la familia cuando responde al plan de Dios.
Todos estamos llamados a apoyarla y a suplir las carencias que encontramos en nuestro
entorno. La familia cristiana es la solución, nunca es el problema.
Recibid mi afecto y mi bendición:

+ Demetrio Fernández, obispo de Córdoba

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